Capítulo 5

40 4 0
                                    

—Entonces, ¿él quería estar con la chica pero ya tenía un matrimonio arreglado y ya no podía hacer nada?

—Así es— Mis labios formularon eso mientras estaba aguantando el nudo en la garganta tratando de soportar lo sensible que me había puesto ese libro. 

¿Cómo olvidar cuando te la pasaste llorando por un romance ficticio?

Es que yo quería que se quedaran juntos.

Pues ni modo.

—Vaya historia, tanto para nada— Dijo el pelinegro sin un poco de tacto ante toda la historia que le había contado mientras caminábamos hacia la dirección de mi casa.

—¡¿Cómo que "tanto para nada"?!— Exclamé haciendo contacto visual con él—. ¡Ellos dos merecían estar juntos! 

—Pero el padre del chico tenía más influencia en él que lo que pensaba el pobre ¿no?

—Pues... sí, pero...

—Y el tipo decidió obedecer a los mandatos de su padre ¿verdad?

—Mhm— Asentí con la cabeza con mi mirada baja.

—Entonces el chico fue el que provocó eso— Soltó secamente.

¡¿QUE QUÉ?!

Pues, tiene razón.

Tú cállate.

—Pero...

—Era quedarse con la chica o quedarse con la empresa, y bueno— Soltó un suspiro algo pesado para después continuar—, la avaricia humana se apoderó de él.

—¡Pero si nombró un perfume con el apodo que le tenía a ella! 

—Eso solo recalca que prefirió la empresa antes que a ella— Se giró para verme bajando su mirada, y cuando lo hizo mi mente se dio cuenta de algo...

¿Por fin te das cuenta de lo bajita que estás? ¡Qué milagro!

¡Él es el que está tan alto! ¡¿Tiene genes de gigantes o qué?!

Más bien tú tienes genes de enano.

¡Un metro sesenta no es tan bajo!

—¡Pero...!

—Él tenía los recursos para poder crear su propia compañía, si hubiese tenido eso en cuenta, la hubiera elegido a ella en vez de a su padre— Mencionó negando con la cabeza y volcando los ojos.

Quería responderle pero justo habíamos llegado a mi casa, me detuve en la entrada con la duda de entrar o no.

—¿Aquí es?— Preguntó en lo que miraba mi domicilio.

—Sip.

—Linda casa. 

—Oh, gracias— Ese último comentario dio comienzo a un pequeño silencio algo incómodo, no quería despedirme y mucho menos entrar a saber cuál sería la estúpida razón por la que mi padre me había exigido llegar.

Yo digo que sigamos caminando.

Quisiera... pero no.

—Entonces— Rompió el silencio él, posicionó su mano atrás de su nuca para frotarla—, nos vemos mañana Rox— Y acompañó la gesticulación de su boca al decir mi nombre con una media sonrisa.

Y yo, como de costumbre...

Se puso como tomate.

No fue taaanto.

Sí claro.

—Ah, claro— Pronuncié intentando sonar lo menos nerviosa posible—, hasta mañana, Zack— Y le devolví la sonrisa.

Confío en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora