Beomgyu pensó que Yeonjun no lo escucharía, que volvería a buscarlo, que aparecería en la Tierra pidiéndole para que se arrepintiera de su decisión de que no se podrían volver a ver.
Beomgyu pensó que Yeonjun no se alejaría de él.
Pero el tiempo fue pasando....La Tierra, las personas y los propios demonios se fueron moldeando al tiempo que pasaba de modo incoherente, lento y rápido al mismo tiempo, pareciendo probar la mente del demonio de cabellos castaños para ver hasta cuando el aguantaría "vivir" de aquella manera.
Los primeros años sin la presencia constante de Yeonjun tras de sí se pasaron en la Tierra de modo que parecía ser cruel de tan lento. Las primeras veces en que la ausencia del ser divino era gigante, Beomgyu pensaba que el ángel debía de estar ocupado, que era por eso que él no aparecía de nuevo para sí. Pero, cuando los años se fueron transformando en décadas y las décadas en siglos , Beomgyu se hundió en un desespero silencioso.
El, de hecho, había hecho lo cierto al cortar cualquier relación que pudiese existir entre el, un demonio, y el ángel. Pero luego en el momento en que dijera aquellas palabras maliciosas, pero que cargaban la verdad, para el ángel, Beomgyu volvió al infierno, y sintió como si aquello estuviese errado, como si el hecho de haber forzado a Yeonjun a alejarse de si fuese muy, muy incorrecto.
Beomgyu dejó de contar los años.
El demonio iba hasta la Tierra e inconscientemente miraba hacia los lados, para el rostro de las personas por las cuales el pasaba al caminar en dirección a sus contratantes, buscando el rostro conocido, por la sonrisa que jamás salía de sus pensamientos.
La tierra había cambiado tanto que Beomgyu no conseguía recordarse exactamente de los locales que visitaba mientras Yeonjun estaba a su lado, para contarle sobre algunos lugares del Paraíso o de como el encontraba a los humanos interesantes.
Beomgyu dejó de contar los años. Él no sabía que más de doscientos años habían pasado en el mundo humano desde la última vez en que había hablado con Yeonjun.
Nada, nada parecía más divertido para el demonio que siempre fue sarcástico en sus frases y risueño al contar sus propias bromas para irritar a sus colegas Grimorios. El infierno parecía estar demasiado aburrido y hasta los mismos humanos parecían más irritantes y mezquinos de lo que eran en la época en que Yeonjun lo acompañaba en la Tierra.
Beomgyu había visto algunos ángeles en el pasar del tiempo, pero éstos ángeles nunca eran Yeonjun. El demonio se arriesgaba al presentir una leve presencia divina cerca de los locales que visitaba en el mundo humano y se obligaba a aproximarse, esperando encontrarse a aquél que él mismo había mandado alejarse de su vista.
"Si te veo frente a mí de nuevo, nosotros no seremos nada más que enemigos."
Fueron esas las palabras que Beomgyu recordaba con clareza haber dicho a Yeonjun. Llegaba a ser estúpido el modo como él sabía, que el jamás podría, de hecho, considerar a Yeonjun un enemigo siendo que pasaron demasiado tiempo juntos, compartiendo experiencias y conversando sobre todo lo que pudiese ser conversado.
Era ridículo como la presencia del ángel calentaba su interior, siempre muy frío.
Beomgyu sentía como si conociese al más alto hacía demasiado tiempo y que algo los unía de un modo doloroso. Haciendo que el demonio se martirizara en silencio por haber abandonado su relación prohibida con el ángel.
La verdad era que cuando Beomgyu estaba con Yeonjun, él no se sentía solitario, no se sentía vacío.
Pero él lo había alejado y - queriendo o no - necesitaba aprender a vivir sin la risa alta del ángel haciendo eco en sus oídos.
En doscientos años, muchas cosas sucedieron en el infierno.
Kaiy Soobin habían pasado por malos tiempos después de la misión fallida del moreno....Porque Soobin no había conseguido llevar el alma de la humana al infierno, fue rebajado de nivel en la jerarquía demoniaca y se transformó en un Baal, un demonio guardián de la Torre de los Vientos - la principal Torre del Segundo Círculo Infernal, morada del pecado de la lujuria.
Beomgyu sabía que Kia tenía un buen corazón y consideraba a Soobin mucho más que una compañía en el infierno, y no llegó a sorprenderle cuando se enteró de la necesidad del demonio de cabellos negros y piel blanca ser rebajado también a Baal, para permanecer al lado de quien un día fue su contratante.
