RENACE - 5

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El Diario De Mit

[3 de Sylvanar, 785]

Siento odio y no logro entenderlo. Tras viajar entre ciudades. Hoy mi madre logro conseguir un trabajo. Sé que merezco un gracias por ayudarla. Si no hubiera reconocido a aquella mujer de la fiesta, no sabría que nos iba a pasar. Fue fácil distinguirla, solo tuve que fijarme en sus ojos. Pero, a pesar de mi ayuda, mi madre decidió negarse en primera instancia.

El tío Lou dice que ella está maldita. Yo no creo en maldiciones, pero lo pensé por un instante al ver su reacción. Cada vez que tenemos una oportunidad, siempre ocurre algo, y creo que mi madre es la causa.

Tras la insistencia de la señora. Fuimos a su casa. En el camino nos encontramos con su esposo, sorprendido en un inicio. Amigable tras escuchar la idea de contratarnos, incluso nos ayudó con las maletas.

Me asignaron una habitación, debía compartirla con el hijo del dueño por el momento, un infante llamado Edrian. Me costó conciliar el sueño. Por un instante logré entender a mi madre. Estar en otra casa da algo de miedo.

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[4 de Sylvanar, 785]

No sé qué me pasa. Siento vergüenza y nervios. No puedo pensar con claridad. Acabo de preguntar a un niño, casi un bebe, si conocía el Reino de Lunin. Como era posible que él supiera algo, o si me respondería en primer lugar. Agradezco que el único testigo sea él. Tengo que despertar, debo hacerlo rápido.

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El Manual Mágico

Unos meses pasaron. Comencé a dar mis primeras palabras. Mis padres se encontraban preocupados por mi demora, ahora, se emocionaron al escucharme.

—Edrian, no suele llorar, es un niño tranquilo —decía Ruth.

—Solo espero que no sea algo malo, como una maldición —respondía mi madre.

Me sentí culpable por haberlos preocupado. Tendré que compensarlo de alguna manera, pensaba mientras ojeaba el libro en el jardín. El cielo comenzó a volverse gris, era momento para entrar en casa. Fui a mi habitación para evitar molestias, además de practicar en secreto.

Mis estudios en magia no daban resultado. Solo, sentía mareos espontáneos y cansancio. Espero que no sea nada grave, como un tumor o algo así.

Repetí hasta el cansancio el encantamiento de agua. Pero no parecía salir nada de mis manos.

—¡Estoy cansado! ¿Cómo es que sale una bola de agua? —Comenzaba a frustrarme, no de hecho ya lo estaba—. Debería probar otra cosa—agarre el libro, este tenía cuatro apartados, cada uno correspondía a un elemento; tierra, agua, aire y fuego respectivamente—. Ahora debería probar el aire —Vamos, estoy listo—. Corrientes y tormentas, vientos del norte. Señor Aeris, soberano del cielo. Representa tu figura cambiante, nunca constante. ¡Bola de aire!

No se desencadenaron luces de colores ni se formaron auras mágicas. Una diminuta esfera giró en mi palma desapareciendo segundos después de invocarla.

Examiné mi mano abierta por un momento. No podía creerlo. Debía celebrarlo, pero. Grande fue mi sorpresa al ver que Mit se encontraba en mi habitación, sobre la cama.

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El Diario de Mit

[6 de Thalassar, 785]

Me dormí. Es vergonzoso porque lo hice durante el trabajo. Me encontraba limpiando las habitaciones, y el sueño termino venciéndome.

Ya estaba despierta cuando entro Edrian. Pude verlo todo. Estaba sin aliento. Era una bola de aire, una de verdad. No podía entenderlo. Cuando me di cuenta, nuestras miradas se cruzaron. Hubo un silencio incómodo. Podíamos dejarlo ahí, como un secreto entre ambos. Pero me animé a hablarle.

—¿Puedo unirme también? —Tenía miedo y estaba emocionada. No sabía si estaba siendo descortés o absurda. Cuando me dijo que sí. Me di cuenta de que era lo que deseaba hacer a partir de ahora.

¡Aprendamos Magia!

Continuará...

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