Todo se detuvo 31

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Su apariencia había dejado de ser lo que antes era. Había un súbito cambio tanto en su persona como en su apariencia y presencia desde que todo había iniciado. 

Desde que había conocido a Robin entendió que todo iba a cambiar. Él era diferente. Era especial, nunca se había encontrado con alguien como él y dudaba el poder encontrar a alguien más. Cuando peleo por primera vez con él lo sintió, aquella emoción en el combate que había perdido al no encontrar a ningún rival que fuera digno o que estuviera a su altura, alguien que presentara un verdadero reto. Robin supero con creces cualquier expectativa que tuvieses.

Aquel chico se movía con gracia, sus golpes eran certeros y fuertes. Estaba decidido con lo que hacía. A pesar de poseer una musculatura desarrollada, su cuerpo delgado lo compensaba con su agilidad y su flexibilidad al momento de pelear. la perfecta combinación de gracia, belleza y violencia estaba frente a sus ojos. Por una razón se obsesiono por tenerla, pero cada intento era rechazado, no se dio por vencido y Robin nunca dejo de luchar. 

Aquella ave que surcaba los cielos no caía nunca en sus dulces trampas, en cambio las burlaba como nadie más. 

Le gustaba la relación que llevaban. Era dulce y un verdadero deleite el jugar al gato y al ratón, un juego sin fin. Sus garras que aunque herían al ratón, nunca acababan con él, era su preferido, y solo buscaba enseñarle una lección.  

Aquella noche cuando descubrieron sus identidades, fue algo que ninguno de los dos iba a olvidar. Descubrieron quienes eran en verdad y como su historia juntos parecía haber iniciado mucho antes de lo que pensaban. Slade nunca espero que Robin fuera Richard, aquel hermoso doncel por quien había caído en más de un sentido y Richard nunca espero que el hombre desconocido con el que se había estado viendo por tanto tiempo resultara ser su mayor enemigo, que fuera Slade. 

Entre ellos todo cambio desde ese momento. Descubrieron que estaban destinados a estar juntos y se aferraron a ello. No podía estar separados el uno del otro, se necesitaban mutuamente. Su relación comenzó a florecer y sus sentimientos se enraizaron con fuerza,  el que Richard acudiera a él cuando tomó por primera vez una vida, demostró el compromiso y la confianza que se depositaban. Y el apoyo que brindó Slade cuando Richard comenzó a tomar otro camino, los unió más. 

No había manera de separarlos. Se habían convertido en uno solo sin siquiera darse cuenta. 



Su aspecto era devastador, demostraba cuanto le afectaba su ausencia. Lo necesitaba y no podía tenerlo a su lado. 

Una mano acaricio su cabello y el no sentir la calidez habitual lo devastaba en el interior. La fuerza con la que cerraba sus puños hacia que sus nudillos lucieran blancos. 

— Esto no es justo — murmuro. Su voz era dura llena de ira, pero los destellos de tristeza e injustica relucían a su vez. 

— No, no lo es para nada — Richard volvió a acariciar la blanca cabellera del mayor. 

Slade se encontraba con el alma de Richard, el lugar era diferente a la última vez que estuvo ahí, también Richard lucía diferente. Su aspecto tampoco era el mejor, de igual manera lucia débil y demacrado. En su rostro se podían ver bolsas moradas bajo los ojos, sus labios se encontraban ligeramente secos, su cuerpo delgado y sus mirada ya no era tan brillante como alguna vez fue. La casa lucía deteriorada y dañada, como si tuviese demasiado tiempo. Pero todo ello era el resultado del desgasto que le provocaban los "héroes" al alma de Richard cada que entraban e intentaban conseguir respuestas. 

Su presencia era cada vez menor. Su alma de a poco dejaba de existir. No le quedaba mucho tiempo ahí, por más que sus almas estuviese entrelazadas, Richard ya no pertenecía a este plano. 

Cuando el carrusel se detuvo... [SLADIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora