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El sonido de los pasos de niños corriendo por doquier se podía escuchar por todo el pueblo, dos niñas jugaban con un niño un poco más alto de cabellos negros y ojos de color miel.

Aquellos tres eran la adoración de una mujer que simplemente trabajaba lavando ropa para poder mantener a sus tres adoraciones, era una mujer tranquila que solamente tenía ojos para sus hijos.

Sonrío al ver a sus tres pequeños sintiendo aquel amor por ellos, la risa de ambas niñas se hizo más fuerte cuando el mayor se cayó, se levantó rápidamente para ir a verlos pues el niño no se reía ni mucho menos hacia el intento de ponerse de pie.

Se acercó hasta ellos y tomo en sus brazos a su primogénito, tenía los ojos cerrados dejando ver aquellas largas pestañas y sintió como su corazón se aceleraba pues parecía no respirar.

-¡Boo!

Gritó el niño haciendo correr a las dos pequeñas, la madre soltó un suspiro al ver que estaba bien y los dejo seguir jugando por un rato más.

El mayor de sus tres hijos simplemente era un ángel caído del cielo, tenía tan solo diecisiete años pero se daba el tiempo para jugar con sus dos hermanas, dos veces a la semana se iba a ayudarle a un señor de avanzada edad a mantener su casa en orden y aquel señor a cambio le daba un par de monedas y una bolsa llena de fruta para las pequeñas.

-¡A comer!

Les grito viendo a las niñas correr rápidamente dejando atras al mayor, este solamente se reía al ver como lo habían dejado. Su madre le sonrió cuando lo tuvo en frente suyo y le quitó unas hojas de su cabello.

-¿Porque tienen tanta energía?

- No lo sé, pero gracias por hacerlas reir.

- Son mis hermanas, las haré felices todo lo que pueda.

Dijo mientras dejaba pasar a su madre primero al comedor, todos se sentaron y comenzaron a comer de la delicia que había hecho su madre, la mujer dejo un momento su plato de comida y eso le llamo la atención a su hijo mayor.

-¿Que pasa madre?

- Necesito que le lleves esas pacas de ropa a la señorita Irene.

- Esta bien mamá, porfavor sigue comiendo.

Le mostró una sonrisa y sin más terminó su comida para después ponerse pie y salir de casa con una paca de ropa en cada mano, sintió picazón en  su frente pero lo ignoro pues seguro era por la tierra de haber jugado con sus hermanas.

Cuando llegó a la casa de la señorita Irene sonrió como siempre y le entrego las prendas, ella solamente le mostró una sonrisa forzada y sin dar las gracias le dio unas monedas de oro.

La gente siempre era mala con las personas equivocadas pero nadie sabía la verdad sobre ese hecho nunca.

Soltó un suspiro y camino de vuelta a su casa para así poder seguir jugando con sus hermanas o buscar algo para ayudarle a su madre, sin embargo todos esos planes se esfumaron cuando vio a lo lejos su casa rodeada de personas, habían caballos y todos los miraban extrañados.

Unos gritos se hicieron escuchar y comenzó a correr pues aquellos hombres habían sacado a sus hermanas a la fuerza y habían arrojado al suelo a su madre.

-¡¿En donde está?!

Gritaba aquel hombre pero de pronto se cayó vio a una persona venir rápidamente hacia él, recibió un golpe en su rostro haciendo que los demás sacarán sus filosas espadas.

Sobo su mejilla y frunció el ceño para ver quién se había atrevido a golpearlo y todas las personas que estaban ahí de entrometidas esperaban que le soltara un golpe e incluso que lo hiciera arrodillarse pero fue todo lo contrario.

Todos abrieron los ojos en grande al ver como se arrodilló frente aquel joven y sin rechistar los demás hicieron lo mismo dejando en shock a las personas del pueblo

- Su alteza.

Pronunció y todos abrieron la boca pues como un caballero que pertenecía a la alta sociedad solo por proteger al Rey de Asmodeus se inclinaba ante un joven que solamente era un pueblerino.

-¿Que?

- Llevo años buscándolo pero al fin lo he encontrado su majestad.

Decía con una sonrisa en su rostro, su madre lo miraba con curiosidad y sus hermanas aún tenían lágrimas en sus ojos pero miraban con asombro a su hermano mayor.

- No entiendo.

Dijo y el hombre frente a el se puso de pie y saco un pergamino que parecía viejo, lo desenrrollo ante la mirada de todos y sin más comenzó a leer.

- Se me informa que el joven de nombre Kim Taehyung pasará al trono como nuevo Rey del Reino de Asmodeus, ante el fallecimiento del Rey Félix deja el reino en manos de su Hijo Kim Taehyung para que tome su lugar y gobierne de ahora en adelante el Reino de Asmodeus.

-¡No!

Gritó su madre y se levantó rápidamente para ir con su hijo pero un guardia la detuvo y las lágrimas comenzaron a bajar nuevamente, Taehyung solamente se quedaba ahí parado aún tratando de entender lo que estaba pasando y sin más comenzaron a llevárselo.

-¡No porfavor! ¡No se lo lleven!

-¡Madre!

Gritaban ambos pues los separaron cruelmente, lo subieron a un caballo y de pronto la imagen de su madre y hermanas comenzó a desaparecer, su pecho dolía y sentía un nudo inmenso en su garganta.

- Quiero ir con mi madre porfavor.

Les rogaba a las personas que lo llevaban pero no hicieron caso alguno, se escuchó como el caballero de hacia unos momentos aclaraba su garganta y le sonrió.

- Su alteza real, iremos a su castillo ya habrá tiempo para que se reúna nuevamente con ellas.

- P-pero-

- Debe de tomar el trono ahora, su padre así lo quizo y no hay vuelta atrás.

Una lágrima rodó de su ojo derecho y solamente bajo la cabeza, su madre y hermanas eran todo para él.

¿Que haría ahora?





















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- Jungyuli3312💜

Entre Reyes y ReinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora