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El viento movía con fulgor y determinación el estandarte en la punta del asta mientras un Alfa de piel morena se encontraba mirando el horizonte a la caída del sol.

Magnus Bane nació para ser un líder, el mejor Alfa en todo el continente, con magia, poderes extraordinarios y muy letales también, nadie se atrevía a desobedecer y los pocos idiotas que lo habían retado alguna vez descansaban muchos metros bajo tierra.

Pero hoy Magnus está inquieto y no es a causa de que su celo casi comienza, es por una razón distinta, siente algo en su pecho, una atracción y opresión al mismo tiempo, siente dolor y se da cuenta que es su mate, es el dolor de su destinada y deben estar tremendamente cerca si puede sentirla.

Igualmente tiene miedo, ha pasado más de 300 años sin pareja, viendo a todos a su alrededor encontrar alguien a quien amar y él sin poder percibir un rastro del amor de su vida, pero ahora lo siente, no puede ignorarlo, y no quiere, anhela con toda el alma encontrar a esa omega que tanto ha esperado.



- ¡Ragnor!



Por el corredor apareció un sujeto con cabello verde y ojos perezosos.


- ¿Me llamó, Alfa?


Pregunta a la espera de que su líder le dé una orden.


- Prepara un grupo, salimos en 5 minutos.

Eso sorprendió a su amigo


- ¿El motivo?


El Alfa no quería que lo cuestionaran pero era comprensible teniendo en cuenta la repentina decisión.




- Puedo sentirla Ragnor, mi pareja está cerca




Con eso se ganó una sonrisa deslumbrante de su beta porque a pesar de la jerarquía habían convivido como hermanos desde su nacimiento.


- Ya era hora


Dijo el de cabello verde y se retiró por el corredor.

El tiempo se hizo eterno para el impaciente líder pero por fin una línea de lobos guerreros se presentaron cómo su respaldo.

Rafael, Ragnor, Jem y Elliot

Magnus hizo un portal concentrándose en la energía que su corazón marcaba y fijó el rumbo, inmediatamente al cruzar aparecieron en un lugar obscuro, apenas iluminado por unas velas, era un salón de piedra pero eso no fue lo abrumador.

Al frente en unos escalones elevados, cadáveres cubrían la superficie, el Alfa arrastró su mirada por todos los cuerpos subiendo de a poco y se encontró con unos ojos azules de hielo con la expresión más asombrada que había visto.

El vampiro estaba sentado en un trono de hueso, tenía sangre en las comisuras de su boca, la camisa impecable al igual que el resto de su vestimenta, su atención centrada exclusivamente en Magnus. Entonces él lo notó, estaba cara a cara con su destinado y fué un shock total.

Él pensó que sería una linda chica omega, no un peligroso chico vampiro.

- Eres tú...


Fue a penas un susurro del vampiro pero él lo escuchó a la perfección, el chico trató de acercarse a Magnus pero no había dado ni dos pasos cuando sus lobos cerraron filas en torno a él, cosa que no le agradó en lo más mínimo al hombre, sacó sus colmillos, sus ojos refulgieron y rugió fuerte y amenazante.

Todos, incluido Magnus dieron tres pasos atrás, pero el lobo sentía a pesar de esa pequeña demostración de mal genio que el chico era total y completamente suyo.

Incapaz de contenerse y buscando aliviar el mal humor de su destinado, atravesó la línea de sus hombres y extendió las manos, el inmortal inmediatamente lo abrazó, acariciando su cabello. Era alto, musculoso y firme, un poco más alto que Magnus por lo que su cabeza encajó perfectamente en la curva de su cuello.


- Tanto tiempo


Dijo el de piel pálida.


- Lo sé


Respondió el lobo abrazándolo con fuerza.

Permanecieron así hasta que un grupo de vampiros irrumpió pateando la puerta y con las armas de plata dispararon a los lobos.

Pareció en cámara lenta para el hombre frío que detuvo las balas con su propio cuerpo antes de que golpearan a los lobos, a continuación gruño bajo y amenazante, Magnus se dio cuenta de que le había dolido pero antes de poder consolarlo, el vampiro cruzó la habitación y mató a los hombres tan rápidamente que estallaron dejando sólo cenizas.



- Lo lamento, no suele haber lobos por aquí, disculpen a mis guardias.


A Magnus eso no le importaba, quería sostenerlo y saber que estaba bien, completamente bien, se acercó y busco las heridas pero ya no había ninguna, los agujeros de su ropa estaban ahí pero no había rastro de daños.


- ¡No vuelvas a hacer eso!


Le gruñó enseñando un poco los colmillos, a continuación lo beso, un beso arrebatador que robó el aire en toda la habitación sin importarle el sabor metálico en la boca del vampiro por su reciente comida.

- Ven conmigo.




Ofreció Magnus, sabía que su manada no lo tomaría bien pero sin duda sería mejor que los vampiros, el hombre caminó aún abrazando a Magnus y todos cruzaron el portal, se encontraron en el pasillo fuera de los aposentos del moreno que despidió a sus guardias enseguida y entró con su pareja tirandolo a la amplia cama.


- ¿Cuál es tu nombre?



Preguntó el chico de piel clara.



- Magnus Bane.



Dijo empezando a sudar y lleno de ansias, su celo se estaba presentando diez veces más fuerte al haber encontrado a su destinado.

- Yo soy Alec...


Intentó presentarse el vampiro pero no terminó por que Magnus se le fue encima buscando sus labios, los mordió y comenzó a quitar las prendas mientras un calor intenso y deseo de follar a su compañero lo consumían, desgarró las ropas de Alec mientras el ojiazul hacía lo mismo con el moreno.

El Alfa encontró un cuerpo lleno de cicatrices pero en ese momento eso no le importaba, él quería poseer, marcar y era todo lo que su cabeza podía ser capaz de pensar entrando plenamente en celo.

Besaron piel mientras las sábanas eran revueltas, y Magnus sabía que debía preparar a Alec pero él instinto en este momento pudo más, así que alineandose con esa perfecta abertura enmedio de los glúteos del vampiro dio un empujón que clavó a Alec al colchón mientras era violado por un grueso miembro.

El chico dio un medio grito medio gemido, le gustó así, rudo, brutal, comenzó a moverse al ritmo del Alfa, a tomar cada vez más gustoso los impulsos, a soportar con algo de dolor que se convirtió en satisfacción cada vez más de la hombría del moreno.

La cama hacia sonidos ahogados pero los que predominaban eran los gemidos, besos, jadeos y otros más obscenos.

No duró mucho hasta que el vampiro rugio sacando los colmillos al igual que el Alfa y se vinieron, Alec entre sus estómagos y Magnus dentro del vampiro formando el nudo que Alec por supuesto que sintió, en toda su gloria, el miembro del lobo se expandió y engrosó quedando estancado en sus profundidades de su pareja y no hubo cosa más caliente.

Entonces uno a otro se marcaron, el Alfa hizo el vínculo, marcó al vampiro en el cuello y el vampiro bebió la sangre del lobo.

Lo disfrutaron y Magnus esperó hasta que se vació totalmente dentro del vampiro y su nudo disminuyó para empezar a besar a su chico, y dejarse caer un poco a un lado porque eso obviamente aún no había terminado.

Creador de Razas (MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora