VI

1K 121 4
                                    

Hace dos días que el pelinegro había firmado el acta de paternidad de Sarada y mientras acomodaba las cosas de la habitación de Itachi en cajas de cartón no pudo evitar fruncir su ceño.

La habitación de Itachi siempre le había parecido más genial que la de él, cuando pequeño solía decir que cuando su hermano mayor se fuera de casa, sería él quien tomaría esa habitación, pero las cosas habían cambiado y ahora que tenía la casa para él solo no se creía capaz. Su habitación en cambio, ahora le parecía más que suficiente, era amplía, tenía su propio baño, vista al jardín trasero y le traía buenos recuerdos con Sakura, porque eso era a todo a lo que podía aferrarse.

Su primer beso, su primera vez, todo había sido allí y con ella y Sasuke lo sabía, repetía esos días en su mente una y otra vez.

El sonido del timbre lo hizo reaccionar, bajó lentamente las escaleras esperando encontrar algún repartidor de muebles, la remodelación de su casa le estaba tomando bastante tiempo, había tenido que cambiar algunos muebles que se habían deteriorado a causa del tiempo.

Abrió la puerta encontrando unos ojos verdes que lo observaban con nerviosismo.

-Sakura – la voz y expresión de Sasuke demostraban lo sorprendido que estaba de ver a la pelirosa allí-

Los latidos de su corazón aumentaron, se sentía nervioso también, él había escuchado todo lo que la pelirosa había conversado con Naruto en su despacho días atrás y desde allí que no había podido parar de pensar en los años que la pelirosa tuvo que enfrentar la crianza de Sarada sola, él quería saberlo todo, con detalles, aunque eso lo matara lentamente.

-Hola- dijo Sakura intentando sonar tranquila- ¿Puedo pasar? –

Sasuke volvió a observarla, Sakura traía un vestido floreado verde y tenis blancos, lucía un maquillaje suave y su cabello corto se veía perfectamente peinado. El pelinegro pensó que la pelirosa lucía hermosa, aunque para él, ella siempre lo había sido.

-Adelante – Sasuke se hizo a un lado dejando entrar a Sakura – está todo desordenado, estoy remodelando algunas cosas –

-No te preocupes – dijo Sakura, quien no podía dejar de observar el interior de la casa, todo parecía como antes y a la vez no, era difícil para ella estar allí-

-He firmado el acta de paternidad de Sarada-

Sakura asintió observando los ojos negros de Sasuke, el pelinegro le indicó a la pelirosa que tomara asiento en la encimera de la cocina, él sacó un par de vasos y sirvió zumo de naranja.

-He conversado con Sarada estos días, he sido sincera respecto a que desconocías de su existencia, le he dicho que no pude ir al lugar en donde estabas a decírtelo –

Sasuke desvió su mirada un poco avergonzado.

-Bien-

-Ella se encuentra en casa de Naruto en estos momentos, he pensado que podía ir por ella y traerla hasta aquí, para que se conozcan –

Sasuke abrió sus ojos sorprendido.

-Seré sincera contigo Sasuke, no me siento cómoda contigo a solas con Sarada, considerando que recién se conocerán, preferiría que, al menos al comienzo, poder estar presente en sus primeras interacciones –

Sasuke asintió.

-No hay problema con eso- habló Sasuke absolutamente de acuerdo con Sakura –

Sakura asintió removiéndose un poco incomoda.

-Si eso es todo entonces iré por Sarada –

Sakura intentó colocarse de pie pero Sasuke se lo impidió sin saber por qué, su mano se había ido instintivamente sobre el brazo de Sakura, como si no quisiera que se marchara ¿Eso era todo lo que diría la pelirosa? ¿No hablarían de algo más?

180, DESPUÉS DEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora