Robdrian

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Esto salió de la parte más random de mi cabeza. Si no te gusta la ship, ignora y ya.

────────── 

Esa mañana, un grito despertó a todos en la sala. Yo quedándome medio dormido, reaccioné al oír la emoción de Abel corriendo hacía mí.

—¡Mira, hay una carta para ti Adri! —Su risa burlona y sus ganas de abrirla me levantaron al instante, quitándosela de sus manos al enano—. ¡Hey!

—Lo siento pero, es para mí —La mostré poco tiempo. Luego me senté de vuelta en el sillón para leerla con más calma a pesar de las intervenciones del chico. Al abrirla una tranquilidad inundó mi corazón, pues reconocí la letra al instante.

"Espero esto te llegue pronto. Hey rubio, estaré en Miami unos días visitando a una tía. Quizá deberíamos vernos aunque sea un rato, traté de llamarte pero no tengo ni idea de cuál sea el número de la nueva casa, en fin, te dejo el mío por si las dudas. Ya te extraño, hace mucho qué no veo tus ojos verdes de cerca.

Te quiere R.A"

—¿Por qué tanto alboroto? —Se preguntó Andrés frotándose los ojos en cuánto llegó a la sala.

—Creo que Adrián tiene novia —Comentó feliz el menor—. La dirección de la carta fue muy específica, las fans no se saben esta ubicación.

—Mírenlo —Señaló Andrés. En ese momento apareció Ashley—. Se puso rojito cómo un tomate.

—Ay cállense —Les dije. Tomé camino hacía mi habitación y la buya de los chicos se oía por detrás. Los ignoré en cuánto entré, busqué un lugar seguro para guardarla pues hace tiempo no recibía nada de él, pasó mucho tiempo.

Aun así, una voz conocida se recargó sobre el marco de la puerta, cruzado de brazos mirándome cómo si supiera lo que pasa.

—¿Qué pasa Ash, tú también? —Lo miré decidido, fingiendo qué no pasa nada.

—No sé de qué me hablas —Soltó una leve risa para después sentarse sobre mi cama—. Algo escondes Olivares, y me parece qué me has omitido un detalle en tu historia.

—¿Yo? Bien —Respiré hondo, confió en él más que en mí. Me recuerda a Rawy, a ese sujeto podía contarle mi vida entera y sólo decía "Qué haremos contigo Adrián"—. Me gusta alguien, es todo.

—¿De verdad? —Actuó con Sarcasmo—. Señor obvio te dicen.

—Sí pero, no es nada fuera de otro mundo —Fingí. Luego me salí de la habitación para buscar el teléfono, no sin antes decirle una cosa final al otro rubio—. Deséame suerte.

—No hace falta, créeme. Esa sonrisa no se la dedicas a cualquiera —Él también se levantó de la cama y salió de mi habitación detrás de mí—. Nos vemos el Lunes.

Tomé el teléfono de la casa y marqué los números que indica la carta, me siento aterrado pero tranquilo de escuchar su voz, espero. En poco tiempo me contestó una voz de alguien mayor, tragué saliva.

—¿Hola? ¿Hola? ¿Quién habla? —Insistió la mujer del otro lado, después se notó cuando miedo se separó del teléfono—. ¡Roberto, esto no sirve!

Ni siquiera había podido decir algo, cuando la voz del chico se escuchó cerca "Ya voy tía, dame un segundo". Tomó el teléfono para asegurarse de que todo esté bien.

—¿Hola? —Preguntó esperando una señal para no creer que su tía enloqueció.

—¿Robert? —Hablé medio temeroso—. ¿Greñas, eres tú?

—¿Adrián? ¡Adrián! —Se escuchó que se separó del teléfono, pero no oí que dijo—. Empezaba a creer que no llamarías, incluso busqué en el directorio el número de la casa, pero nada.

—Recibí tu carta esta mañana —Comenté emocionado—. Entonces ¿Saldremos? Este fin estoy libre por completo, me tengo qué quedar aquí.

—Vamos a la playa —Exclamó—. En la tarde por si no quieres asolearte demás.

—¿Nos vemos a las 4? —Pregunté. Él claramente aceptó. Sin embargo recordé que Abel se quedará sólo en la casa, fui a buscarlo para asegurarme de ver qué hará hoy, lo encontré en su habitación escuchando música.

—¿Abel? —El menor pausó su radio—. Voy a salir en la tarde ¿Sí?

—Claro, hace mucho calor afuera y no quiero estar afuera ni de loco —Comentó feliz—. Dile Hola a tu novia de mi parte.

—¡No iré a ver a mi novia! —Le dije un poco avergonzado, supuse que mi cara se enrojeció cuando Abel comenzó a hacer buya. Cerré la puerta sin más.

Me quedé recostado sobre mi cama esperando que fuera la hora perfecta para salir. En el transcurso me coloqué unas bermudas, y una camiseta de tirantes muy holgada, tomé los primeros tenis debajo de mi cama para salir corriendo en cuánto pude.

Corrí por las calles muy nervioso, las manos me están sudando cómo si estuviera en un sauna, la última vez que nos vimos todos estábamos renunciando del grupo y cada quién tomó el rumbo propio.

Nos quedamos de ver en un punto estratégico. Pero sin duda lo reconocí apenas miré su cabello largo y ondulado, no ha cambiado mucho. Ambos corrimos a saludarnos, nos abrazamos fuertemente, en cuánto nos separamos, él me acomodó un mechón de cabello que se coló en mi cara mientras me mira directamente a los ojos.

—Sabes qué, tienes ojos bonitos —Puso su mano en mi rostro, después la otra y se acercó para darme un beso en la mejilla, dejándome sin defensas, dios.

—¿Pero sabes qué es mejor? —Él se quedó pensando, pero yo lo tomé de la mano agarrando un gran impulso. Salí corriendo a todo dar, paseándolo por la playa, cuando me di cuenta él estaba corriendo tras de mí—. No me alcanzarás.

—Claro qué sí Olivares —Corrió un poco más, abrazándome por detrás con cierta fuerza, provocando que caigamos en la arena, ya sentados simplemente comenzamos a reír y miramos hacía el mar, él se giró para verme poniendo su mano encima de la mía—. Nunca te lo dije pero, de alguna forma se sintió extraño cuando me enteré que habías vuelto al grupo.

—Lo siento, pero no me molestó la idea de seguir sabes yo —Él me interrumpió.

—No te estoy culpando, sólo decía —Agregó mirando hacía el frente. El viento sacudió levemente sus cabellos—. A pesar de todo, me alegra que hayas seguido lo que querías y eso está bien.

—Ahora me toca a mí —Lo miré sosteniendo su mano—. Siempre te quise y tu lo sabías mejor que nadie, estuve tanto tiempo esperando este momento qué no puedo hablar, al imaginar qué, voy de regreso contigo.

—¿Eso no es una canción? —Me preguntó, pero traté de negarlo, fallé.

—Tal vez —Dije. Estuvimos un rato mirando al mar sin decirnos nada, no hizo falta. Después de un par de horas me regresé con él a la casa, entramos por la ventana de mi habitación para qué Abel no nos viera, y aunque no me molestaría, tendría que explicárselo.

Estando ambos de pie en mi cuarto, él se puso a mirar mis cosas, cómo si no me conociera del todo. No le dije nada, simplemente me le quedé viendo cómo si fuera la cosa más bonita del mundo.

—Lindo cuarto —Dijo.

—¿Pero sabes qué es más bonito? —Pregunté. Antes de qué él pudiera responder, le planté un beso cómo si ansiara eso. Para qué al separarme sólo lo viera asombrado y avergonzado, después de todo nos hacía falta.

Él simplemente se paró frente a mí para despeinarme, sonreír y luego decir.

—Diablos Adrián, estoy loco por ti —Respondió.

One shots de Menudo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora