Capítulo 10

22 1 0
                                    

Divorcio.

Y por infidelidad.

Dos de las peores palabras para completar una fase horrible que suelen pasar unos niños que apenas se están acostumbrando de todas las discusiones que causa la segunda acción.

Para unos niños realmente suele impactar demasiado el hecho de que sus padres se separen y que tengan que irse con uno solo pero siempre y cuando vean al otro.

Un horror para muchos, un alivio para mí.

Por suerte ya no soy del todo una niña.

No es que esté en contra del amor, pero en mi familia ese sentimiento se fue acabando y lo único que lo sostenían (o mejor dicho) sosteníamos, éramos nosotros. Los hijos suelen, por no decir que casi siempre, la única razón por la que siguen juntos una pareja, la cual, se dio cuenta que hace tiempo se terminó el motivo por el cual se unieron.

Una acción demasiada ilógica para mí, ¿por qué te casas o vas a vivir con alguien que no te hace del todo feliz durante su noviazgo? Si es que esa persona te ha dado demasiadas red flags, significa que no serás afortunado el resto de tus días.

Pero bueno, supongo que al principio todo es muy bonito ¿verdad? 

Para ser sincera, tampoco es que esté del todo feliz que mis padres hayan tomado eso definitivamente, pero no diré que no me alegra que mi madre haya podido dar ese paso, en verdad me llena de alivio que mi mamá haya sido la principal que consideró todo esto. 

Recuerdo que cuando era pequeña, en algunas ocasiones seguidas llegué a escucharlos pelear antes de dormir, pero cuando ya estaba en el quinto sueño, solamente sentía el peso de mi madre a un lado mío. Antes de querer abrazarla para poder conciliar mi sueño, solo bastaba con escuchar sus intentos de ocultar sus sollozos para que entendiera que ahora ella necesitaba la compañía de alguien, y no de una dormida, así que trataba de despertarme rápido para poder voltearme hacia mi madre y abrazarla.

—Todo estará bien mami, tú tranquila yo nerviosa —repetía lo que ella me decía cada que llegaba a verme (o yo me animaba a decirle) asustaba cada vez que veíamos a mi padre alzando la voz, mi mamá se agachaba para estar a mi altura y me decía eso antes de enfrentarlo.

—Sí mi amor —mi madre murmuraba entre sollozos mientras yo me levantaba más y más para que ella pudiera acurrucarse en mi pecho, sentía como pasaba sus manos por sus mejillas para quitar sus lágrimas.

Yo solamente la abrazaba y besaba de vez en cuando su cabeza para calmarla, o tal vez hacía eso para calmarme a mí.

—Seguiremos con esto a más profundidad mañana, si les parece bien —mis padres asintieron con sus cabezas y mi padre fue el que se adelantó para despedir a los abogados.

—¿Estarán bien? —mi madre se giró hacia Ethan y yo, que estábamos sentados en los sofás viendo todo como testigos.

—Mamá, yo ya tengo el dinero suficiente como para rentar un apartamento decente —dijo mi hermano de la nada, mi madre y yo volteamos a verlo, incrédulas.

—¡¿Tenías dinero de sobra y fingías que no?! —me indigné, cuántas veces le pedí dinero para poderme comprar golosinas y me lo negó diciéndome que no tenía nada. 

Maldito.

—¿Y ya has visto algunos? —los dos ignoraron mi comentario para enfocarse en lo que había dicho.

—Alguno que otro pero —se encogió de hombros—, no me he decidido.

—Bueno, tú eres el que tomará esa decisión y aquí estaré para ti —mi madre sonrió de lado antes de girarse por completo hacia mí.

Confío en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora