capitulo siete

885 52 30
                                    

Repetí la rutina de los últimos días, y luego de dejar a Isabella en su colegio, me dirigí hacia el mío, pero está vez caminando, porque el día estaba lindo para hacerlo.

Subí el volumen de la música, y acomode bien los auriculares en mis oídos, mientras tarareaba la melodía de "estoy triste" de Nathy Peluso.

A los pocos minutos, me encontraba frente a mí institución. La cual nuevamente estaba revalsada de personas en la entrada.

Suspiré, y luego de unos minutos, entre, dirigiendo mis pasos hacia mí curso.
Otro día más, por suerte el último de la semana escolar; viernes... Y de nuevo aguantar a la insoportable de Martina y sus amigas, hablando de su increíble día en el gimnasio, comiendo palta, y bronceandose con el poco sol de abril.
Bufé, a mí me caía mal todo el mundo, pero ellas, y las personas como ellas, son la razón por la cual el mundo esta como está. Idiotas.

Además, no está de más mencionar que está semana me jodieron más de lo normal. No entendía el motivo de sus malas miradas y murmullos complementados con la primera acción mencionada.
Pero lo raro no era eso, lo raro es que todo el curso estaba igual. Cada una de las personas, incluyendo las de otros cursos, se dedicaban a mirarme no solo durante clases, sino también durante el recreo.
No entiendo el por qué, pero quizás era porque hace algunos días agarre la tijera y me corté un poco de más el flequillo. Pero bueno, que les importa a ellos mí flequillo y mis crisis.

Me deje caer en la silla de mí banco, y observé a mis alrededores. También, era otro día, en el que Mateo no venía al colegio.
Me generaba intriga... No sabía nada de él desde el domingo, y no escuché mencionar mucho del morocho en clases.

—¡Ay, miren la foto que publicó Matu!— chillo la rubia teñida, haciendo que toda la atención del curso se centre en ella, incluso la mía, y no sabía por qué.

—¿Que publicó?— pregunto con curiosidad Matías, uno del grupo de Mateo, mientras se acercaba al banco de la milipili.

—Ya está en Córdoba, haciendo la prueba de sonido— respondió Fabián, mirando su celular, respondiendo en general algo que todos, y de nuevo, incluyéndome... Queríamos saber.

Lleve mí mirada hacia el banco de mí lado, dónde estaba sentada Macarena, una chica bastante agradable para mí gusto. Alguien con una personalidad parecida a la mía, y alguien con quien hable los últimos días.

Ella, se encontraba mirando con desagrado a todo el curso, mientras dibujaba garabatos al azar sobre el banco.

—Maca— la llamé en un tono bajo, y ella rápidamente me miró, haciendo un movimiento de cabeza, indicándome que hablé—. ¿Sabes de qué mierda hablan?— cuestione con confusión, esperando alguna respuesta coherente por parte de la colorada, quien alzó ambas cejas, mirándome sorprendida.

—¿Que? ¿Me vas a decir que no sabes quién es Mateo?— pregunto de manera divertida, dejando los garabatos para centrarse en la conversación.

Yo, arrugue con levedad mí ceño, y frunci mis labios, mientras negaba con mí cabeza.

—¿Un intento de tincho?— objete dudosa, haciendo una mueca. Poco comprendía de está situación. ¿Prueba de sonido? ¿de que mierda hablaban todos estos seres humanos?.

La teñida soltó una risa y negó con su cabeza, levantándose rápidamente al oir el timbre, agarrando su mochila, colgando está en uno de sus hombros.

—Busca "trueno" en instagram, o en cualquier parte de internet... Ahí vas a entender— me guiño un ojo, y se apresuró a salir del curso, antes de que todos se amontonaran en la puerta. Fruncí aún más mí ceño, y solté un suspiro. ¿Trueno?. Ahora sí que no entendía una mierda.

sueños | truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora