-nos vamos a ir a casa, por fin vas a poder salir de esta cárcel amor.- Louis le miraba y le hablaba con ánimo, quería animarlo, quería que él se sintiera feliz ese día.
-Está bien Lou...- la voz de Harry continuaba apagada. De hecho, ahora más que antes.
Se hizo un leve silencio, donde solo se escuchaban sus respiraciones y la máquina que controlaba el oxígeno y los latidos del menor. –no tienes una idea de lo mucho que deseo tenerte de nuevo en casa... se siente vacio.
Habían pasado dos días desde que el "accidente" Harry. Él estaba bien, pero evitaba hablar con Louis. Se sentía avergonzado, se sentía muy frustrado por todo lo que ocurría. Sus muñecas continuaban muy lastimadas, pero no lo suficiente para mantenerlo por más tiempo en ese hospital.
Cuando Louis estuvo esa tarde con Harry en la sala de cuidados intensivos, el doctor habló con el señor Styles, él estuvo de acuerdo en que su hijo necesitaba terapia, dio una gran cantidad de dinero al doctor, para que le dieran los mejores servicios a su hijo y después se fue de ahí, diciendo que tenía demasiadas cosas por hacer. Eso estaba bien, igual, su presencia era realmente innecesaria en ese lugar, solo tensaba más el ambiente y provocaba que Louis perdiera la cordura.
El doctor avisó a Louis sobre la decisión del señor Styles, por primera vez él no se opuso, solo pidió un poco de tiempo, no quería que internaran a Harry antes de ellos pudieran pasar un poco de tiempo juntos.
Estaba consciente de lo que pasaría. Y si. Si lo lastimaba, sin embargo se dio cuenta de que no podía hacer nada. No podía negarle a Harry la oportunidad de salir de eso, de encontrar una forma distinta de vida, de olvidarlo y ser feliz.
Era tiempo de dejar de romper las cosas. Era tiempo de salir adelante. De poder encontrar un futuro, aunque ese futuro sólo los pintaba separados.
Harry continuaba sintiéndose mal, la situación de su depresión continuaba estando muy presente, los vídeos que le había enviado esa tarde seguían rondando por su cabeza. -yo también Louis.- tenía tanto miedo. No podía mirar hacia el futuro. Ni siquiera podía mirar un poco de esperanza. Estaba hundido en sus propios recuerdos.
Esos dos días había podido descansar. Los doctores le habían dado vía sanguínea una fuerte cantidad de somníferos, eran necesarios para que él pudiera descansar.