1. La puerta de las telarañas

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Siempre me han gustado los miércoles. Es el día de estar en el parque hablando de cualquier cosa, hasta que se encienden las farolas. Creo que es una de las pocas tradiciones que mantenemos desde que teníamos 10 años. Por lo menos Javi y Nico no suelen fallar.

Hoy estamos los tres. Javi, como siempre, ha propuesto un tema aleatorio. Esta vez ha decidido que sería divertido contar nuestros "sueños olvidados". Soy el primero en hablar. No soporto esos silencios incómodos.

A los 14 años me imaginaba con el poder de ver a la gente con colores en la cabeza. Según su manera de ser pues que tuvieran un color diferente y eso. Me imaginaba viendo los colores sin saber su significado. Era casi un juego.

—No me lo trago, tú no necesitas ver colores para entender a la gente —me replica Javi.

—¿Acabamos de empezar el juego y ya estamos escurriendo el bulto? —me pregunta Nico.

—Es un bulto muy escurrible... ¡Respetad la privacidad!— Tras ver que no van a dar marcha atrás, aparte de tercos son súper cotillas, continúo —Vale os lo cuento. Se me ocurrió lo de los colores porque quería una manera de saber qué chica pegaba conmigo... Luego mi imaginación voló y me encantaba la idea de poner colores para cualquier cosa.

—Te pega un montón eso —dice Javi mientras se ríe.

—¡Te habría venido bien! viendo tu historial... —Nico se aleja de mí con un movimiento rápido

—Ahora ya podéis estar contando las vuestras— digo intentando aparentar normalidad. Javi me coge el testigo.

—Ayer recordé que, cuando era pequeño, pusieron por la tele unos dibujos raros y viejos de un perro que se transformaba en superhéroe cada vez que mordía un calcetín usado y volaba, además tenía mucha fuerza... Y yo.. —empieza a reírse— Yo quería ser fuerte.

Nico le pregunta —¿Te pusiste a morder calcetines?

—No sé cómo explicarlo— a Javi le cuesta hablar por la risa —mis padres me pillaron hurgando en su cesto...

—¡Qué asco!— digo yo, mientras me río —¿Qué edad tenías?

—No contestaré a esa pregunta, Señoría— dice Javi cambiando el tono de voz.

—En mi caso creo que es lo típico.— Sigue Nico —Cuando leí Harry Potter y deseé que llegara la carta de Hogwarts. Pero eso es lo normal. Sois bichos raros.

Hablamos un poco más sobre el tema hasta que nos interrumpe una persona vestida con un hábito gris deteriorado, anciana, muy anciana. Su capucha puesta, y un cíngulo de pelos ceñido en la cintura. No va calzado. Se acerca lentamente, como si fuese una sombra más del ocaso.

Se encuentra a unos cinco metros. Susurra y le entendemos sin problemas.

"El camino es el mundo pero el destino es la puerta. Siempre ha sido así. Cuando estés frente a las tres puertas elige con tiento. Una lo que quieres, otra lo que debes y la última te llevará a tu peor destino.

Necio es quien no sabe discernir entre los peligros"

Nos encontramos de golpe en un pasillo de piedra oscuro, estamos los 3. Al primer paso tanto Nico cómo Javi empiezan a desvanecerse. Detrás no hay nada, solo vacío.

Nos agarramos, damos otro paso. Apenas escuchamos nuestras voces.

—¿Qué está pasando? ¿Qué hacemos aquí?— pregunta Nico.

—Casi no puedo veros— a Javi le tiembla la voz.

No sé qué decir, no sé qué hacer. La única opción es avanzar pero hacerlo no tiene sentido. ¡Estar aquí no tiene sentido!

La Puerta DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora