Capitulo Veinte: El Prisionero de Azkaban.

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El día era gris. Emanaba una energía no muy agradable para la joven, pero aun así, salió al jardín para tomar aire y de paso, por orden de su cuidadora, Susan, regar las rosas.

Mientras así aquello tarareaba una canción que zumbaba en su cabeza desde hace unos tres días. Era de un violín. Notas muy altas que llevaban a una situación de desesperación, o así lo describió Coraline cuando Susan le pregunto cómo sonaba.

El agua en la regadera se acabó así que con toda la tranquilidad del mundo camino hasta la canilla del jardín y comenzó a llenarla. Mientras esperaba miraba las rosas.

Uno de los arbustos del jardín se movió rápidamente. Frunció el ceño extrañada. No había mucho viendo, al contrario, el tiempo estaba extremadamente pesado y no corría ni una gota de viento.

Saco su varita de la manga de su chaleco. Se supone que no podía usarla ya que aún era menor de edad, de hecho tenía 15 años recién cumplidos y usar la magia sin autorización le provocaría la expulsión. Aunque siempre dijo que si debía usarla para protegerse o a otras personas la usaría sin dudarlo.

Cuando estuvo a metros del arbusto, este volvió a moverse provocando que ella se asuste y camine hacia atrás.

— ¡Coraline! — El grito de Susan la asusto aún más. Se giró hacia el gran edificio. —Ya es hora de la comida.

Camino hacia la casa. Antes apago la canilla que seguía corriendo, ya rebalsando el regador. Cuando entro, todas las niñas estaban hablando en susurros y miraban a la castaña entre miradas de miedo y acusación. Las ignoro como solía a hacer y camino hacia el comedor. Tomo su plato y se sentó lejos de todas las demás niñas.

La joven Black ya estaba bastante acostumbrada al trato de las niñas en su Orfanato y no le molestaba. De hecho le atribuía el crédito de que ella se pueda concentrar en los centenares de deberes que tenía aun acumulados.

Aunque su curiosidad sobre las niñas apareció cuando estas evitaban pasar, incluso acercarse a ellas mientras pasaba el almuerzo. Su apetito desapareció, por ende se levantó del asiento y camino hacia la cocina del lugar. Cuando entro la televisión estaba en mute. Pero no presto atención a lo que había escrito hasta que apareció un nombre que reconoció.

Sirius Black...

Escapo.

Su piel se erizo y el plato cayó rompiéndose en pedazos.

Asesino suelto. Si lo ven, avisen a las autoridades inmediatamente. Altamente peligroso.

— ¿Estas bien? — Pregunto una de las mujeres de la cocina. Ella la miro impactada aun por la noticia.

—Si...yo solo quería...—Trato de unir palabra pero no lo logro. —Lo siento.

Coraline entre confundida y asustada camino hacia su cuarto. Se encerró allí hasta que su mente estuvo en paz. Comenzó a hacer todas las tareas que tenía gracias a que el año pasado estuvo paralizada. Realmente deseaba de corazón que ese año fuera más tranquilo.

Casi terminaba todos los pergaminos para cuando Salem toca la ventana. Coraline la abre dejando pasar al ave. Esta se colocó en la mesa y extendió su pata. Tomo la carta. Era de Remus.

Querida, Coraline.

Este año nos veremos más. Mañana pasare por ti temprano para ir al Expreso. Este año seré el profesor de Defensas contra las Artes Oscuras. Dumbledore me lo propuso y acepte.

Asique te mandaba esta carta para avisarte ello y para tranquilizarte. Intuí que seguro estabas preocupada por las noticias de Sirius. No pasara nada, no creo que él te haga daño a ti, eres su sobrina después de todo.

All For Love || Fred y George Weasley ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora