RENACE

RENACE 5-5 EXTRA

Escritor

Era un día caluroso de verano. La pluma danzaba entre los dedos del hombre que, frustrado, buscaba una historia intrigante. El mundo parecía haber agotado sus misterios ante sus ojos. Si esa situación continuaba, temía pasar hambre. Solo le quedaban cinco monedas de plata, lo suficiente para un par de semanas.

Tomó la botella de vino sobre la mesa y la vació. El sabor le recordó a su tierra natal, donde su familia tenía un viñedo. Pensó en cómo su vida pudo haber sido diferente, si no fuera por su mala fortuna. Ahora, se deslizaba peligrosamente hacia el abismo.

La ira estalló. Golpeó la pared con el puño, y el dolor punzante le advirtió de la sangre. Maldijo su desgracia y volvió a golpear, aunque con menos fuerza.

Recogió los trozos de cristal con un trapo y lavó la sangre que aún goteaba de su mano. Una vez cesó, se recostó en el sofá. En medio de su somnolencia, algo llamó su atención: una pequeña caja en el estante. Era un regalo de su hermano. "Con suerte, no será más vino", pensó. Trato de adivinar el interior sin éxito.

Bajó la caja, la puso sobre la mesa y, tras dudar unos segundos, la abrió. Dentro encontró algo de dinero extra. Se sintió inútil de nuevo. A regañadientes, guardó las monedas. Al fondo, vio algo de cuero. Lo sacó con cuidado: un libro de medicina.

«La Diosa Anver: Medicina Natural»

Detrás del libro, doblada, había una nota. Solo se atrevió a leer la dedicatoria:

«Espero te guste. Con cariño, L.»

Decidió leerlo solo por compromiso. Tras hojear algunas páginas, supo de inmediato que debía escribir.

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Diosa Anver

Estos son los registros de la Biblioteca de Anvergraft, textos pertenecientes a la diosa de la salud, Anver.Según la leyenda, Anver fue una sirvienta humana encontrada en la frontera del reino de Seph, en el pueblo de Anvergraft. Nadie sabía de dónde venía ni qué fue de su vida anterior. Lo único que repetía era un nombre: Mithel Larson Keppler, su prometido.Acogida en el pueblo, Anver comenzó una nueva vida, y fue allí donde descubrieron su don: sanar enfermedades y heridas. Su hogar pronto se convirtió en un centro médico, y su fama creció.Un día, su prometido llegó al pueblo. Nadie sabía nada de él, pero Anver hablaba de sus aventuras y viajes, y los habitantes quedaban fascinados. Poco después, Mithel fundó el primer gremio de aventureros de la región, atrayendo a quienes vagaban por el mundo.Todo iba bien, hasta que un grupo de Deavelends atacó Anvergraft. La gente se refugió en el centro médico, donde Anver estuvo con ellos durante tres días de batalla. Cuando el hambre y la incertidumbre los vencieron, abrieron las puertas. No encontraron ruinas, sino un manto de flores cubriendo todo. El maná había sido absorbido por la tierra, formando los Campos de los caídos. Esa belleza tuvo un costo. Anver perdió a su amado, quien murió de pie, con la mirada fija en el amanecer.

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Anver dejó de atender a los enfermos y pasaba horas en los campos, hablando sola. Nadie sabía cómo ayudarla, así que la dejaron sola, esperando que el tiempo curara su dolor. Los días pasaron, pero el centro de salud seguía cerrado.Cuando la naturaleza comenzó a invadir el edificio, la gente forzó las puertas. Anver no estaba. Lo único que encontraron fueron unos pequeños zapatos de bebé sin usar.

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Entrevista

—No era una diosa, seguía siendo humana —una figura, en la penumbra de la taberna, sostenía un libro y una pluma, anotando cada palabra de la anciana—. Yo cené con ella. Tenía problemas como todos. Se preocupaba por el dinero, por qué cocinar al día siguiente, o qué haría si tuviera hijos. Era tan real —secó sus lágrimas con un paño blanco—. Han pasado sesenta, no... setenta años. Y sigo viéndola. Camina entre los jardines, flotando y cantando. A veces me sonríe, otras parece querer decirme algo, pero no puedo oírla. Estoy casi sorda ahora. No puedo creerlo. Si no hubiera escrito ese libro, tal vez nunca la habría vuelto a ver. Y eso me aterra.

"Sus pasos aún resuenan en mi memoria, pero cada día temo más el día en que la verdad se revele."

Continuará...