Besos

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Cuando nos separamos, me miró sonriendo. Seguramente fuese porque estaba roja, sentía mucho calor en mis mejillas. Seguía sin creerme lo que había pasado, pero me gustaba, me gustaba él.

-Iré a recoger todo el desastre, meteré las pizzas en el horno y vendré a traerte mi ropa, ¿vale, cariño?- me dijo.

-Está bien, muchas gracias Pedri- dije sonriendo. 

-No tardo- soltó para después darme un beso en la frente e irse. 

Empecé a quitarme la ropa después encendí el agua y me metí a la ducha. Sentí como el agua caliente me relajaba y me quitaba toda la tensión de encima, estaba alegre y tranquila. Cerré los ojos recordando el contacto con los labios del canario y una pequeña sonrisa se me marcó en los labios. 

Empecé a lavarme el pelo, quitándome todo el tomate, procuré quitar todo y cuando terminé procedí a lavar mi cuerpo. Vi la pequeña cicatriz en mi pierna de cuando me caí en los cristales y sentí un pequeño dolor recordando como fue hasta que sentí como la puerta se abría. 

-¿Pedri?- pregunté nerviosa. 

-Soy yo, cariño, no te preocupes, vine a traerte la ropa- dijo para después irse.

Me volví a tranquilizar, sabía que no me había visto ya que la ducha tiene una pequeña cortinita de color azul aunque cuando me detuve a mirarla vi que apenas cubría la mitad de la ducha. 

Espero que no me haya visto. Que vergüenza Dios.

Apagué el agua y salí envolviéndome en una toalla. Me sequé y me vestí, la ropa me quedaba bastante ancha y larga pero me encantaba como me veía con su ropa. 

Salí del baño y me encontré a los chicos en el salón, pedri y eric poniendo la mesa y gavi y ansu jugando. Cuando llegué a la sala todos me miraron de una forma rara. 

-¿Tan mal me queda?- pregunté.

-Te voy a regalar toda mi ropa para que te la pongas todos los días- soltó Pedri. 

Notaba como volvía a subir el calor y tuve que mirar hacía abajo mientras pasaba por su lado hasta llegar al sillón y sentarme. 

-Lia estas guapísima, te queda mejor su ropa a ti que a él- dijo Eric. 

-¿Podéis para ya?, me voy a poner más roja si no os calláis- dije con las manos en la cara riéndome. 

Se empezaron a reír todos y siguieron con lo que estaban haciendo hasta que alguien me habló.

-Oye Lia, ¿puedo hablar contigo?- preguntó Gavi.

-Está bien, dispara- dije porque ya sabía por donde iba. 

-Siento mucho lo de antes, no estoy pasando por un buen momento y descargo mi ira con todo lo que tengo cerca- dijo con sinceridad. 

-No te preocupes, lo entiendo, si necesitas desahogarte, aquí estoy- solté con una sonrisa. 

Estiré los brazos para darle un abrazo y así fue, sentía la mirada de Pedri a mi derecha, volteé y ahí estaba, con la expresión seria.

-¿Qué pasa canario, tu también quieres un abrazo?- dije con vacile.

Fui corriendo hacia él y le di un abrazo. Sentí como sus brazos se enrollaban a mi alrededor. 

-No solo quiero que me des un abrazo, cariño, pero ya tendrían como molestarnos si te beso ahora mismo- dijo susurrando en mi oído. 

Se me erizó la piel, nos separamos cuando Ansu habló.

-Eh tortolitos, dejaros de tanto amor y traer las pizzas para poder cenar- ordenó riéndose. 

Fuimos directos a la cocina, cogimos las pizzas y las llevamos hasta la mesa. 

Nos sentamos en la mesa de tal manera que yo quedaba al lado de Pedri, empezamos a comer hasta que sentí una mano en mi muslo. Giré mi cabeza y vi como Pedri me miraba de reojo mientras que hablaba animadamente con Eric. 

Sentí el calor de su mano viajar por encima de los pantalones cortos que me había dejado, hasta que sentí como apartaba la tela y su mano se adentraba hacía el interior. Estaba nerviosa y seguramente roja, miré hacía mi comida y seguí comiendo deseando que su mano siguiese hasta mis bragas. Así fue, apartó mi ropa interior y comenzó a acariciar esa zona, solté un jadeo e intenté disimularlo con la tos a la vez que agarraba su muñeca y apartaba su mano de ahí. 

Me giré, pude ver su sonrisa y como sus ojos oscuros brillaban. Terminamos de cenar y quitamos la mesa mientras que Gavi lavaba los platos. 

-¿Me llevas a casa?, mañana tengo que madrugar para realizar la siguiente prueba- dije dirigiéndome a Pedri.

-¿Por qué no te quedas a dormir aquí?, mañana tenemos que ir a la misma hora y te podemos llevar, pasaremos por tu casa antes para que cojas tus cosas y te puedas cambiar- dijo intentando convencerme. 


Nuestro destino imposible. Pedri González.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora