Con un inspirado encuentro

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El salir de su casa después de tiempo le hizo bien, pues le convenía que sus piernas caminarán luego de su encierro, aunque la persona que lo sacó de hogar no era precisamente la que deseaba pero se conformaba. Su andar por las calles era calmado y la corta conversación con su amigo de la infancia lo ayudaba a no recordar el suceso que lo hizo sufrir demasiado, para su amigo el pecoso esta salida era una de esas muchas en las que el rubio necesitaba ayuda pero no lo admitiría y solamente su presencia lo ayudaba.

Tras entrar a ese supermercado, el rubio agarro la canasta y empezo a caminar por los pasillos para comprar el recado, ese fue el objetivo de su salida. Pasa por la sección de higiene y salud, comprando cosas de su higiene personal como sus máscarillas de sandía o las cuchillas para sus perfiladores; continua caminando y compra la leche del almendras que debido a su intolerancia a la lactosa es la única que podía tomar, también el cereal de trigo que comía en ocasiones especiales. Luego decide pasar por sus fideos picantes, sin embargo, acostumbraba a leer los ingredientes y el valor de tabla nutricional para poder comprar el perfecto, tenía tres favoritos pero le gustaba probar cosas nuevas.

- Kacchan sigue escogiendo unos buenos fideos porque los de ayer no lo convencieron. - Escucho decir a su acompañante, frunce su ceño y trata de concentrarse en leer, mientras que el otro lo seguía grabando. - Quiere comer picante aún cuando esta enfermo, nunca cambia.

Voltea a verlo enojado y dice: - No grabes con mi celular tus estupideces. 

- Hay que correr antes de que Kacchan me mate.

- Deku, carga esto, sirve para algo. 

- Esta bien, Kacchan.

[...]

El pecoso que lo acompañó ayer, hoy lo venía a buscar para acompañarlo hasta su colegio, aunque no lo admitiera, el estar acompañado lo ayudaba a no sentirse abandonado. En su trayecto a su colegio, decidieron conversar por mensajes para evitar molestar a los demás, inconscientemente buscó con la mirada al pelirrojo que anteriormente tendría que estar a su costado para no encontrarlo; se levanta y mueve un poco a su amigo para que lo acompañé hasta poder bajar del metro en la estación correspondiente. Llovía no tanto como para mpaparse pero tampoco tan poco para ignorarlo, su paraguas se escondía en su bolso mientras que el de su amigo ya estaba listo, no se molestaría en sacarlo si ya hay uno disponible, se cubre de la lluvía y empiezan a andar; en Japón existe el 'aiaigaisa', una palabra con un significado profundo y romántico que algunos creen, un acto de cabellerosidad directo en el que se muestra el amor o simplemente la amabilidad de las personas. Había visto como muchas muchachas de su colegio olvidaban 'accidentalemente' su paraguas para ver si sus sentimientos son correspondidos, sigue pensando que es patético hacer eso en vez de tener el valor para declararse aunqul acontecimiento que vivió le ayudó a darse cuenta que aquello era fácil pero incluso el rechazo es mejor que verse patético.

- Kacchan, ¿Te recojo? - Su voz hizo que el cenizo lo mirará a los ojos. - Apuesto que tu mamá estará más tranquila si te dejo en casa.

- Esta bien, Izuku. - Responde tras un suspiro, tras pasan la reja y el nombrado lo deja en la puerta. 

- ¿A qué hora sales?

- A las... - Ahí se quedó, pensando en la hora de su salida, normalmente salía a las 5:30pm por esperar al pelirrojo y sin esperarlo su salida era una hora antes o quizás medio hora antes. - 4:30pm ¿Te parece?

- ¡Claro! - La sonrisa de Midoriya era pura, las pocas muchachas que entraban se les quedaban viendo, pues los dos son bastante guapos. - ¡A las cuatro vengo! ¡Hasta entonces, Kacchan!

- Hasta luego, Deku. - Mueve su mano en forma de despedida, siendo correspondido por su amigo, este se marcha con una sonrisa, mientras que Bakugou se adentraba a la institución, sin saber que un pelirrojo a lo lejos lo miraba con enojo.

[...]

Durante el descanso, decidió subir hasta la azotea para comer. Caminaba rápidamente mientras sujetaba su bolsa de comida, cosa rara en él porque normalmente comía barras proteícas o comía recalentado de la cafetería; sin embargo, ahí se encontraba, subiendo pisos para poder comer tranquilamente, su celular suena, su amigo lo llamaba. Deja que continúe sonando hasta que llegué a su destino. Llega a la azotea y se sienta en un lugar alejado de la puerta, llama a su amigo quien rápidamente responde.

- ¡Kacchan! - Exclama su amigo desde el celular. - Me preocupaste.

- Si si, lo que digas. - Dice rodando los ojos mientras abría la bolsa de comida. - Gracias por la comida.

- ¡Sólo por hoy comerás su comida! - Grita una persona cercana al pecoso, haciéndolo sonrojar.

- ¿Es él?

- Si, es mi Shou. - Dice sonriendo, mostrando a un chico de tez blanca y cabello bicolor. - Shou saluda ¿si?

- Lo tratas como perro.

- Perro tú. - El rubio lo ignoró y siguió comiendo mientras que Midoriya le contaba como conoció a Todoroki Shouto, si así se llamaba su novio, y el como terminaron siendo novios. No había ni comido la mitad del plato cuando lo tapó y empezó a beber una caja de leche de fresa.

- Kacchan, ¿Acabaste tu comida? - La voz interrogadora de su amigo hizo que chasqueará la lengua e Izuku replicó: - Kacchan, tienes que comer bien. Las barras proteícas no son comida ni los recalentados, necesitas comida del día pero ni siquiera lo terminas.

- No tengo apetito, he comido más de la mitad. - Miente descaramente, mientras termina su caja de leche. - Es suficiente para mi, además tengo cosas que hacer antes de que acabe el descanso.

- ¿Así? ¿Cómo que cosas?

- No te pongas tóxico, sabes que soy más ocupado que tú.

¡Kacchan! - Reniega el pecoso, mientras que el cenizo ya se encontraba caminando. - Cuando te recoja más te vale que este el plato más de la mitad si no quieres problemas.

- Lo que digas, Deku.

Corta la llamada tras hacer una mueca graciosa y mandarlo a la mierda, se acerca a la puerta chocándose con alguien y empezando a cabrearse. Ese choque que tuvo lo mando al suelo, era un hombre musculoso al parecer, se levanta con pesar y se disculpa.

- Bakugou. - Esa voz hizo que su piel se erizará y bajará la cabeza. - Tenemos que hablar.

Su corzón se aceleró, pero no podía mirarlo a la cara. Sentía verguenza y angustia, tenía miedo de lo que pueda decirle, no estaba seguro si podía soportarlo sin soltar alguna lágrima frente de Kirishima.

Un beso bajo la lluvia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora