RENACE - 2

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Reencarnado

Me desperté con un dolor de cabeza terrible, producto de la resaca. Era de madrugada, y el cielo aún estaba oscuro. Me levanté y noté a Sofía durmiendo, cubierta solo con mi chaleco. Quise quitárselo, pero por un instante me quedé mirándola. Su cabello caía desordenado sobre la almohada, y su rostro lucía tranquilo. Me puse de pie y caminé hacia la puerta. Al abrirla, me detuve un momento; la cabeza me dolía y los recuerdos empezaban a regresar. El dolor en mi abdomen volvió a punzar. Con mucho esfuerzo, salí a la calle. El aire fresco me golpeó la cara, pero no logró despejar el nublado panorama en mi mente. Las luces de la calle titilaban, y el silencio era abrumador. Necesitaba respuestas, no más escapatorias. Sentí una vibración en el bolsillo: mi teléfono. "¿Dónde estás? Vuelve", decía el mensaje. El miedo se mezclaba con la confusión en mi pecho. "Estoy cerca, dame un momento", respondí, intentando calmar mis pensamientos desordenados. Al dar la vuelta en la esquina, caí al suelo. El impacto fue fuerte; el pavimento, frío y duro. Intenté levantarme, pero el mareo se intensificó. Mi espalda ardía y sentí cómo vaciaban mis bolsillos.

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Magia

Hoy es el cumpleaños de John. El año pasado no lo celebró, pero hoy parece ser el día perfecto para hacerlo. Me desperté tarde; los invitados ya habían llegado. La casa estaba decorada con cuadros, plantas colgando de las vigas y guirnaldas de flores en las puertas.

En el centro del salón, el pastel reposaba sobre la mesa. Las risas y las conversaciones llenaban el aire, mientras los niños corrían por el salón y los adultos me miraban con interés, ofreciéndome sus bendiciones. Parecía que mi presencia era una novedad para muchos. Al terminar, se dirigieron hacia John para felicitarlo.

Noté algo: todos los invitados parecían ser personas de buena posición. Trajeron regalos como joyas, obras de arte y muebles. Sin embargo, uno en particular llamó mi atención. Un anciano llegó acompañado de un grupo de sirvientas, quienes se formaron en línea, cada una sosteniendo un libro delgado.

John lucía un poco abrumado. Se acercó a ellas con una sonrisa educada, recogiendo los libros, hojeándolos con atención y haciendo preguntas ocasionales.

Mientras esto ocurría, las velas parpadearon, indicando la entrada de alguien a la habitación. Los murmullos se apagaron, acallados por el sonido de unos pasos. Un hombre alto y robusto apareció, con una espada enorme a la espalda y una armadura de cuero. Ya no tenía dudas; estaba en otra época. Su sola presencia lo confirmaba. Su mirada penetrante y su espesa barba me causaban cierto temor. Caminó hacia mi padre y se inclinó en una reverencia quizás innecesaria.

—Para ser tu hijo, es sorprendente que sea tan apuesto —dijo el hombre, sonriendo.

—Lou, hermano. Te lo agradezco —respondió John riendo.

Intuí que la llegada del tío Lou no estaba planeada. Parecía haber regresado antes de tiempo de una larga expedición, olvidando cómo debía vestirse.

—Por casualidad, ¿está Ruth aquí? —preguntó Lou en un tono más serio, mirando a su alrededor. Mi padre le respondió señalando con la mano hacia una habitación—. Discúlpame, necesito hablar con ella en privado —añadió, y se dirigió hacia la habitación.

Rodeado de tanta gente, me sentía sin aliento, así que salí al jardín. A pesar de llevar tiempo aquí, todavía no lo asimilaba; me sentía desorientado y fuera de lugar.

Tardé unos minutos en calmarme; la brisa me ayudaba. ¿Cómo seguiré con mi vida? Traté de despejar mi mente explorando el jardín. Mis piernas estaban débiles, pero podían sostenerme. No pude evitar ensuciar mi ropa, y sentí una punzada de culpa por mi madre.

A lo lejos, vi a una pareja de niños jugando. Por sus atuendos, supe que eran parte de la fiesta. Sostenían palos, simulando espadas o varitas, recreando batallas imaginarias.

Sentí nostalgia. Nostalgia de aquellos días sin preocupaciones.

—¡Soy la gran espadachina, Pansy Violet! —gritó la niña, blandiendo su palo con dramatismo.

—¡Y yo soy el mago más poderoso, el increíble Jake Archer! —respondió el niño, esquivando y lanzando un contraataque imaginario.

Observé su juego. Pensé que ya era hora de volver. Conociendo a mis padres, era seguro que ya habrían notado mi ausencia. Al terminar ese pensamiento, vi al niño soltar su varita.

—Mit, aléjate un poco —ordenó. La niña obedeció sin cuestionar. Cuando hubo suficiente distancia, él cerró los ojos y levantó su brazo derecho hacia el cielo—. El agua mañanera es hermosa y serena. Refleja con su poder un sutil canto a la belleza. ¡Rocío Primaveral!

Mi boca se abrió al ver cómo el aire se condensaba en su palma mientras recitaba. El aire se transformaba en una esfera de agua viva, girando y danzando entre sus dedos. De pronto, salió disparada hacia el cielo, explotando en una suave lluvia.

Me sentí pequeño y vulnerable, pero también fascinado. ¿Cómo era posible? ¿Era esto real, o solo un engaño de mi mente?

—¡Eso fue increíble, Sell! ¿Cómo lo hiciste?

—Es un secreto —respondió, alejándose con una sonrisa traviesa.

¿Era magia? Estaba emocionado.

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¡Sorpresas Inesperadas!

Continuara...

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