Muy tranquilo el día, estaba nublado, hacía algo de frío, estaba ligeramente brisando, yo estaba sentada en mi cama, leyendo un libro mientras tomo una taza de chocolate.
Hasta que a Eisan se le ocurre entrar casi tirandome la puerta.
—Vannia, tu eres como rarita ¿no?—dijo en tono molesto.
Arrugue el gesto indignada.
—¿A que viene eso?—cuestione confundida.
El me miró indignado.
—¿Como es posible que te haigas atrevido a tanto?—dijo aun más molesto.
Vale.
Yo no entiendo nada.
—¿Y que es lo que he hecho ahora?—hable calmada.
—¿Como es posible que te haigas atrevido a irrumpir en mi habitación y remodelarla?—ya casi le salía vapor de las orejas.
Ah eso.
—¿Y que tiene?—dije como si nada.
—Dime por favor...—tomo un poco de aire—...que no has tirado nada—me fulminó con la mirada.
—No—le sonreí inocentemente—. De hecho guarde algunas cosas en unas cajas, para que tu decidieras que tirar, y que no—aclare detenidamente.
—Y se puede saber—sono exasperado—, ¿dónde carajos están esas cajas? que no las veo por ningún lado—exigio.
—Pues en tu habitación—hable obvia.
Cerro los ojos, como implorando paciencia.
—Pues ven ayúdame a buscar las cajas, tengo un cuaderno, con la información para el trabajo que tengo que preparar para mañana—exigio desesperado.
—¿No puedes hacerlo tú?—casi le grite.
—¿Acaso te estás revelando?—hablo en mi mismo tono.
Cerro los ojos con fuerza y apretó la mandíbula.
—Agradeceme que te soporto nomás por qué eres mi hermana—bajo el tono de voz, pero aún se oía estresado—.Ahora ven y has lo que te eh pedido.
Salió de mi habitación cerrando la puerta con gran fuerza.
Pobre estúpido.
¿Que se cree?
Yo no soy su criada.
Pero eres su hermana.
Conciencia ahora no.
Deje el libro de lado junto a la taza de café en la mesita de noche, que está cerca a mi cama. Me puse de pie, y a pasos largos y apresurados sali al pasillo directo a su habitación.
Abrí la puerta tal como el lo había hecho tiempo atrás en mi habitación.
—Busca—exigio al verme parada en la entrada.
—Busca—lo imite malhumorada—. Nada te cuesta buscar—me acerqué hasta su armario y lo abrí de mala gana—, en esta mierda—me incliné en este, para buscar dentro de el, apartando la ropa que colgaba, encontré las dos cajas y las saque de inmediato, mostrandoselas—¿Ves?—me puse de pie nuevamente—Estaba muy fácil,¿no?
El me miró de mala gana, inclinándose para tomar ambas cajas.
—Pendejo.
Busco un poco entre las cajas, hasta encontrar su tan importante cuaderno.
—Me voy—camine hacia la puerta, pero me detuve en seco girando en mi eje y eliminándolo con la mirada—. Y la próxima vez que vayas a mí habitación, toca la puerta—aclare.
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Make You Mine
Romans¿Que pasaría si un estudiante de preparatoria es obligado por su padre adoptivo a colaborar a su madre adoptiva con sus pacientes en el hospital convirtiendose en doctor temporal y se interesa repentinamente de su paciente diario? Chloe, en penúltim...