EstudiosA pesar de estar solos, mi corazón latía con fuerza. Mis manos, aún pequeñas, cargaban con libros que parecían pesar más con cada paso que daba hacia mi habitación.
—No te detengas, estos son todos, —dijo Mit quien llevaba un par de libros igual de imponentes.
Reencarne en este mundo hace unos cuatro años, y desde entonces, Mit, de diez años, se había convertido en una amiga. Ella llegó hace unos tres años, y ahora era un miembro más en la familia. Y durante ese tiempo que pasamos juntos, estudiamos sin descanso.
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Sin resultados. Incapaz de crear la mínima esfera de agua. De hecho, todos los hechizos básicos que no fueran de aire eran problemáticos. Sin probar el fuego por lo peligroso que era. Limitado a solo un elemento, intentando superarlo.
Por otro lado, Mit. Sé que está mal compararla, pero, esperaba que ella fuera la primera en realizar magia, encantamientos. Hasta ahora, seguía sin avances.
—Oye. Es hora del almuerzo. Tenemos que bajar...
Al ver su cabello recogido en una coleta alta supe que no debería molestarla. De hecho, la envidaba, tenía una concentración admirable. Recordé mis días de estudiante.
—Voy a esperar —dije. Me recosté en el suelo y, fije mi vista al techo. Estaba cansado, mi cabeza pesaba.
Ella comenzó a hablar. No lograba entenderla, lo hacía en voz baja.
—¡Estoy exhausta! —ella cayó de espaldas en el suelo. Suspirando, con la frente húmeda por el sudor y respiración agitada.
Esa era su rutina, cada vez que lo intentaba, terminaba agotada antes de lograr cualquier atisbo de magia. Me, levante para alcanzar una toalla. Cuando fui a dársela, esperaba que ella tuviera una cara de entusiasmo o una pequeña sonrisa. Pero en su lugar, encontré su mirada perdida con lágrimas recorriendo su rostro. No pude evitar sentir una punzada en el pecho.
Compararse
Pensé que todo sería diferente. Después de años viajando sin rumbo, logramos encontrar un hogar, un lugar donde podría desarrollarme y alcanzar mis metas. Estudiar, trabajar, tener un nuevo hogar y una familia.
Le prometí a mi madre que llegaría a ser alguien quien estaría a la altura. Decirle que sus sacrificios no fueron en vano. Pero de un momento a otro, aparecieron más personas. La familia Gracer era parte de mi familia ahora. Ellos eran parte también.
Pero, con cada día que pasaba, no pude evitar sentirme comparada con Edrian. Puede que él no lo sepa, puede que incluso él no lo crea posible. Pero es un genio, uno nato. En el instante que logro crear una bola de aire, poco o más a la edad de un año, lo supe. Éramos distintos.
El tío Lou, solía contarme historias de grandes magos. Casi todos iniciaron de igual forma, desde niños. Nunca imaginé vivir con uno. Me sentí incapaz. Me esforcé, estudié y practiqué todos los días. Pero sentía estar a años de distancia. No quise ir a una escuela, quería permanecer en casa practicando y mejorando. Tenía que superarlo.
Un día aprendí a multiplicar y quise mostrarle mi avance con unas monedas. Le hice unas preguntas, también pensé en juegos, pero el logro superarlos al instante. Todo el trabajo que había puesto se esfumó en ese momento. Él nunca fue despectivo, al contrario, siempre me animaba, pero era un recordatorio constante de mis limitaciones. Sus padres, la familia se sentía orgullosa. Pero esto me hacía sentir rechazada.
Mi madre posee gran poder mágico, me hizo creer que tenía la misma grandeza. Quería ser una controladora tan hábil como ella. Ella se negó a enseñarme, creo que tiene algo que ver con mi padre y su historia.
A pesar de mis súplicas, solo decía que no estaba lista.
—¿Pienso que estás muy interesada en él, hija? —Cerro la puerta de mi habitación y tomo asiento a mi lado sobre la cama.
—Sí —mis palabras estaban limitadas por las lágrimas en mi rostro.
—Oye. Cada uno tiene su camino y sus tiempos. No debes compararte con Edrian ni con nadie más. Tú tienes tus propias fortalezas y talentos que no has descubierto del todo. Es muy pronto para rendirse.
"Mi madre solo dice eso para animarme" —eso pensaba. Quería creerle, pero quizás nunca tendría un talento similar.
Sentí sus manos en mi cabeza, acomodándola sobre su regazo. Mi madre agarró un cepillo y comenzó a desenredar con cuidado cada mechón de pelo. Las lágrimas seguían fluyendo en silencio.
—Confía en mí. Quizás no seas la maga más grande de la historia, ni la más rápida en aprender. Pero tienes personas que creen en ti. Eso no cambiará jamás.
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Mit reapareció tras unas semanas de aislamiento. Solo me ofreció una sonrisa como respuesta. Seguí con mi rutina de entrenamiento. Algunas veces mi padre me acompañaba, sabía de nuestro secreto hace mucho tiempo. Le pregunté a John que pensaba.
—Creo que está estudiando, al igual que tú —me respondió y poco después abandono la habitación sin decir nada.
Siento que cometí un error. En verdad extrañaba verla. Era una amiga, la primera que tengo ahora. No podía creer que ahora estábamos distantes.
Mis preocupaciones desaparecieron en los días siguientes. Mit regreso a la habitación, podía ver confianza, una que no pude ver hasta ahora. Me ofreció salir al jardín, acepte sin pensarlo. Cuando la vi lanzar esferas de agua me di cuenta de que nunca me estuvo evitando.
¡Hora de Aprender!
Continuará...
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RENACE
FantasyTras la muerte inesperada de nuestro protagonista, el velo entre los mundos se desgarra, y él despierta en un reino donde la magia palpita, los paisajes deslumbran y seres enigmáticos tejen destinos imposibles. Este renacimiento en una tierra descon...