capítulo once

881 51 9
                                    

Habían pasado aproximadamente dos semanas desde aquella madrugada en la que Mateo se hizo presente en mi casa. Dos semanas bastante extensas, diría yo...

Continuamos hablando, y debería mencionar que bastante. De hecho... Más de lo que cualquiera se pudiera imaginar (incluyéndome).

En el colegio era muy poco lo que nos acercábamos. Él era el centro de atención, y yo odiaba serlo, así que le pedí que fingiéramos distanciamiento, como si continuáramos "odiándonos". Y es que yo en cierto punto, aún no dejaba de hacerlo al cien por ciento...

Cualquiera que se acercara al rapero, terminaba siendo "noticia" en boca de todo el colegio. Yo no quería eso... Mucho menos quería que la gente creyera que yo me había comenzado a juntar con él por interés.
Ellos se hacen muchas pelis, y yo actriz no soy.

Solíamos frecuentar fuera de clases. Nunca en lugares tan públicos ni muy concurridos. La mayoría de las veces quedábamos en mi casa, y si no en una cafetería a la que él me había llevado.
Nos juntábamos a hablar, o a simplemente pasar el rato. Sus palabras en la primer juntada quedaron grabadas en mi mente como la tabla del siete: "necesito distracción, y vos me la das".

Me cae bien, y no del todo, pero al fin de cuentas no es tan malo como yo pensaba. Tiene actitudes un poco soberbias, y lamentablemente, para soberbia ya estoy yo. Ese es uno de los motivos por los cuales tenemos cruces... Bastantes cruces. Pero cuando quiere, me hace reír un poco.

No se que tan lejos pueda llegar esto. La realidad es que internamente siento que cerré los ojos y comencé a caminar sin rumbo alguno, esperando a chocarme contra cualquier cosa.
Él es muy impredecible, y yo aún más. Nunca se sabe cuando un cable se me puede soltar, y eso es lo que me da un poco de pánico.

Yo no suelo mantener relaciones amistosas con hombres, exceptuando a Agustín, quien por cierto, un poco distanciado estaba. La realidad es que poca atención le preste a esa situación, ya que bastante tengo en mi día a día como para preocuparme por sus histeriqueadas.

Por otro lado...

Por otro lado, salí de mi trance al oír su voz y ver cómo movía su mano frente a mis ojos. Parpadeé reiteradas veces y lo mire, carraspeando.

—¿Que?— solté, esperando a que hable, y que borre esa sonrisita divertida que me hacía de vez en cuando.

—Estás en otra... Te pregunte si mañana haces algo— asintió con su cabeza, recostando su espalda contra el respaldar de la silla de madera.

Yo me encogí de hombros y despeine un poco mi flequillo.

—Tengo que trabajar hasta el medio día, y después ir a buscar a Isa a lo de mi tía— respondi, volviendo mi mirada a las hojas frente a mi, dándome cuenta que sólo habíamos resuelto dos de ocho ejercicios. Fruncí mi nariz y labios ante eso.

—Te llevó a buscarla y de ahí vamos a merendar a algún lado, ¿te pinta?— cuestionó, y yo volví mi mirada a él, dándole una pequeña sonrisa.

—Mucha merienda, mucha merienda, pero el lunes tenemos que entregar esta mierda y todavía no terminamos— le señalé las hojas, las cuales él miro, respondiendo con una mueca.

—Dale Zoe, no te pongas en ortiva... A parte tengo una re lija, y yo con hambre no puedo pensar— se "defendió", y un pequeño puchero se formó en sus labios.

Rode mis ojos y mire mi celular, viendo que la hora marcaban las seis en punto.

—Bueno... Te propongo esto— asentí, levantándome de la silla, la cual estaba casi pegada a la de él—. Vamos a merendar algo, y a las seis y media nos sentamos a terminar esto. Yo no me quiero llevar matemática de nuevo... A parte, él pelado ese tiene una pinta de vigilante tremenda, y mucho no me cabe— admití, en un tono de queja, mientras caminaba hacia la puerta de mi habitación.

sueños | truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora