Alejo por confusión

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Después de que vio al cenizo marcharse, decidió caminar por un tiempo bajo la lluvia, tenía que calmar sus pensamientos antes de llegar a casa para evitar las preguntas insistentes de su madre. Estaba confundido por aquel beso y aquella confusión, nunca se lo habría imaginado, pues Bakugou no mostraba señales de que le gustase.

Se adentra en sus memorias tratando de encontrar algún indicio, no recordaba haber visto al cenizo con alguien más que un grupo selecto en que estaba incluido, quizás por el tiempo que pasaron juntos es que Bakugou confundió sus sentimientos y realmente no le gusta sino que lo admirá, pero ¿Por qué lo admiraría? Él tenía que admirar a Bakugou pues ser el primero en los cursos académicos, ser presidente del consejo estudiantil y haber entregado cinco trofeos a la institución y cuatro medallas, era admirable. Él deseaba ser como él.

El cielo lloraba su pelea y entre sus pensamientos se mortificaba por reaccionar así.

[...]

Al día siguiente, salió antes de su casa, mucho antes de que el cenizo pudiera verlo, todavía no estaba seguro de querer verlo sin tratarlo de otra manera. Pasa la estación del metro sin mirar a los lados y una vez dentro del bajón decide mirar alrededor, no estaba en el bajón y al ver la hora se le hizo raro ¿Llegará tarde o es que fue temprano?

En el colegio le informaron que no asistiría por problemas de salud y se sintió culpable, pensaba que Bakugou había pedido permiso para no poder verlo y tranquilizarse, a pesar de sentirse como una verdadera mierda por haberle hecho aquello, se alegraba de que el cenizo no lo viera, porque conocía el infierno que era ver diariamente a quien te rompió el corazón. ¿Y si él le había roto el corazón? Esa posibilidad rondaba su cabeza, pues en sus cortas indagaciones sobre el mayor - porque si, Bakugou era mayor tanto en altura (2cm más) como en edad (por meses) - descubrió que las relaciones eran algo tabú impuesto por su familia, lo entendió la primera vez que tuvo la oportunidad de ir a su casa para estudiar y escuchó la discreta discusión entre los Bakugou's por haberlo llevado a casa sin avisar.

Al entrar a su clase sus compañeros lo saludaron como de costumbre y sus amigos se lanzaron sobre su persona al verlo, con una gran conversación sobre la última actualización de su videojuego favorito aprovechando los breves minutos antes de iniciar clases, aunque sus pensamientos regresaban al mismo lugar: Bakugou; se lamentaba internamente por tener el descaro de pensar en él tras lo que ocasionó ayer.

[...]

Los días pasaban y la ausencia del rubio era notorio en el rostro del pelirrojo, pues sus amigos cercanos se dieron cuenta de la decaída presencia que Kirishima emanaba; sus ojos no daban ese ligero brillo especial pero su sonrisa no se perdía, tratando de convencer a todos de que estaba bien aunque no lo estuviera. Como si tuviera indicios de una depresión silenciosa que va avanzando lentamente hasta que deje de ser tan notorio y la gente deje de preguntarle si se encuentra bien o si necesita hablar con alguien, aunque su respuesta fuera no estoy bien o si necesito hablar con alguien no lo haría, no molestaría a nadie con sus problemas personales que lo carcomen lentamente hasta eliminar por completo su personalidad.

Su rostro vacío y carente de alguna emoción brillo tras recibir sus calificaciones de matemáticas, pues cuando lograba una nota alta, como ahora, su rostro brillaba y la más grande sonrisa que tenía se adornaba su semblante e ir corriendo por los pasillos hasta llegar al salón del consejo estudiantil a presumirle a su tutor privado la genial nota que había conseguido tras el enorme sacrificio que era estudiar con el cenizo pues en el más mínimo error un golpe para que no lo vuelve a cometer; pero hoy no, hoy solo miro la hoja y la dejó a un lado ignorando las emociones que sufrían sus compañeros pos la calificación que le toca por haber o no estudiado, ese ya no era su problema, al menos no ahora.

Su caminata ya no era hacía el salón del consejo, sino hacia la azotea del edificio. Aunque para muchos el estar sujeto en la baranda del último piso de un edificio era un indicador de un intento de suicidio, pero también, para muchos era solo un relajo, una salida del día a día pero también la cobardía de irse, de poder acabar con su vida, ya sea por sus creencias religiosas o por tener algo de empatía por el resto, el suicidio en público no sería una opción. Aunque Kirishima no quería suicidarse, sólo quería aclarar sus pensamientos tan confusos experimentaba últimamente tras escuchar una charla ajena entre las chicas de su salón, lo entendió más cuando se lo preguntó discretamente a la chica que lo acortejaba.

Un pequeño comentario lo dejo pensando y hasta el momento su consciencia no dejaba de cuestionarse sobre las duras palabras que dijo aquel día, sabía que no debía haberse expresado de esa manera pero su racionalismo desapareció en el instante en que sus labios sintieron los de Bakugou, eran suaves y dulces con un ligero sabor a vainilla, que sorprendentemente no era tan empalagoso como imaginaba. La ligera brisa de inviero amenazaba con aumentar y él no se sentía capaz de ir más allá, sus músculos para nada preparados aguantarían más rato. Decide bajar otra vez a su salón, con fe encontraría una nueva actualización de su blog favorito o alguna historia del rubio que le indicará que seguía enfermo o si ya se había recuperado; su celular muestra una notificación de su red social, Bakugou había subido una historia. La revisa rápidamente, el cenizo era protagonista de la historia mientras otra voz era la que hablaba, aprentó con fuerza su celular, se sentía dolido pero más frustrado porque él no podía grabar una historia donde estaba el rubio pero ese sujeto si podía grabar incluso desde la cuenta de su amigo, ¿o ex amigo? Eso no importa, lo primordial era la desventaja con la cual él contaba.

Kacchan sigue escogiendo unos buenos fideos porque los de ayer no lo convencieron. La voz hablaba con firmeza mientras hacía zoom hacia el cenizo que leía la tabla nutricional de un paquete de fideos picante. Quiere comer picante aún cuando esta enfermo, nunca cambia. En ese momento el cenizo lo mira mal y se acerca al sujeto y con su dulce voz habla por primera vez: No grabes con mi celular tus estúpideces. El sujeto quita el zoom y se puede ver al rubio más de cerca con su celo fruncido. Hay que correr antes de que Kacchan me mate.

Y con eso de acaba la historia sin más rodeos, dejando al pobre pelirrojo más confundido de lo que estaba. Parecía tener sentimientos más allá de una bonita amistad pero él insiste que es admiración porque Bakugou es increíble por todo lo que ha logrado a lo largo de su corta vida, mientras que él no logra ni la cuarta parte de lo que hace su contrario.

Esa confusión lo hizo actuar como un desgraciado y esa admiración era más que evidente que no era así. La gente es, a veces, demasiado necia como para aceptar la verdad.

Un beso bajo la lluvia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora