Sobre golpear a dioses y padres ausentes

Capítulo 3 : El evento principal

Resumen:

Sí, finalmente. Todos podemos leer para qué vinimos aquí. Es hora de... ¡el ponche!

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Harry miró la torre un poco más, los planes circulaban en su cabeza. Había tanto que hacer, tantas cosas que planear. A pesar de lo frívolo que había sido, Ron había entendido que no era tan fácil como llamar a la puerta y luego golpear a Loki en la mandíbula. No, esto tenía que hacerse correctamente. Con elegancia, incluso. Harry no era un gran Slytherin sin importar lo que pensara el sombrero, pero tendría que ser astuto si quería acercarse lo suficiente a Loki para golpearlo, sin ser encerrado inmediatamente para siempre.

Eventualmente, Harry volvió a entrar y pidió una pizza usando el teléfono de su habitación. Pensó que se merecía tanto. Pidió una pizza extra grande, había descubierto que su apetito había aumentado mucho después de que cayeron los hechizos que Loki le había puesto. Casi siempre tenía hambre. Harry supuso otra razón para estar enojado con Loki. Gracias a él ahora Harry siempre quería comer. Si volvía con los Dursley, literalmente podría morir.

Espera si? En qué estaba pensando, por supuesto que iba a volver. Había que considerar las protecciones de sangre. No podría estar sin esa protección. ¿Por qué no? Eres un semidiós, ¿no? ¿Qué Mortífago te va a dar un problema? Mucho en realidad. Harry podría ser mucho más poderoso, pero eso no significaba que tuviera el conocimiento. Necesitaba las protecciones de sangre. ¿Tú? ¿Por qué no simplemente ir a vivir a Grimmauld Place? No es como si las protecciones de sangre te protegieran este año. Voldemort aún podía entrar en tu mente, aún podía poseerte. Él tiene tu sangre en él ahora.

Harry tuvo que admitir que la voz en su cabeza tenía razón. Era algo a tener en cuenta. Después de confrontar a su padre, ¿qué haría a continuación? ¿Podría realmente volver con los Dursley? ¿Estaba dispuesto a arriesgar su seguridad por completo sin las protecciones de sangre? Después de pensarlo durante mucho tiempo, Harry decidió que era otra decisión que podía tomarse después del golpe.

Cuando apareció la pizza, Harry felizmente se distrajo consumiéndola toda a un ritmo lo suficientemente rápido como para que Ron pareciera cortés. Tiró la caja vacía a la papelera, solo una esquina encajaba realmente, por lo que se vio obligado a doblar el cartón, una tarea nada difícil. Con el estómago lleno de comida y la mente de pensamientos, Harry se fue a dormir.

Esa noche, como la mayoría de las noches, Harry estuvo plagado de sueños. Sirius cayendo a través del velo, una luz verde brillante envolvió el pecho de Cedric. Bailaron en su mente y lo mantuvieron dando vueltas y vueltas. Cuando amaneció, Harry estaba cubierto de sudor y le dolía la cabeza. Que en realidad no era la forma adecuada de comenzar su primer día en Nueva York.

Harry entró a trompicones en el baño demasiado grande y tomó una larga ducha caliente. Cuando salió de la ducha, su piel estaba rosada por el calor y el vapor. Con cuidado, envolvió una toalla alrededor de su cintura y se detuvo frente al espejo. Mirándolo con bolsas debajo de los ojos había un niño cubierto de cicatrices. Estaba la que tenía en la cara, la gran herida punzante del basilisco, muchas cicatrices de Vernon y Dudley que había adquirido a lo largo de los años, algunas de las cicatrices que había obtenido en el torneo de los tres magos, y no para mencionar el que está en el dorso de su mano.

Harry normalmente no pensaba en eso. No le gustaba. Normalmente, cuando alguien pensaba en una persona cubierta de cicatrices, era un soldado o tal vez un criminal. Alguien que había vivido una vida dura. Nadie pensó en un niño. Porque eso es todo lo que realmente era al final del día. Un niño con demasiadas cicatrices y demasiados recuerdos. Harry suspiró, su cabeza golpeando el espejo. Estuvo bien. O tal vez, iba a ser.