Días como estos eran los peores para él, odiaba el clima, días como estos cuando el sol era ocultado por las nubes y las frías brisas calaban su ser. Días como estos no le daban fuerzas para ir a aquel colegio de élite a la cual asistía.
Un colegio donde solo lo mejor de lo mejor podía entrar y él estaba ahí, sabía desde pequeño las cualidades con las cuales había nacido y sus padres también; después de llegar las segundo año de primaria sus padres decidieron cambiarlo de escuela para poder mejorar en lo que ya era bueno, clases intensivas en cualquier cosa que pudiera realizar desde karate hasta teatro. No solo había logrado estar entre los primeros puestos para la admisión de un colegio de élite como lo era la famosa U. A. sino que logró representar de manera internacional a su país en piano clásico regresando con una medalla de plata, ese no fue un buen día para él.
Este dichoso colegio donde las notas son lo primordial y la puntualidad también, no iba a llegar tarde, tenía un riguroso horario para poder llegar a tiempo tras encontrarse con su molesto amigo.
6:30 am.
Tenía tiempo de sobra, sale de su casa con un paraguas, por si en caso empiece a llover, un suéter color crema era lo que impediría que se congelará, tenía fría, demasiado. Su bolso colgando en su hombro mientras frotaba sus brazos con rapidez para tratar de entrar en calor. Se detuvó en una esquina cercana al metro que lo llevaría a su colegio, esperando la presencia de su mejor amigo, aquel que se encargo de cambiar su vida constantemente.
A lo lejos se acerca un pelirrojo corriendo, sujetando su bolso en su brazo derecho junto con una chaqueta café que parecía bastante caliente; llega junto a él, recuperando el aire que le faltaba tras haber recorrido una gran distancia corriendo.
- Buenos días, Bakugou. - Saluda como siempre, secando el sudor de su frente con el dorso de su mano.
- Buenos días, impuntual.
El otro se ríe, había vuelto a llegar tarde por quedarse dormido. - Perdón, otra vez me develé.
El otro solo niega como de costumbre y empieza a adentrarse a la estación del metro seguido por su amigo quien seguía sonriendo.
- ¿Tienes frío?
- No.
- ¿Seguro? Sigues frotando tus brazos. - El rubio trata de negar, pero es interrumpido por la voz de Kirishima. - Usa esto.
- Es tuyo, luego vas a enfermarte y morir.
- Mi cuerpo sigue caliente por haber corrido, cúbrete, nuestro presidente no se puede enfermar.
Él tenía razón, como presidente del consejo estudiantil no podía darse el lujo de enfermarse y dejar de asistir durante un corto periodo para poder recuperarse; recibe la chaqueta musitando un leve Gracias, su contrario ríe y recarga su tarjeta.
[...]
Lo brumoso del clima no fue motivo para que se cancelarán las clases extracurriculares que la mayoría de los estudiantes recibían, él por su parte se encontraba en la sala del consejo, terminando de aceptar y negar permisos en compañía de su vicepresidenta y su secretario quienes hacía lo mismo.
- Presidente, hemos terminado por hoy.
Revisa su reloj de mano. 4:30 pm. Para él todavía era temprano, tenía que esperar a su pelirrojo amigo, por lo que él esperaba en la biblioteca organizando libros que no estuvieran en su lugar o leyendo culquier libro que le llamará la atención.
- Pueden retirarse.
- ¿Usted vuelve a quedarse, Presidente? - La voz del secretario sonaba acusadora, como si quisiera averiguar cosas que no eran de su incumbencia.
- Tengo que terminaran algunos papeleos, después tengo que ir a la biblioteca.
- Entonces, hasta mañana Presidente.
Ambos jóvenes salieron del salón y en las afueras del edificio, pudieron visualizar la ligera sonrisa del Presidente mientras revisaba algunos papeles. Bakugou había encontrado entre su papeleo una pequeña nota de su amigo, recordándole que lo esperará. Terminó su trabajo rápidamente, como si estuviera bajo presión o si Kirishima lo esperase y tuviera ue salir apurado. Su andar hasta la biblioteca era en silencio mientras escuchaba como la banda escolar prácticaba, el tono que sonaba sería agradable de no ser por los leves errores de algún principiante del club. Ríe suavemente mientras regresa al libro que leía anteriormente.
Al entrar a la biblioteca, la amable señora que atendía ahí le saluda para después avisar su salida, no se preocupa pues tenía llaves de casi todos los clubs por ser el presidente. Va directo al final de la biblioteca, su pequeño lugar tenía varios libros encima, todos puestos por su persona entre semana; pasea entre los libreros, inspeccionando las repisas para organizar libros, casi por terminar su recorrido encuentra dos libros mal ubicados y en su trayecto para reubicar esos libros termina chocándose con alguien, levanta su mirada para pedir perdón y la mirada rojiza de su amigo le hizo fruncir el ceño.
- ¿Qué haces aquí?
- Te escribí hace rato para que salgas.
- Estaba ocupado. - Responde sin tacto, seguiendo su camino con los libros en brazos. - De todas formas estaba por salir.
- ¿Dónde están tus cosas? Para ir yendo a la salida. - A pesar de su pregunta, sabía donde estaban las cosas del rubio hace bastante tiempo, era el mismo lugar siempre. Un simple Donde siempre era suficiente para que Kirishima recoja el bolso, el portafolio y el libro que el rubio tenía en la mañana, y así dirigirse a la salida de la biblioteca. - Te espero, Bakugou.
Se encontraron nuevamente en la salida de la biblioteca, para caminar por los grandes pasillos del edificio. Su platica sobre el entrenamientos intensivo que recibió el pelirrojo en sus clases de boxeo era interesante para Bakugou, quien escuchaba y asentía de rato en rato para mostrar su atención; una platica sencilla hasta llegar a la entrada del colegio. La niebla de la mañana era más densa a esta hora y el cielo oscuro hacía amán de llover en cualquier momento, al salir de los terrenos de la institución dejaron de hablar pues el compartir audífonos mientras escuchan la banda de rock favorita del cenizo.
En medio de una calle poco concurrida, dos jóvenes apreciando el clima aunque uno lo odie pero trata de amarlo gracias a su acompañante.
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Un beso bajo la lluvia.
FanfictionLos días lluviosos y nublados nunca le han gustado, pero la alegría que él refleja con aquellos paisajes solo lo enamoran más. Cuanto anhela un beso bajo la lluvia como en aquellas tontas películas románticas que tanto le gustan a Kirishima. ¿Se ani...