Al fin, despues de muchos años, casi había perdido la cuenta, Minerva McGonagall se jubiló. Tuvo una buena fiesta de despedida, e incluso algunos profesores lloraron.Estaba feliz, había dejado en su puesto de Director a Neville Longbottom, y estaba segura que lo haría muy bien.
Y ahora, podía relajarse, y lo primero que hizo, fue ir a por una copa, que es lo que necesitaba.
Fue a las tres escobas, estaba practicamente vacía y Madame Rosmerta limpiaba platos hasta que vió entrar a su antigua profesora.
-Profesora McGonagall! -Exclamó Madame Rosmerta.
-No, no! Ya no soy profesora, Rosmerta, así que llamame Minerva! -Dijo sentándose en la barra. -Estoy esperando a una amiga, sirveme mientras ella llega.
-¡Oh! ¡Como me alegro por usted! -Dijo sirviéndole whisky. -Usted fue mi mejor profesora.
-Oh, Rosmerta, me acuerdo bien de tus años es Hogwarts. Mis primeros años como profesora también, pero bien me acuerdo de tus amigos Gideon y Fabián Prewett. -Río McGonagall.
-Minerva, yo me acuerdo de ellos cada día... -Se entristeció Rosmerta.
-Querida, he sido profesora de tantos magos y brujas, y que Voldemort me arrebatara a tantos... Me enfurece. -Gruñó Minerva, bebiendo de su vaso.
-No me lo puedo ni imaginar... Tantos niños muertos en los 70' y los 90', pero muchos han salido existosos. -Consoló Rosmerta.
-Como tú, que llevas este bar tu sola, sin ningún hombre, me hace sentir orgullosa. Atreverte a iniciar un negocio tú sola a los 19 te hace una buena Gryffindor. -Sonrió Minerva.
-Los Prewett me ayudaron... Relamente se lo debo todo a esos dos. -Sonrió Rosmerta.
-Me acuerdo bien de esos dos pelirrojos, me caían tan bien... Siempre molestando a su hermana Molly, pensar que he tenido a todos los hijos de Molly Prewett en mi clase, me dan ganas de replantearme mi edad. -Río Minerva.
-Pero antes de eso tuviese a grandes alumnos, James Potter y Sirius Black, me acuerdo de ellos. Mi favorito era Lupin, siempre me traía regalos en Navidad. -Sonrió Rosmerta.
-Yo no podía tener favorito, James me trataba tan bien! Aunque Sirius se disfrazó de mi en Halloween del 76', eso si me hizo reír, y Remus era un alumno tan ejemplar y era genial tenerlo en clase. Una pena todos sus destinos, me cuesta creer que Peter Pettigrew hiciera eso, era tan buen chico...
-Ni que lo digas, cuando me dijeron lo que supuestamente había hecho Black, se me rompió el corazón. -Dijo Rosmerta negando con la cabeza.
-Pero los 70' fueron magníficos. Seguro recuerdas a Evans, McDonald y McKinnon. -Sonrió McGonagall.
-Oh! Que chicas más magnificas! Tan amables! La muerte de Evans fue devastadora. -Dijo Rosmerta.
-Ni que lo digas. Sólo espero que sea donde sea que esté McDonald, espero que sea feliz. -Dijo McGongall, mirando el vaso vacío. -¿Sabes de quien me acuerdo? Aunque no fueran de mi casa... Barty Crouch, Regulus Black y Evan Rosier.
-Barty Crouch! Que chico más genial! Aunque... Luego hizo lo que hizo... Pero me alegro que el sacrificio de Regulus Black no quedará envano, y que Potter lo contará al mundo para que todos supieramos que Regulus era un buen chico. -Sonrió Rosmerta.
-Sirius murió sin saberlo... Todos están muertos, todos... -Respondió McGongall, a lo que Rosmerta le rellenó el vaso.
-¿Que me dices de lo 80', Minerva? No había guerra. -Intentó consolar Rosmerta.
-Nyphadora Tonks. -Sonrió McGonagall. -Oh... Bill y Charlie Weasley, que buena década para ser profesora. Y entró Oliver Wood, uno de mis alumnos favoritos, personalmente.
-¿El capitán de Quidditch de Gryffindor, no? -Sonrió Rosmerta. -A usted le encantaba el Quidditch, Minerva, ¡bien me acuerdo!
-Ni que lo digas! Y Wood, ese chico si sabía de Quidditch, como sus padres. Que buena familia! -Río McGonagall. -Luego vinieron Fred y George Weasley, George aún me envía tarjetas con purpurina en Navidad...
-Oh, esos dos chicos eran mis principales clientes en los 90'. -Río Rosmerta.
-Ay... Ron, Hermione y Harry, que buenos chicos. Y ahora, con tan buen futuro... Hermione me tiene muy orgullosa. -Sonrió McGonagall.
-Ni que lo digas, la mejor ministra hasta la fecha. -Sonrió Rosmerta.
-¿Sabes como llamó Harry a sus hijos? James Sirius, Lily Luna y Albus Severus. ¿Quería que llorará cuando los viera? -Sonrió McGonagall. -Y el hijo de Draco Malfoy, un ángel! Un ángel!
Alguien entró en el bar, Madame Pomfrey.
-Querida! Vámonos. -Llamó Poppy.
-Adiós Rosmerta, un placer hablar contigo. -Se despidió McGonagall.