Era ridículo, en la opinión de Beomgyu, lo que Kai estaba haciendo. Ser un Baal no tenía ventaja alguna para un demonio, mientras los Grimorios podían ir hasta la Tierra siempre que les fuese ordenado, lo que , para Beomgyu, era la única cosa que importaba para un demonio.
Al final, ¿Cuál era la gracia de estar preso en el infierno, para siempre?
Pero no había nada que Beomgyu le dijese a Kai para hacerle cambiar de opinión. En algún tiempo un nuevo humano llegó al infierno a través de un pacto hecho con Kai y este acabara por tornarse también en su protegido.
Sehun era su nombre.
Beomgyu aún se acordaba del día en que Sehun se había convertido en un Grimorio, tomando el lugar de Kai, para que el mismo pudiese convertirse en Baal. El tiempo durante aquella época pareció correr más rápido, pero no hacía que Beomgyu dejara de pensar en quien no gustaría pensar.
¿Y si él lo hubiera hecho diferente? ¿Si no hubiese alejado a Yeonjun de sí? ¿ Qué hubiera sucedido? No que algo pudiese ser hecho, porque no había como encontrar al ángel, y aunque hubiese un modo de encontrar a Yeonjun en la Tierra, Beomgyu siempre había sido y siempre sería demasiado orgulloso para rebajarse y pedirle al otro que olvidase todo lo que le había dicho.
Beomgyu no conseguía pedir disculpas.
Doscientos años se pasaron y algunas décadas más vinieron rápido, en un pestañeo de ojos.
Kai y Soobin habían conquistado sus objetivos y ambos permanecían lado a lado como demonios Baal y, además después de tanto tiempo, continuaban siendo guardianes de la Torre de los Vientos, mientras Beomgyu y Sehun eran demonios de los pactos. Beomgyu pensaba que éste - Sehun- se convertiría en su compañero, para que ellos pudiesen aprovecharse de los humanos juntos, reír de su desgracia o por lo menos divertirse juntos, pero cuando Sehun volvió de la Tierra cierta vez, la única palabra que salía de su boca repetidas veces era "Luhan."
El tipo estaba perdido, era lo que Beomgyu pensaba con disgusto.
Cierta vez, Beomgyu volvía de una misión en la Tierra cuando vio a Soobin y Sehun - junto a Kai - discutiendo rápido en la entrada de la Torre de los Vientos. Aparentemente no era sólo Beomgyu quien creía que Sehun estaba perdidamente y ridículamente interesado en su contratante humano.
Beomgyu aún estaba lejos de la Torre, cuando escuchó a Soobin gemir, " Luhan....Lu..." En un tono afeminado, obviamente bromeando con Sehun, haciendo bromas de su obsesión por el humano. Una risada arañó la garganta de Beomgyu mientras se aproximaba a los tres demonios y, al escuchar su nombre, no perdió la oportunidad para - intentar -divertirse.
"No necesitas mirarme así." Soobin murmuró para Sehun en casi un pedido de disculpas por la discusión. "Es todo culpa del tiempo que pasé cerca de Beomgyu."
Beomgyu vio a Kai rodar los ojos, cansado de la infantilidad de sus protegidos, cuando dos golpes certeros fueron dados a Sehun y Soobin por las manos del demonio de cabellos castaños y ojos delineados.
"La próxima vez que escuche a alguien decir mi nombre en vano, morirá." Beomgyu dijo en una mezcla de seriedad y diversión.
Ya no era tan divertido incomodar a sus compañeros demonios, pero Beomgyu intentaría aprovechar el momento y hacer alguna broma para que el - por lo menos - encontrara gracia a la situación.
"Kai," Beomgyu llamó, con una sonrisa maliciosa en los labios. "Tú sabes que yo odio a todo y cualquier demonio Baal, pero por ti puedo hacer una excepción, ¿Cierto?"
"¡Vete de aquí, Beomgyu!" Soobin exclamó, colocándose frente a Kai, como si lo protegiese. "¡ Vete a buscar a alguien para ti y deja a Kai en paz!"
Beomgyu sintió una puntada donde debería estar su corazón, recordando que - de hecho- él tenía a alguien para sí, pero lo había alejado, con certeza de que era lo mejor para ambos.
Certeza era que se desvanecía cada día más mientras pasaba inmerso en soledad.
Una sombra que recordaba tristeza pasó por el rostro del demonio de cabellos castaños, lo que pasó desapercibido por los otros, que volvieron a discutir. Beomgyu sonrió forzadamente y entró en la Torre de los Vientos, sin decir nada más, no queriendo más ver o conversar con nadie. El sólo quería estar solo....Continuar solo.
¿Será que los demonios poseen corazón? Dicen que no, pero entonces, Beomgyu se preguntó, solo en su cuarto, ¿Por qué dolía tanto?
La felicidad ajena enojaba al demonio, pero él era el culpable por todo aquello que le sucedía.
Beomgyu se culpaba por estar pasando por eso, porque era el quien se había aproximado a Kai en el infierno, pensando que sería interesante hacer amistad con el novato pequeño y de ojos grandes. El no imaginaba que junto a Kai acabaría conociendo a Soobin, Sehun, y por último, Luhan.
Luhan había llegado al infierno y permaneció con Sehun, como era de esperar, y en poco tiempo ya se había convertido en Grimorio, un demonio de pactos. Beomgyu podría vomitar cuando los cuatro colegas estaban juntos, porque de hecho, era mucha felicidad reunida.
Era injusto.
¿Por qué todos ellos podían ser felices y Beomgyu no? ¿Por qué Beomgyu no se envolvía con un humano y lo traía al infierno como los otros? ¿Por qué, diablos, el se fué a envolver con un ángel?
Él sabía que estaba equivocado y jamás sucedería algo como éso.
Beomgyu sentía tanta falta de Yeonjun que algunas veces se sentaba en el suelo de su pequeña habitación en la Torre de los Vientos y escondía la cabeza entre las piernas , éstas pegadas a su tronco. Se quedaba el máximo de tiempo que podía encogido en el suelo, pero no permitía que lagrima alguna saliera de sus ojos. Beomgyu no lloraba porque encontraba ridículo cuando los sentimientos humanos, ya hacía mucho tiempo olvidados dentro de sí, afloraban y lo dejaban perturbado.
Kai cierta vez le había dicho a Beomgyu que los demonios Jinn, aquellos que ya fueron humanos, eran capaces de sentir cosas que los otros demonios jamás podrían sentir. Kai creía con todas sus fuerzas que ellos - Jinn- , que ya fueron personas normales, que ya fueron poseedores de emociones, aún permanecían con ése tipo de sentimientos, aunque aquellos pudiesen estar escondidos en las entrañas del interior de sus cuerpos demoniacos.
Ya Beomgyu no creía en eso. Encontraba ridículo cuando Kai le decía que amaba a Soobin. Para Beomgyu sólo existía el sentimiento de placer, porque era eso lo que ellos eran: demonios rodeados de placer carnal, que vivían en el Segundo Círculo del Infierno, vivían con lujuria a su alrededor, vivían por lujuria y nada más.
Amar era algo imposible para los demonios, por lo menos para un demonio como Beomgyu.
Y, en retorno a sus pensamientos egoístas, nadie jamás amaría a Beomgyu, claro.
"Realmente, no tienes por qué tener miedo, no es demasiado. ¿Verdad, Sehun? Dile a Luhan que todo estará bien." Kai dijo, lanzando una sonrisa dócil al nuevo demonio.
Era la primera vez que Luhan haría un pacto y como él era el novato, todos parecían querer ayudarlo a calmarse, ya que no había exactamente nada en especial en ir hasta la Tierra y realizar contratos con seres humanos.
La única parte aterradora, para la mayoría, eran los ángeles que infestaban ciertos lugares del mundo humano.
"Luhan, yo voy contigo." Sehun dijo, apretando los dedos del menor entre los suyos. "Pedí permiso y me fue concedido."
Una discusión entre Soobin y Sehun comenzó y Beomgyu rodó los ojos. Ellos no pasaban de niñatos con apariencia de adultos, porque era increíble la cantidad de veces que peleaban por día. Kai, como buen apaciguador que era, hizo el favor de acabar con la discusión y tomar a Soobin de la mano, alejándolo de Sehun mientras el mismo se volteaba para el lado de Luhan.
Los cinco demonios estaban en la sala de Minos, aunque el mismo estuviese ausente, presente en una junta que acontecía en el noveno Círculo infernal. Beomgyu estaba allá en la sala, sentado sobre la mesa del jefe de ellos, observándolos a los cuatro - dos Grimorios y dos Baal- , y sintiendo una necesidad inmensa de vomitar.
Era demasiada felicidad reunida en el mismo lugar.
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(im)puro || Yeongyu
FantastikBeomgyu, un demonio que realiza pactos con humanos, fue enviado hasta la tierra para una nueva misión, con el objetivo de conquistar otra alma más para llevar al infierno. Lo que él no esperaba era que el Cielo interfiriese en su trabajo rutinario y...