𝘌𝘐𝘎𝘏𝘛𝘏 𝘊𝘏𝘈𝘗𝘛𝘌𝘙

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Harry se dio la vuelta. Dudley ya no trataba de ocultarse detrás de sus padres, sino que estaba arrodillado junto a la mesita del café, resoplando y dando arcadas ante una cosa roja y delgada de treinta centímetros de largo que le salía de la boca. Tras un instante de perplejidad, Harry comprendió que aquella cosa era la lengua de Dudley... y vio que delante de él, en el suelo, había un envoltorio de colores brillantes Harry quería reirse escandalosamente miraba la escena embelesado.

Petunia se lanzó al suelo, al lado de Dudley, agarró el extremo de su larga lengua y trató de arrancarla; como es lógico, Dudley gritó y farfulló más que antes, intentando que ella desistiera. Vernon daba voces y agitaba los brazos, y el señor Weasley no tuvo más remedio que gritar para hacerse oír.

—¡No se preocupen, puedo arreglarlo! —chilló, avanzando hacia Dudley con la mano tendida.

Pero Petunia gritó aún más y se arrojó sobre Dudley para servirle de escudo.

—¡No se pongan así! —dijo el señor Weasley, desesperado—Es un proceso muy simple. Era el caramelo. Mi hijo Fred... es un bromista redomado. Pero no es más que un encantamiento aumentador... o al menos eso creo. Déjenme, puedo deshacerlo...—Harry se sintio un poquito mal por el mago solo un poquito

Pero, lejos de tranquilizarse, los Dursley estaban cada vez más aterrorizados: Petunia sollozaba como una histérica, Dudley parecía estar ahogándose bajo la doble presión de su madre y de su lengua; y Vernon, que había perdido completamente el control de sí mismo, cogió una figura de porcelana del aparador y se la tiró al señor Weasley con todas sus fuerzas. Éste se agachó, y la figura de porcelana fue a estrellarse contra la descompuesta chimenea.

—¡Vaya! —exclamó el señor Weasley, enfadado y blandiendo la varita—¡Yo sólo trataba de ayudar!—

Vernon agarró otra pieza de adorno.

—¡Vete, Harry! ¡Vete ya! —gritó el señor Weasley, apuntando con la varita a tío Vernon—¡Yo lo arreglaré!—

Harry hizo un pequeño puchero el no quería perderse la diversión, pero un segundo adorno le pasó rozando la oreja izquierda, y decidió que sería mejor dejar que el señor Weasley resolviera la situación no queria que un adorno fuera a dar a su hermoso rostro. Entró en el fuego dando un paso, sin dejar de mirar por encima del hombro mientras decía «¡La Madriguera!». Lo último que alcanzó a ver en la sala de estar fue cómo el señor Weasley esquivaba con la varita el tercer adorno que le arrojaba Vernon, Harry giraba muy rápido, y la sala de estar de los Dursley se perdió de vista entre el estrépito de llamas de color esmeralda.

Harry dio vueltas cada vez más rápido con los codos pegados al cuerpo. Borrosas chimeneas pasaban ante él a la velocidad del rayo, hasta que se sintió mareado y cerró los ojos. Cuando por fin le pareció que su velocidad aminoraba, estiró los brazos, a tiempo para evitar darse de bruces contra el suelo de la cocina de los Weasley al salir de la chimenea.

—¿Se lo comió? —preguntó Fred ansioso mientras le tendía a Harry la mano para ayudarlo a levantarse.

—Sí —respondió Harry poniéndose en pie y dándole una sonrisa al pelirrojo—¿Qué era?—Pregunto extasiado por la obra de arte que vio 

—Caramelo longuilinguo —explicó Fred, muy contento—Los hemos inventado George y yo, y nos hemos pasado el verano buscando a alguien en quien probarlos...—

Todos prorrumpieron en carcajadas en la pequeña cocina; Harry miró a su alrededor, y vio que Ron y George estaban sentados a una mesa de madera, con dos pelirrojos a los que Harry no había visto nunca, aunque no tardó en suponer quiénes serían: Bill y Charlie, los dos hermanos mayores Weasley lo unico que paso por la mente del azabache fue: Santo Merlin .

—¿Qué tal te va, Harry? —preguntó el más cercano a él, dirigiendole una amplia sonrisa y tendiendole una mano grande que Harry estrechó. Estaba llena de callos y ampollas por que encontraba eso tan atractivo señor. Aquél tenía que ser Charlie, que trabajaba en Rumania con dragones. Su constitución era igual a la de los gemelos alto y robusto con un pecho enorme, Tenía una cara ancha de expresión bonachona, con la piel curtida por el clima de Rumania y tan llena de pecas que parecía bronceada; los brazos eran musculosos, y en uno de ellos se veía una quemadura grande y brillante.

Bill se levantó sonriendo y también le estrechó la mano a Harry, quien se sorprendió. Sabía que Bill trabajaba para Gringotts, por todo lo que habia escuchado de el penso que seria como una versión crecida de Percy, Sin embargo, Bill era (no había otra palabra para definirlo) Sexy: era alto, tenía el pelo largo y recogido en una coleta, llevaba un colmillo de pendiente e iba vestido de manera apropiada para un concierto de rock, salvo por las botas (que, según reconoció Harry, no eran de cuero sino de piel de dragón).

𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘦𝘳𝘱𝘦𝘯𝘵 𝘪𝘯 𝘓𝘪𝘰𝘯'𝘴 𝘋𝘪𝘴𝘨𝘶𝘪𝘴𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora