Epilogo.

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Epilogo.

Año de 1956.

Corea del Sur, Seúl.

Min Yoongi miraba la ventana de su oficina, ya era tarde y su turno habia acabado ahí sin embargo se habia quedado para arreglar unos papeles pendientes, su secretaria se encontraba afuera recogiendo sus cosas por lo que escuchaba entre otra chica que siempre la esperaba. Yoongi miro el papel de sus manos y suspiro, habia estado una semana debatiéndose en si ir en busca de esa persona con el riesgo de que le proporcionaran un buen golpe.

—Señor Min lo buscan. —Dijo su secretaria entrando ya con sus cosas en las manos.

—¿Quién...? —Guardo silencio al ver a la persona detrás de la mujer.

—Bueno no es la mejor hora de venir y lo más probable es que ya te vayas a casa. —Dijo Minho y Yoongi lo invito a pasar y su secretaria se retiró.

—Ha pasado mucho tiempo. —Dijo el menor dentro de esa habitación y Minho asintió.

—Demasiado Yoongi, para mi este año y meses ha sido una completa eternidad. —Yoongi asintió ante lo dicho por el mayor y tomo asiento en su silla.

—Minho perdóname. —Salió simplemente así. Minho lo miro y sonrió tristemente.

—Un perdón no me lo va a regresar, pero también tuve que aprender a perdonarte Yoongi, no fue culpa de nadie de nosotros, la culpa es solo de tu padre. —Yoongi asintió y miro la foto que tenía de Jimin en su escritorio.

—Se que ha sido difícil este año, sin embargo no se para quien fue peor la muerte de Jimin, desapareciste Min, te fuiste y por más que quise encontrarte para matarte no pude, no pude seguir sintiendo esa rabia por ti, Jimin me hizo una carta en donde me decía la verdad, el porqué de esa decisión y como es que a pesar de su muerte siempre te amaría. —Yoongi suspiro y aguanto sus lágrimas.

—No he dejado de amarlo, no he dejado de pensar en él desde el primer día que ya no estaba, me dolió demasiado, pensé en morirme Minho, pero no pude, fui un cobarde. —Susurro lo último y empezó a llorar.

—Es fácil hablar, escribir u opinar sobre un ángel, el describir su sonrisa y la calidez de su alma. Pero nadie se atreve a hablar de los demonios, de escribir sobre ellos, sobre los ángeles caídos y las almas destruidas. Nadie es capaz de describir la belleza oculta detrás de cada cicatriz o la luz que ofrece una mirada, que después de días de llanto, siguió observando el mundo. —Dijo Minho y Yoongi asintió mientras limpiaba sus lágrimas.

Park Minho no tenía mucho error en ellos, resultaba demasiado sencillo describir lo visible, pero muchos aquellos que son tan valientes como Yoongi al sumergirse en lo intangible, en lo abstracto que solo pocas personas entienden, aquel escenario diferente de quien se levantó miles de veces al caer del paraíso, porque, aunque como todos los demás les guste la luz que inspira lo angelical, no hay nada más bello que una chispa surgiendo en un mar de misterio, melancolía, fortaleza y oscuridad.

—Podría incluso matarte ahorita y nadie sabría quien fue más que tu secretaria, sin embargo, hace ya mucho tiempo ya te perdone Yoongi. —Min asintió y Minho se coloco de pie.

—Quédate con nosotros Min, mi hermano siempre deseo que lo visitaras en su tumba, y sé que lo has hecho, vive bien Yoongi, todos en algún momento tenemos que pasar por la perdida de un ser querido. Tu perdiste a tu amor. Yo a mi hermano. —Min se coloco de pie e hizo una reverencia y Minho se retiró.

Su secretaria entro asustada a su oficina y lo miro.

—¿Quiere que llame a su hermano? —Pregunto al ver el rostro de Yoongi. Y este negó.

Ophelia (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora