Llanto por remordimiento

111 13 4
                                    

Solía decir que el amor era un fastidio total, algo capitalista que solo extraía dinero sin algún beneficio; ese era su pensamiento constante hasta que conoció a su amigo, aquel muchacho que sin pensarlo entró en su vida, creando recuerdos indelebles que los tendría presente constantemente.

El amor es inmarcesible. Eso es una absurda mentira, todo perece y el amor no es la excepción, siempre es constante y cambiante, pero no se marchita. El amor se marchita pero el sentimiento es constante.

Había estado siempre atento a las conversaciones que tenía con Kirishima, por ello recordaba las historias sobre sus antiguas parejas y eso lo enojaba ¿El motivo? Celos de los que todavía no estaba consciente. Conciencia, lo que había perdido en el momento en que sus labios tocaron los de Eijirou. Cada ser tiene su propia entelequia y la de Bakugou era ser algo más que amigos, ser la pareja perfecta de la que tanto Kirishima le contaba y rogaba a Buda para que se la presente, pero era solo eso una entelequia porque no paso lo que alguna vez pensó.

Kirishima lo separó bruscamente, mientras que el cenizo solo agacho la cabeza. Sabía lo que ocurriría, lo supo después de haber sentido sus labios y lo aceptaba, aceptaba el odio y desprecio de su amigo.

- ¡¿Qué mierda?! - Exclama enojado, llamando la atención de una que otra persona que caminaban por la zona. - ¿Qué carajos fue eso?

- Me gustas. - Sus palabras eran firmes, a pesar de estar temblando de miedo. - Me has gustado desde hace mucho.

- Es asqueroso. - Sus palabras lo desconcertaron, no podía creer que esas palabras salieron de su boca. - Somos hombres, eso es asqueroso.

Bakugou asiente y empieza a caminar. No iba a mostrar debilidad, no lloraría frente de él, no después de tener su corazón destrozado.

[...]

Agradecía su resfriado, fue la mejor excusa para evitar a Kirishima, aunque solo le dio más tiempo para sentirse miserable. El estar enfermo y postrado en cama, solo le hacía recordar las múltiples veces en las que veía la sonrisa del pelirrojo y las miradas cálidas que al parecer confundía. ¿Por qué? Él solito se hizo ilusiones, no podría culpar al pelirrojo aunque quisiese. Él tenía la culpa. 

Seguía en su cama, su resfriado había terminado hace un día, pero pidió un día para ponerse al día con sus obligaciones atrasadas, vaya que eran demasiadas. Hoy, había faltado porque tadavía no estaba seguro de poder verlo frente a frente, ¿actuaría normal? Actuaría como la primera vez que se conocieron, refiriéndose a él como vice capitán, no podría hacer más, no quería que vuelvan a ser amigos después de la mirada de desprecio que le dedico.

Revisa su celular. 9:23 am. Ningún mensaje, ninguna notificación, nada. Estaba esperando algo, se había acostumbrado a despertar y tiempo después recibir el mensaje de Kirishima avisando que llegará tarde. Ahora no había nada.

- Se acabo todo..

Su voz sonaba pesada y su apariencia no era mejor, un muerto en vida parecía, tenía ojera y los ojos rojos por llorar y dormir demás, su cabello despeinado más de lo normal y sin ganas de comer, sin ganas de nada. Se levanta y empieza a desnudarse, frente aquel espejo que había visto sus inseguridades, encontró sus cicatrices, aquellas marcas que le recordaban lo débil y humano que era. Llora y se arrepiente, nunca se tuvo que dejar ganar por su locura pero lo hizo.

Su estomágo gruñe y termina por aceptar los deseos de su cuerpo, se levanta, una polera de talla extra grande que lo cubría hasta las rodillas ocultando sus calzoncillos; su cuerpo tiembla una vez parado, empieza a ver borroso por lo que se sujeta del mesón de noche,  eso había pasado ya tres veces y se preocuparía si realmente le importará ahora su vida.

Baja las escaleras de su casa, escuchando sus propios pasos, estaban tan silencioso que  le causaba escalosfríos a pesar de ser normal, pues se había acostumbrado a esos días donde con su cuerpo al tope de fiebre se quedaba solo, tampoco se quejaría porque sería ignorado como previamente le había sucedido. Estando en la sala, se siente solo, hacía tiempo que no se sentía así, Kirishima se había encargado de no hacerlo sentir solo y por su culpa lo había perdido. Al entrar en la cocina encuentra dos platos y vasos en la isla de la cocina, sus padres habían salido sin avisar dejando sus trastes sucios en la isla; se acerca al refrigerador sacando el cartón de leche de almendras que era exclusivamente de él junto con una manzana, ese era su desayuno.

[...]

En su habitación, mientras tocaba la batería, transmitiendo una melodía meláncolica y triste, toda su tristeza y remordimiento se esfumaban levemente, hasta que el sonido de su celular lo despertó de su burbuja. Lo mira de reojo desde lejos. no quería ilusionarse e ir a por el celular para descubrir que no era el mensaje de la persona que quería, decide ignorarlo y vuelve a sonar, frunciendo el ceño se acerca y tras ver los mensajes lanza el celular nuevamente a la cama. No era Kirishima y posiblemente nunca más podría sonreír viendo un mensaje como lo hacía con el pelirrojo, se cansa de la batería, tampoco deseaba ver su celular, termina echado en su cama, llorando otra vez.

Era extraño para él llorar, no estaba acostumbrado, quizás por eso mismo es que lloraba desconsoladamente, liberando las lágrimas reprimidas durante años por un motivo tan trivial, como sus padres dirían, como el tener un corazón roto; sus ojos le ardían y de repente la luz de la habitación era demasiado para él y termina apagándola para quedar frente la ventana abierta y sentir la ligera brisa de invierno y escuchar el goteo de los rastros de la lluvia del día, el cielo esta sorprendentemente despejado y se puede ver la hermosa luna brillando desde lo lejos pero solitaria pues no hay alguna estrella que la acompañé. 

El resplandor de la soledad le hacía olvidar su dolor y el remordimiento por instantes desapareció.

Un beso bajo la lluvia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora