Capítulo X

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— ¿Y qué son ustedes? — la curiosidad de la pequeña Mirella sonó pues ahora sus nuevos amigos eran el centro de atención —Somos Kwamis— fue lo que Plagg soltó mientras comía más queso Cheshire.

No pasó unas horas para que Mirella se encariñara con ambos kwamis los cuales trataba mejor que su muñeca de sirvienta, obviamente aquellos kwamis veían a la niña cómo la anterior imagen de la bondad y la amabilidad de su madre eso sí cuando la niña salió a buscar más bocadillos ambos podían hablar finalmente.

— ¿Y bien? — Plagg hablo mirando a Tikki la cual su seño se puso triste pero al mismo melancólica notando la realidad de dónde estaban —Ella no es humana, definitivamente no lo es, su aura... Su vitalidad... Se sienten como el de un objeto.

— ¡Ella debe serlo! — grito Plagg el cual si bien nunca mostró seriedad a veces en situaciones ya debía estar conciente que todo dejo de ser un problema menor —Literalmente un demonio enamoró a tu portadora y esa niña no tiene mucha vitalidad cómo humano es obvio que algo andaba raro— y estaba en lo correcto con eso.

Mirella regreso feliz con los bocadillos para los kwamis, mientras que en las profundidades de la mansión alguien había empujado a Alix de vuelta a su celda nada más y nada menos que Sebastian el cual tenía la muñeca Alya en manos con el.

— ¿Tratando de escapar de nuevo? Sin duda no te rindes — una pequeña burla de su parte mientras dejaba la muñeca en el suelo con ella y un solo chasquido hizo que Alya vuelva a la normalidad solo que tenía heridas con ella heridas que se hicieron cada que Mirella jugaba con ella —Espero que disfruten sus días aquí... Las necesitaremos cómo carnada pronto.

Tan pronto Sebastian se fue ambas solos se juntaron y se abrazaron mientras Alya lloraba en impotencia, de regreso a los arriba de la mansión, Marinette dormía un poco después de hacer unos papeles pero algo la dejaba inquieta en sus sueños. Viendo un cisne negro el cual caía al suelo una vez estrelló ahí la sangre de ese cisne solo era del color oscuro pero pronto ese cuervo tomaría la forma de una niña... De Mirella... Esto hizo que ella se horrorizara al verla ahí pero finalmente reaccionó para moverse y así poder cargarla en brazos pero veía cómo la piel de la niña se quebraba poco a poco ya que tenía una herida gris en su cuerpo como su algo destructivo la hubiera golpeado finalmente el cuerpo de la niña se llenó de las grietas y se rompió en pedazos enfrente de quién es su madre dejando solo una pluma negra en sus manos un grito de lo más desgarrador salió de lo profundo de su ser pero finalmente esa pesadilla acabo pues despertó en el mundo real con la respiración agitada y sudando pero aún pensando en lo que vio.

—Mirella... Mi bebé... Mi niña... Nada te hará daño— fue lo que pensó pues la pesadilla que tuvo parecía tan real lo que su miedo fue finalmente apoderando su cuerpo.

—El lugar es muy grande— los kwamis se encontraban viendo toda la mansión pues debían encontrar al menos algo que pudiera detener todo lo que podría empezar eso sí solo encontraron la sala a la cual ingresaron y al hacerlo vieron un cuadro cubierto con tela negra —Me preguntó si hay respuestas ahí— Plagg se acercó para jalar la tela y ahí debajo encontraron un cuadro familia donde se veían a Vincent con Rachel, los gemelos Ciel y una bebé en brazos de Rachel.

— Rachel... — Tikki miraba con cariño la imagen de Rachel unas de sus antiguas portadoras mientras sentía como le falló al mismo tiempo mientras Plagg miraba a Vincent desviando la mirada —Si ellos estuvieran aquí...— fue lo único que Plagg dijo hasta que escucharon un ruido, ambos kwamis salieron del salón para ver qué se trataba de Mirella la cual se cayó.

—Lo siento mis amigos, me había distraído pero estoy bien— en parte era verdad pero en otra veían como una grieta se formó en dónde se había golpeado no era un moretón o una herida normal y de esta no salía la roja y carmesí sangre sino que salía algo más de color negro confirmando más para ellos que ella no era humana.

En París las cosas para los chicos iba peor después de enterarse del rapto de Tikki y Plagg por parte de los otros Kwamis quienes sentía que ellos ya no estaban en París, todos trataron de ver qué hacer pues parecía que todo iría mal en peor.

—Yo se que hacer...— esa voz sonó en el hospital donde los chicos estaban vieron al modelo rubio levantándose con todo lo que podía de fuerza hablo —Debemos dejar de huir, dejar de ser cobardes no más— su voz ya no sonaba pacífica o amable sino que parecía ya estar listo para algo.

— ¿Qué pretendes que hagamos? —Max fue quien lanzo esa pregunta — ¿Qué más? ¡Atacaremos! ¡Ya basta del miedo y de la cobardia! — grito Adrien.

Todos mostraron estar de acuerdo con el pues ahora parecían compartir el mismo pensamiento con el, ya no se esconderían o seguían refugiándose en el hospital para ellos una batalla comenzaría pronto.

~continuará~

Condesa Phantomhive 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora