Capitulo Nueve

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Las vacaciones terminaron pero no me sentía triste por ello porque me llevaba hermosos recuerdos de una gran cena de navidad, hace tres semanas que deje la casa Weasley (a pesar de las protestas de los gemelos) ya que debía atender asuntos personales.

No había visitado a Lise, le envié una carta que no tuvo respuesta y en el fondo me preguntaba si realmente le preocupaba a mi madre. Su falta de respuesta me desanimó pero al igual que cualquier problema que tenía, todo parecía solucionarse si me enterraba en los libros.

El misterio de la R en mis cartas parecía despejarse, al principio pensaba que el director lo usaría a su favor para lo que sea que planea pero lo descarto en segundo plano. Morphus, quien es mi elfo asesor estaba trabajando en ello, él había estado consultando la larga lista de apellidos magos que tuvieran una R, encontró ciertas opciones que nos llevaban a la posible respuesta.

¿Saber el misterioso apellido serviría de algo?

No lo creo, si bien no tenía ganas de conocer a un padre ausente, el hecho de no saber parte de mi identidad me dejaba ansioso.

Nuestro rubio niño estaba un poco triste por no abordar los botes, es parte de crecer se dijo, después de todo era exclusivo para los de primer año. Siguió a los demás que se acercaban a un claro con muchos carruajes, estos no tenían un caballo a la vista lo que se volvió inquietante. Los estudiantes se apresuraron a abordar un carruaje temiendo quedarse atrás, a pesar de no haber caballos estos avanzaban por arte de magia.

Sonaba tan irónico.

Killian como la pequeña cosa curiosa que es, se dedicó a ver con mucha atención lo que "jalaba" el carruaje y lo único que pudo deducir era que no era un hechizo, podía sentirlo. Una vibración helada que chocaba con su piel, una sombra en el suelo y la textura áspera, eran invisibles por alguna razón y eso lo dejó maravillado.

Estaba tan ensimismado en su descubrimiento que no vio cuando los carruajes disminuyeron hasta casi desaparecer. Se regañó mentalmente por ser un despistado pero si recibía un castigo por llegar tarde no se enojaría con tal de haber saciado su curiosidad.

Mientras buscaba una forma de llegar al colegio un chico un poco más alto le hizo señas para que se acerque, llevaba túnicas de Hufflepuff pero no se le hacía familiar. Me acerqué con cautela por si planeaba alguna broma.

Llámenlo: "instinto de chico paranoico-bromista".

– Buenas noches, me pareció que usted estaba llamándome...

– Oh si, vi que estabas solo y pensé que si... tal vez querías venir, nos queda un asiento libre.

Calculé que debía estar en segundo o tercero, cabellos rubios un poco oscuros, sus facciones eran armoniosas y sobre todo parecía alguien agradable.

– Gracias, entonces tomaré asiento. –Subí al carruaje y me senté al lado de la puerta, dentro había chicos -y chicas- mayores que no conocía, uno de ellos habló.

– ¿Cómo te llamas niño? Yo soy McCall Jonathan, cuarto año, Slytherin. Y el chico lindo que te llamo es Cedric Diggory, un tejón de segundo.

No esperaba este repentino "enlace" ¿quién dice que casas distintas no se soportan?

– Joven McCall, es un gusto conocerte y muchas gracias joven Diggory, me temo que si no hubiera contado con su ayuda posiblemente llegaría un poco tarde.

– No es nada y puedes decirme solo Cedric.

– Gracias de todas formas, me llamo Killian Schwarz. Estoy cursando segundo año, ravenclaw.

Entre presentaciones con algunos chicos mayores Killian formaba contactos sin darse cuenta, la mayoría encontraba un poco divertido verlo ser tan formal, algunas de las serpientes y águilas lo encontraban muy apropiado. Era un surtido de casas pero todos se llevaban bien, incluso los de gryffindor y slytherin.

Para ser honesto era raro ver aquello, no era malo, solo poco común.

El discurso confuso de Dumbledore no se hizo esperar, los niños de primero lucían fascinados por la magia y yo me preguntaba si alguna vez podría visitar todo el castillo. Fue agradable reunirme con Floy, ambos ignoramos por completo el discurso mientras nos hablábamos a través de susurros y una que otra risa.

Antes de finalizar el gran banquete reconocí a una de las chicas del carruaje. Amatiza, ella estaba alineando a los niños de primer año para llevarlos a conocer la sala común, ella se dio cuenta que estaba presente y me saludó cordialmente, poco podía saber que ella sería una gran amiga.

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⏰ Última actualización: Feb 25, 2023 ⏰

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