Elizabeth

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Por largos años pensaba que este sentimiento era incorrecto. Sentía que todo lo que pasaba por mi mente estaba mal, debido a que así me habían enseñado; porque ver a dos mujeres amándose incondicionalmente era anormal y que lo correcto era un amor entre un hombre con una mujer.

No entendía el porque; como es que no podían ser felices si el amor es algo que no debería tener limite, pero era tan chica para alzar la voz y decir que ese pensamiento estaba mal asique simplemente seguí con mi vida ignorando ese tema.

Hasta que apareció aquella mujer alta, con unos ojos verdes tan llamativos cual brillo de una esmeralda; ese resplandor en su mirada hacia sobresalir su larga cabellera, que parecía estar formada por pequeños hilitos de oro.
Su sonrisa que me atraía completamente cada vez que la observaba de lejos y al hablar con ella;  sentía que era la mujer más hermosa que vi, o al menos hasta lo que conocía en ese entonces pues aún seguía siendo pequeña.

No entendía el porque de mi nerviosismo cada vez que sabía que la hora de tener clases se acercaba. Ansiaba con todo mi ser que llegará. Y se que todo era relación profesora- alumna pero aún así con solo eso y la posibilidad de poder verla seguido me bastaba para tener una sonrisa en mi rostro.

Todo eso se volvió rutina sin embargo termino el año  y me termine yendo de aquel colegio.

Sabía que la iba a extrañar pero lo mejor fue haber elegido irme de allí pues nunca la pase bien.

Un nuevo año escolar había comenzado. Era uno como cualquier otro hasta que tuve una materia la cuál habían mencionado que tendríamos una suplente por unas semanas.. al principio no le di importancia, solo pensaba en que no fuera de esas profes que en las historias la describían como una de las peores; no paso ni cinco minutos y al levantar la mirada la vi.. era ella; aquella mujer que me había tenido como loca en el otro colegio, Elizabeth lucia tan hermosa como la primera vez, no pude evitar ponerme super nerviosa pero al mismo tiempo muy contenta de que estaría otro año teniéndola como profe y poder verla cada vez que tuviese clase con ella.

Al pasar los meses el día del profesor llego a mi país. No había duda en mi decisión, tenia que darle un regalo, una poesía que había elegido de Internet. Tal vez no era algo grande pero esto significaba mucho para mi. Con la ayuda de mi prima, a la cual le conté toda la situación y el como me sentía, hice una carta para así poderle entregar aquel regalo pequeño.

Al momento de entregárselo mi nerviosismo no desaparecida, sentía un poco raro lo que estaba haciendo pero decidí dejar los nervios de lado y se la entregue. Felizmente acepto el regalo y me comento que estaba agradecida por aquel detalle. Pasamos un rato hablando y de ahí el día siguió como si nada.

Paso uno buen tiempo, le escribí para saludarla por su cumpleaños y me contó que aún guardaba aquel poema que le había hecho tres año atrás a lo que claro me sorprendió causándome también vergüenza debido a que  era muy chica cuando se la había hecho  sin embargo me encantaba que haya tenido el lindo gesto de guardarla.

Otra rutina comenzó a surgir. Comencé a quedarme todos los días Martes terminando mi horario escolar solo para saludarla y poder conversar con ella, Si bien intentaba que fuera de pura casualidad, para no levantar sospechas pero siendo sincera eran muy pocas las ocasiones que realmente fueron por casualidad.

Cada vez que llegaba a mi casa inventaba excusas del porque siempre llegaba mas tarde de lo usual, pues ¿Cómo les iba a explicar a mis padres que era porque me quedaba hablando con la persona que me gustaba? , la cual claramente me llevaba doce años de diferencia y que incluso podría ser mi hermana. Aún así a mi no me importaba, me encontraba muy feliz de poder hacerlo.

Todo esto duró seis años; hasta que terminé la secundaria. Antes de mi entrega de diplomas decidí escribirle por facebook, acción que deje de hacerlo, pues quería que ella fuera una de los profesores que me lo entregaría. Lamentablemente no se pudo; pero con solo poder verla ahí bastaba.

La felicidad invadía mi cuerpo en su totalidad pues al fin y al cabo pude tomarme una foto con ella. Foto que ella y yo conservamos como recuerdo.

Fue así como descubrí esta hermosa manera de amar; la cual aún me falta explorar en su totalidad.. esto apenas comienza...

El diario de AmandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora