Sobre golpear a dioses y padres ausentes

Capítulo 5 : Viaje a la sala de juegos

Resumen:

Harry decide explorar un poco la ciudad de Nueva York antes de regresar a Gran Bretaña y enfrentar las consecuencias que le esperan allí. Lástima que no planeó enfrentar las consecuencias en este continente.

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Harry pasó los siguientes días simplemente recuperándose. Había usado mucha más magia de lo que había pensado en la lucha contra Amora y le había pasado factura. Estaba bastante seguro de que Hermione lo habría hecho ir a ver a un sanador. Ron podría haberlo dejado salirse con la suya durmiendo, pero no sin algo de maternidad al estilo Weasley. Ninguno de los dos estaba con él, por lo que era bastante fácil estar acostado en la cama, inconsciente, durante un día completo. Al día siguiente, se levantó de la cama para consumir dos comidas completas en la misma cantidad de horas, solo para luego volver a desmayarse.

No fue hasta el tercer día después del incidente del puñetazo divino que se sintió lo suficientemente humano como para moverse. Se duchó, se cepilló los dientes y trató de controlar su cabello. ¿Era solo él o su cabello se había vuelto aún más indomable después de romper los hechizos que Loki le había puesto? Harry no podía probar eso, podría haber sido que ahora que tenía una vista perfecta, la monstruosidad de su cabello era más obvia.

Lentamente, como si lo hubieran colocado bajo un hechizo de tiempo, se vistió. Su cerebro se sentía como papilla. No estaba seguro de qué hacer ahora. Hermione había mencionado en el tren que debería considerar pedir ayuda a los Vengadores con el problema de Voldemort. Pero los había visto contra un usuario de magia. No había sido bueno. Tal vez si fuera un usuario de magia humano, entonces tendrían una mejor oportunidad, pero lo último que quería era que mataran a alguno de ellos.

Así que tal vez debería volver a Gran Bretaña. Al mismo tiempo, la sola idea hizo que se le retorciera el estómago. Harry miró la cama. Tal vez sería mejor acostarse y derretirse en el colchón. Olvídate de todo y conviértete en nada. Incluso cuando el pensamiento entró en su cabeza, supo que era estúpido. Se sintió culpable por siquiera considerarlo. No podía abandonar el mundo a Voldemort. No cuando él era el único que podía salvar a alguien de él.

Harry se acercó arrastrando los pies al balcón y miró hacia la ciudad. Casi todo había sido reparado por lo que podía ver. Tal vez su padre había usado magia. O tal vez ser multimillonario significaba que podía reparar su torre instantáneamente. Harry no lo sabría, gracias a todo el dinero que sus padres y Sirius le habían dejado, solo era millonario. Harry resopló y se pasó una mano por el cabello. Bien podría ser un turista por un tiempo. No le vendría nada mal tomarse un tiempo para pensar en su siguiente paso.

Harry salió del hotel y comenzó a deambular, no quería usar magia y recorrió a pie la ciudad. Su magia todavía se sentía un poco inestable. Fue al lado muggle de la ciudad para explorar en lugar del mágico. Hacía calor afuera, mucho más de lo que Harry estaba acostumbrado. En 30 minutos se dio cuenta de que el simple hecho de deambular podía hacerlo morir de un golpe de calor. Entonces, Harry se coló en el lugar más cercano que parecía interesante. Una arcada.

Había escuchado a Dudley hablar de salas de juegos antes, cuando su primo cumplió 7 años, esa había sido su fiesta de cumpleaños. Harry, por supuesto, había pasado todo el día en el armario. Dudley se había jactado de lo divertido que había sido durante semanas, haciendo que Harry hirviera de deseo. Y ahora aquí había una sala de juegos. Era un edificio enorme, iluminado principalmente por todos los juegos y consolas. Lo primero que encontró Harry fue una mesa de cambio donde podía cambiar dinero muggle por monedas.