Existen personas a las que conoces desde siempre, a las que viste crecer y marcharse pero que indudablemente vuelven. Particularmente es algo que me pasa tan a menudo, más con aquella gente que deseas no soltar jamás, en especial cuando tienen unos ojos tan hermosos dónde con frecuencia uno puede perderse rápidamente.
Aquel verano del 88 me tomó por sorpresa, cuando creí que las cosas se volverían eternamente normales, llegó él, aquel chico que me hizo creer de nuevo en los clichés y que las historias de amor no son tan irreales cómo me habían dicho.
Al estar de vacaciones por fin, decidí tomar el descanso tan merecido que necesito, las clases me consumieron la mayor parte del tiempo y cuando tenía tiempo libre, lo ocupaba para tomar alguna siesta o perderme en mis pensamientos. Esta vez no, dormir todo el día, salir con mis amigos sin importar a dónde o ir a alguna fiesta, lo que suceda primero.
Me puse de acuerdo con todas mis amistades quienes aceptaron disfrutar de este verano conmigo, la primera semana la disfruté estando en mi habitación mirando películas y escuchando música de ABBA hasta el final, es una clase libertad que hace mucho tiempo no sentía ni de chiste, no tuve que pensar en tareas pendientes o fechas próximas de exámenes sino en maneras de comer sin salir de mi cuarto.
—¿En la noche? —Pregunté más interesada en esa idea. Mi amiga Adriana me propuso salir a la playa por la tarde noche y mirar la noche caer estando sentadas en la arena mientras platicamos sobre la vida—. Por supuesto que sí, cualquier cosa que me haga salir es válida.
Me senté en mi cama con el teléfono sobre mi oído mientras mi hombro lo sostiene para no tirarlo como otras veces me sucede, una vez que colgué dejé todo ahí y me levanté a ponerme mis tenis del diario, unos viejos converse negros que están más sucios que mi conciencia.
Salí de mi pocilga estirando los brazos y soltando un largo quejido de placer, me estiré cuanto pude, luego me dirigí a la habitación de mi madre la cuál está ahí mirando la televisión, me recargué en la puerta cruzada de brazos. Ella interpretó mis intenciones a la de una, clásico de mamás.
—¿Qué pasó? —Se volteó a verme con la actitud de siempre. Yo de inmediato me recosté a su lado como si me interesase lo que está viendo en la tv, luego sólo la miré con ojitos de perrito triste—. ¿A dónde irás esta vez?
—Adri me invitó a la playa —Dije—. Pero en la noche, ya sabes, tiempo entre amigas, tal vez vaya Patch.
—Bueno, sólo no te demores tanto en llegar, no me gusta que andes tan tarde fuera de casa —Me acarició la cabeza—. Ya sabes cómo están las cosas afuera.
—Tranquila mamá, sólo seremos tres chicas mirando hacía el mar —Respondí tratando de calmar sus preocupaciones. Salí de ahí en cuánto obtuve su permiso, no me volví a mi habitación sino que me fui a la sala por un vaso de agua, muero de sed.
La hora llegó, dieron las seis de la tarde. Me quedé con un short azul y una camiseta de tirantes holgada, dejé suelto mi cabello para que sienta con mayor intensidad la brisa de la playa, me reuní con mis dos amigas, quienes se ven igual de radiantes que yo.
Nos saludamos como costumbre, tomamos nuestras cosas y buscamos un lugar chido para pasar el rato, por suerte la playa no está tan llena como en otras ocasiones. Algunas personas van y vienen, el mar está hermosamente tranquilo, no se siente tan el bochorno creo que es un buen día.
—Hace días que no me sentía tan relajada —Dije recargándome con mis brazos en la arena, mirando hacía arriba y cerrando mis ojos—. ¿Cómo les va a ustedes?
—Fenomenal, he estado trabajando en una cafetería, las cosas son agradables —Comentó Patch quien se está acomodando sus lentes, Adri por su parte me sigue la corriente, ella al igual que yo hemos estado hasta la coronilla de tareas. Por lo que estas salidas se sienten espectaculares.

ESTÁS LEYENDO
One shots de Menudo.
FanficEstas historias sólo son de un capítulo. Las escribí para unas amigas mías y cada historia es diferente ¡Espero qué sean de su agrado!