De tal perro tal dueño.

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POV Izuku.

Gracias por esperarme, Iida. - Me quite la mochila dejándola en el casillero, ya traía el uniforme puesto.

No hay de que, es mi deber como líder asegurarme de que todos estén presentes, no puede quedar ninguno fuera. - Me contestó con su típico gesto de brazos, mientras me esperaba en la puerta. 

Sabes, estoy pensando en comprarme una moto para mí, me da pena que All Might tenga que traerme todos los días. - Me acerque hacia el.

Oh, si, me parece una excelente idea, los pasajes están muy costosos y además es cómodo y conveniente tener tu propio transporte, tal vez el mecánico de la empresa te podría ayudar con asesoría. - Concordó con mi idea.

¿Hay un mecánico? - No lo sabia, pero tenia sentido, las motocicletas no se mantenían solas.

Si, son muchos vehículos, necesitan una revisión contaste para evitar accidentes. - Caminamos hacia afuera donde los demás repartidores esperaban a Iida para que les diera los paquetes. Me separe de el y fui a buscar mi motocicleta.

¡Chicos, por favor, hagan una fila, les entregare sus respectivos pedidos! - Grito llamando la atención de todos. 

Empezaron a correr para ganarse un puesto, lo cual no fue mi excepción. Recibí algunas cartas y cajas pequeñas, pero lo que mas me llamo la atención fue un paquete que era un poco mas grande y pesado de lo normal. Lo acomode como pude en la cajuela y arranque.

Hice el mismo recorrido de ayer y llegue al portón donde nuevamente encontré al portero leyendo el periódico. Le toque la bocina para que me dejara pasar, tendría que acostumbrarse a mi llegada en las mañanas.

Empecé la entrega con algunas cartas y cajas pequeñas, al terminar solo me quedaba el grande que lo había dejar al ultimo y unas cartas que eran de la misma calle que el paquete.

Calle Takeshita, 856. - Me detuve al frente de una casa normal pero alejada de las demás, tenia una reja de metal con pinchos pero estaba abierta, supuse que era para que yo pudiera entrar.

Me baje y saque el pesado paquete, pero pude con el, todos estos meses en el gimnasio habían dado sus frutos. Camine por el sendero de cemento que estaban en medio de todo el patio descuidado, las pocas flores que habían estaban marchitas y las malas hierbas crecían por doquier.

A mitad del camino sentí unos pasos sigilosos que se acercaban a mi por detrás, me asuste un poco, pero seguí mi camino. Cuando de repente. . .

. . .

POV Dabi.

Me encendí el cigarro y tire el encendedor en la mesa junto al cenicero, me recosté en el sofá malgastado, pero que seguía siendo cómodo, mire alrededor de la enorme pero vacía habitación, me distraje mirando algunas botellas de cerveza de la noche pasada, cuando sentí un estruendo que provenía de afuera.

Sonreí maliciosamente, sabiendo que era el nuevo cartero que venía a traerme un paquete, quería. darle una bienvenida especial Había dejado suelta a Toga, mi pitbull, para darle una sorpresa. Era una perra feroz que no se dejaba tocar por nadie, ni siquiera por mí. Me divertía ver cómo se lanzaba a morder a los intrusos.

Pero esta vez no escuché ningún grito de terror, sino algo más parecido a un ronroneo. Curioso y de mala gana me levanté apagando el cigarro y fui a la puerta para ver lo que estaba pasando. La abrí y me quedé boquiabierto: Toga estaba acurrucada en el suelo, dejándose acariciar por el cartero como si fuera un gatito. 

Cuando la dejaba suelta siempre se le lanzaba a los demás, le gustaba morder, por eso se me hacia raro que estuviera tan a gusto, ni a mi me dejaba acercarme tanto.

El chico levantó la vista y me vio. Se apartó rápidamente de Toga, que le gruñó molesta.

Lo siento señor, venia a dejar un paquete, es solo que su mascota me asusto y lo deje caer. - Dijo nervioso, señalando una caja en el suelo. Al ver que no obtuvo respuesta de mi levanto nuevamente la caja.

No le contesté, porque estaba hipnotizado por su cara. Era un chico joven y guapo, con unos ojos verdes que me miraban con inocencia. No era mi tipo, pero algo en él me atraía. Tal vez eran esos brazos fuertes que se marcaban bajo la camisa. O tal vez era esa boca que me invitaba a besarla. 

Sin darme cuenta estaba, se acerco a mi esperando que le recibiera el paquete. Lo tome sin dificultad, era el saco de comida para perros que había pedido por internet, me había dado pereza ir a comprarlo por mi cuenta.

Entre a la casa y lo deje en el suelo, si no fuera porque le había agarrado interés, le habría cerrado la puerta en la cara. Volví con el y me entrego un papel.

¿Dónde firmo? - Pregunte mientras sostenía la hoja.

Aquí, por favor. - Me indico y firme con el lápiz que me entrego.

Perdón por lo de mi mascota, para tu suerte no te arranco un brazo. - Le devolví las cosas.

Se rio nervioso, haciendo que sus mejillas se sonrojaran un poco. Terriblemente tierno.

Así que tu eres el nuevo cartero. - Dije, intentando alargar la conversación, no quería que se fuera tan luego. 

Ahora estando tan cerca de mi sentía el olor a menta, una fragancia que no me gustaba en absoluto, pero que esta vez se me hacia agradable.

Si, me vera a menudo por aquí. - Siguió la conversación.

Seria una bendición verte todas las mañanas. - Le dije con un tono coqueto, a lo que el se sorprendió y se puso más nervioso de lo que estaba, si fuera por mi hubiera sido mas intenso, pero no quería espantarlo tan rápido.

B-bueno señor. . . - Tartamudeo.

Dabi, llámame Dabi. - Le interrumpí.

Señor Dabi, me tengo que ir, me falta trabajo por hacer, pero fue un gusto conocerlo. - Sin poder despedirme se fue corriendo hacia su motocicleta. 

Toga se acerco a mi todavía mirando por donde se había ido el chico, la llame para que entrara y  darle su comida. Por suerte pude ver el nombre que tenía bordado en la camisa.

Izuku, lindo, como el. 

. . .

POV Izuku.

Eso había sido muy vergonzoso e incomodo, nunca antes me habían dicho ese tipos de cumplidos, no de manera romántica, solo espero que no haya enojado al chico al arrancar.

Decidí buscar la ultima casa que quedaba cerca y dejar de sobre pensar.  843, solo esperaba que no hubieran contratiempos.

Me estacione y revise por ultima vez si las direcciones coincidían, las cartas no eran necesarias entregárselas directamente al dueño, bastaba con dejarlas en el buzón.

Lo abrí y eche todo, me asegure de cerrarlo bien y me fui, eran recién las 10 y mi turno terminaba en 4 horas más, así que de todas maneras tendría que volver.

Pero en ese momento no había notado la mirada de alguien que me vigilaba desde la ventana.

























El cartero.(HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora