𝘚𝘌𝘝𝘌𝘕𝘛𝘏 𝘊𝘏𝘈𝘗𝘛𝘌𝘙

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—Bueno —dijo el señor Weasley, balanceando un poco los brazos mientras trataba de encontrar palabras con las que romper el incómodo silencio—Tie... tienen ustedes una casa muy agradable—

Harry tuvo que morder sus labios para no dejar escapar una risita de incredulidad por lo que el señor Weasley dijo, considerando como se encontraba la sala habitualmente inmaculada se hallaba ahora cubierta de polvo y trozos de ladrillo, este comentario no agradó demasiado a los Dursley. El rostro de Vernon se tiñó otra vez de rojo, y  Petunia volvió a quedarse boquiabierta. Pero ambos se encontraban bastante asustados para decir algo.

El señor Weasley miró a su alrededor. Le fascinaba todo lo relacionado con los muggles. Harry lo notó impaciente por ir a examinar la televisión y el vídeo.

—Funcionan por eclectricidad, ¿verdad? —dijo en tono de entendido—¡Ah, sí, ya veo los enchufes! Yo colecciono enchufes —añadió dirigiéndose a Vernon—Y pilas. Tengo una buena colección de pilas. Mi mujer cree que estoy chiflado, pero ya ve—

Era evidente que  Vernon era de la misma opinión que la señora Weasley, Harry por otro lado contemplaba divertido la escena.

Dudley apareció de repente en la sala. Harry oyó el golpeteo del baúl en los peldaños y comprendió que el ruido había hecho salir a Dudley de la cocina. Fue caminando pegado a la pared, vigilando al señor Weasley con ojos desorbitados, e intentó ocultarse detrás de sus padres. Por desgracia, las dimensiones de Vernon, que bastaban para ocultar a la delgada Petunia, de ninguna manera podían hacer lo mismo con Dudley.

—¡Ah, éste es tu primo!, ¿no, Harry? —dijo el señor Weasley, tratando de entablar conversación.

—Sí —dijo Harry mirando con malicia a su primo—es Dudley—

Él y Ron se miraron y luego apartaron rápidamente la vista. La tentación de echarse a reír fue casi irresistible. No le agradaba del todo Ronald pero al menos entendía el humor de Harry lo cual el azabache apreciaba mucho.

  —¿Estás pasando unas buenas vacaciones, Dudley? —preguntó cortésmente.

Dudley gimoteó. Harry vio que se agarraba aún con más fuerza el enorme trasero Harry quería reirse ante la escena.

Fred y George regresaron a la sala, transportando el baúl escolar de Harry. Miraron a su alrededor en el momento en que entraron y distinguieron a Dudley. Se les iluminó la cara con idéntica y maligna sonrisa, Harry sintió que la emoción recorría su pecho sentía que se avecinaba una broma magistral.

—¡Ah, bien! —dijo el señor Weasley—. Será mejor darse prisa.

Se remangó la túnica y sacó la varita. Harry vio a los Dursley echarse atrás contra la pared, como si fueran uno solo.

¡Incendio! —exclamó el señor Weasley, apuntando con su varita al orificio que había en la pared.

De inmediato apareció una hoguera que crepitó como si llevara horas encendida. El señor Weasley se sacó del bolsillo un saquito, lo desanudó, cogió un pellizco de polvos de dentro y lo echó a las llamas, que adquirieron un color verde esmeralda y llegaron más alto que antes.

—Tú primero, Fred —indicó el señor Weasley.

—Voy —dijo Fred—. ¡Oh, no! Esperad...—

A Fred se le cayó del bolsillo una bolsa de caramelos, y su contenido rodó en todas direcciones: grandes caramelos con envoltorios de vivos colores.

Harry sintió una alegría enorme entendió el plan de los gemelos o simplemente ahora los amaba.

Fred los recogió a toda prisa y los metió de nuevo en los bolsillos; luego se despidió de los Dursley con un gesto de la mano y avanzó hacia el fuego diciendo: «¡La Madriguera!» Petunia profirió un leve grito de horror. Se oyó una especie de rugido en la hoguera, y Fred desapareció.

—Ahora tú, George —dijo el señor Weasley—Con el baúl—

Harry ayudó a George a llevar el baúl hasta la hoguera, luego, gritó «¡La Madriguera!», se volvió a oír el rugido de las llamas y George desapareció a su vez.

—Te toca, Ron —indicó el señor Weasley.

—Hasta luego —se despidió alegremente Ron. Tras dirigirle a Harry una amplia sonrisa, entró en la hoguera, gritó «¡La Madriguera!» y desapareció.

Ya sólo quedaban Harry y el señor Weasley.

—Bueno... Pues adiós —les dijo Harry a los Dursley no iba a comportarse como un maleducado.

Pero ellos no respondieron. Harry avanzó hacia el fuego; pero, justo cuando llegaba ante él, el señor Weasley lo sujetó con una mano. Observaba atónito a los Dursley Harry lo miró sin entenderlo.

—Harry les ha dicho adiós —dijo—¿No lo han oído?—Oh era eso la verdad muy poco le importaba que sus parientes respondieron la despedida

—No tiene importancia —le susurró Harry al señor Weasley—De verdad, me da igual—

Pero el señor Weasley no le quitó la mano del hombro.

—No va a ver a su sobrino hasta el próximo verano —dijo indignado a Vernon—¿No piensa despedirse de él?—

El rostro de Vernon expresó su ira. La idea de que un hombre que había armado aquel desastre en su sala, le enseñara modales era insoportable. Pero el señor Weasley seguía teniendo la varita en la mano, y Vernon clavó en ella sus diminutos ojos antes de contestar con tono de odio:

—Adiós—

—Hasta luego —respondió Harry, introduciendo un pie en la hoguera de color verde, que resultaba de una agradable tibieza. Pero en aquel momento oyó detrás de él un horrible sonido como de arcadas y Petunia que se ponía a gritar.


𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘦𝘳𝘱𝘦𝘯𝘵 𝘪𝘯 𝘓𝘪𝘰𝘯'𝘴 𝘋𝘪𝘴𝘨𝘶𝘪𝘴𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora