𝑰𝑵𝑬𝑭𝑨𝑩𝑳𝑬 | Peter Parker

⸺PROLOGO⸺

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PROLOGO !
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Observo con total concentración el reloj que está pegado en la pared; las manecillas giran con lentitud ante mis ojos. ¡¿Por qué el tiempo pasa tan lento?! Solo quiero que ya sean las seis para que mi turno acabe y poder irme a descansar, ¡pero apenas son las tres! Esto es una mala jugada del destino.

—¿Puedes dejar de ver el reloj y ayudarme a atender? —pregunta Olivia, desesperada mientras hace lates a gran velocidad.

—Quiero que el tiempo avance más rápido —murmuro, sin apartar la mirada del reloj.

—¡Y yo quiero que alguien me ayude a hacer los veinte malditos lates! —exclama, moviéndose de un lado a otro.

Sin apartar la mirada del reloj, puedo oír que Robin llega corriendo de la cocina; —Oí una maldición y vine a ver, ¿hay una pelea?

—No —digo, desesperada porque un minuto parece una maldita hora.

—¿Qué hace esta loca? —pregunta Robin, recargándose a mi lado, mirando el reloj igual que yo.

—¡Cree que, por ver el reloj, el tiempo avanzará más rápido! ¿Puedes ayudarme a hacer este pedido? —suplica, desesperada. Robin no responde—. ¿Robin?

—Si ves fijamente las manecillas, parecen ir más lento —murmura.

—¡Por Dios! —grita, siguiendo con la orden.

Lo sé, debería ayudar. Pero tengo razones para creer que con ver el reloj este pueda avanzar más rápido; una, hasta hace no mucho una persona se convirtió en un lagarto mutante; dos, mi novio fue picado por una araña que le dio poderes; tres, yo soy capaz de oír mentes, hablar telepáticamente, gritar en la mente de los demás (que, para molestar, es genial), manipular a cualquiera que quiera. Así que, ¿por qué no puedo hacer que el tiempo avance más rápido?

—¿Creen que sí adelantamos el reloj, el jefe se de cuenta? —pregunta Robin, por fin ayudando a Olivia con el pedido, ignorando que la rubia lo observa como si fuera un dios bajado del mismo Olimpo.

—Puede ser, me dijo que ayer se desveló por ver un musical que le rompió el corazón; está totalmente torpe hoy —dice Olivia, entregando las bolsas con los lates dentro; recibe el dinero y la propina con una gran sonrisa.

—¿De cuánto es la propina? —pregunta Robin.

—Diez dólares —murmura Olivia—, hay que dividirlo en partes iguales...

—¡¿Partes iguales?! ¡Laila no hizo nada! ¡No merece que le demos propina!

—¡¿Qué?! —Dejo de ver el reloj y me acerco a ambos—. Yo ayer limpié los baños y me quedé hasta tarde para limpiar el tejado que el jefe usó como salón de fiestas; merezco propina.

—¡No!

—¡Sí!

Olivia pone los ojos en blanco antes de guardar los billetes del pedido en la caja, y la propina en un tarro de cristal. Luego, se recarga en un estante para vernos con una mueca cansada; puede tener la misma edad que Robin, pero es la más madura (claro, después de Gwen).

—Si siguen así, volveré a usar la manguera —Nos amenaza, agarrando una pequeña manguera que usamos para limpiar los pisos.

Robin y yo nos callamos al instante, viendo con miedo a la rubia; sí, podría decir que es una gemela de Gwen.

El jefe sale de la cocina, haciendo que nos pongamos firmes ante su presencia; —Tú —Señala a Robin—, quiero que limpies el baño de empleados. Si me disculpan, tengo una cita. Olivia, tu cierras —Sale del local, dejándonos a los tres serios.