XIV

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Jingyi sabía dos cosas en ese momento. La primera, era qué posiblemente lo habían invitado con dobles intenciones, y la segunda, es que aquel bollo de carne seguramente le daría indigestión, "no debí comerlo" pensó, ¿lo regañarían por ello?

— Entonces como le decía joven príncipe, una esposa como-.

¡¿QUÉ CARAJOS?!

Se había perdido unos segundos en su mente y de pronto ¡el enano ese le sale con eso!

— Perdone mi descortesía Lianfang-zun, pero no estoy interesado en un matrimonio por el momento.

El mayor tuvo un pequeño cambio en su rostro después de escuchar aquello, pero rápidamente se recompensó.

— Mis disculpas, príncipe, tal vez fue mi negligencia e intervino en un asunto que no me compete.

— Ajá lo hizo –aseguró el más joven. — Por cierto Lianfang-zun, su esposa no sabe hacer té.

Fue inevitable para el Jin torcer su rostro en una mueca después de escuchar aquello. El joven príncipe simplemente se puso de pie y salió de aquella habitación. Qué mal trato le habían ofrecido segundos atrás.

Cuando salió de la habitación, se encontró con un joven de cabello ondulado color negro y que tenía una sonrisa socarrona, sus ojos color miel hacían contraste con el tono de piel. Quan Zhen el guardia personal del joven príncipe estaba comiendo un bollo y tenía un par de migajas esparcidas por su traje.

El joven Zhen había sido reclutado durante la guerra. La familia Jiang lo acogió entre sus tropas, era un niño de apenas cinco años que había perdido a toda su familia a manos de los Wen. Después era un mini espía para el joven líder Jiang, y consiguió el favor del líder y se convirtió en el guardia personal del hijo de este.

— Mi príncipe que bueno que sales –dijo "aliviado". — Muero de hambre.

Jingyi quiso golpear a su joven guardia. "¡Estás comiendo justo ahora, glotón!", expresó mentalmente.

— Zhen, ¿dónde demonios estabas? –preguntó con molestia.

— Justo detrás de usted –se encogió de hombros. — Por cierto su padre dijo que no hablará con Lianfang-zun.

El pelinegro se golpeó la frente, tal vez quedaría roja aquella zona por un buen rato.

— ¿Y de dónde vengo saliendo? –preguntó sarcástico.

— Del lugar donde Lianfang-zun –nuevamente se alzó de hombros. — Lo decía por si lo había olvidado.

— Déjalo así –dijo ya resignado.

— Por cierto, la rata que escapo será encontrada pronto –su tono de voz cambio ligeramente.

— Gracias.

Más tarde ambos irían a darle una visita a aquel que se salió con la suya y escapo.

— ¿Puedo ir a la cocina? –preguntó con dulzura.

— ¡Desaparece de mi vista!

— ¡A la orden!

El joven guardia salió corriendo en dirección a la cocina. Jingyi se resignó con aquel guardia, era muy bueno en su trabajo, y precisamente por ello nadie sospechaba de él.

— Me va a matar de un coraje. ¡Oh no!, ya hablo como el tío abuelo –se asustó.

Sacudió su cabeza, y comenzó a caminar hacia su habitación debía dormir más o se volvería viejo a una corta edad.

Palacio de chispas sobre la nieve

Cuando Jin Ling despertó comenzó su rutina diaria, lavarse, vestirse, dejarse peinar, y después ir por el desayuno.

La princesa heredera °Zhuiling°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora