Epílogo

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El día comenzó aparentemente normal, aunque difícil, los residentes de la fortaleza ya se estaban acostumbrando a esa inusual y peligrosa situación, claro que nada de lo malo lo hacía menos sorprendente.

Un niño azúl con cuernos salió corriendo de la habitación de los líderes, su carita iba de la desesperación por ponerse a salvo, sabía que no llegaría muy lejos ayudado por sus piernas flacas entonces hizo un portal y desapareció.

El muro se derrumbó, atravesado por un cuerpo que con el impacto siguió rodando, destruyendo dos paredes más hasta detenerse, un rugido retumbó por todo el lugar haciendo temblar los muros y los que habían permanecido en ese momento escaparon del lugar.

El sujeto tirado bajo un montón de escombros comenzó a incorporarse, cuando estuvo de pie se sacudió el polvo de la ropa y caminó de regreso a su habitación.

Cuando entró, su Alfa se encontraba sollozando debajo de las cobijas, por más que quería abrazarlo y consolarlo no se atrevía, un movimiento en falso y saldría rodando su cabeza.

- Maggs, amor, ¿puedo pasar?

Dió dos pasos atrás cuando escuchó que se detenían los sonidos.

- ¡NO!

Amaba a ese hombre pero sus caprichos estaban tocando el límite de la paciencia.

- Bien, entonces me voy

Apenas habían salido esas palabras de su boca cuando el Alfa se quitó las cobijas en un rápido movimiento y se medio incorporó en la cama.

- ¡CÓMO TE ATREVES!,¡POR TU CULPA ESTOY ASÍ!

De acuerdo, la había cagado, pero eso no era justo, ya habían estado antes en ésta situación y él no había reaccionado así. Era su primera pelea y aunque Alexander trataba de compensarlo parecía que nunca era suficiente.

- Ya me cansé - dijo el ángel caído con la voz sumamente fría y hastiada, obteniendo la atención total del Alfa - Ya fue suficiente con tus dramas y berrinches, si no quieres tener a mi hijo, no lo hagas, pero yo me voy de aquí y me llevo a Máx conmigo.

El lobo perdió todo el color de su rostro, él sabía que había sido un exagerado pero imaginarse embarazado, gordo, con estrías y los dolores del parto no era algo muy alentador. Aunque pensándolo bien, su destinado ya había pasado por todo eso, sin quejarse, al contrario, estaba tan felíz de tener un hijo de Magnus y ahora que el que cargaba con el pequeño era el Alfa se portaba insoportable, culpando a Alec de todo y echandoselo en cara desde que se enteraron, unos meses habían pasado y al parecer el lobo tendría un embarazo normal y no exprés como el de su pareja.

La vida sin Alexander acudió a sus recuerdos, en un flash recordó toda la soledad que había sufrido, todo el dolor y la tristeza, después pasó por todos los momentos desde que encontró a ese bello individuo, la felicidad, el amor, la alegría, y sabía que no podría vivir sin él, mucho menos sin su hijo, aquel diablillo azúl.

El alma se les partía a ambos, Alexander aún no entendía el porqué de la actitud del lobo, desde que la noticia les llegó, su Magnus se había encerrado en su mundo, dejandolo fuera, sin poder siquiera compartir estados de ánimo, creía que el lobo no quería al bebé.

Pero todo era más simple que eso, siempre es más simple, nosotros lo volvemos complicado.

Estaba por irse, el Alfa solo pudo hacer una cosa para detenerlo y no dudó.

Dejó caer sus defensas, todas las que había puesto cuando su mate le dijo que escuchaba latir la vida en su interior, no quería perder a su familia, si tenía que demostrar todo aquello para que se quedaran lo haría, aunque no estaba seguro que después de que su destinado lo sintiera, siguiera queriendolo.

Las rafagas de emociones sacudieron al inmortal de ojos azúles, podía sentir de nuevo a Magnus, por fin podía, pero le sorprendió lo que encontró. Magnus estaba inseguro, triste, mortificado, con el autoestima hasta el suelo, la razón era que pensaba que Alexander al verlo tan gordo y feo lo dejaría, lo cuál era absurdo pero las hormonas, malditas perras.

El lobo empezó a llorar y su alma gemela acudió a él en un parpadeo, lo apretó a su pecho mientras el lobo se deshaogaba y le explicaba todo en medio de hipidos y pequeños grititos agudos.

- Es que tú me vas a dejar cuando me veas gordo, te voy a dar asco, ya no querrás bañarte conmigo, te irás a otro lugar más interesante que este sitio aburrido, ya no vamos a hacer el amor porque estoy obeso y tengo estrías.

Alexander esperó a que el llanto se tranquilizara un poco para poder hablar.

- Amor, me encanta tu cuerpo, desde la punta del dedo gordo hasta el mechón verde que tratas de ocultar, eres la cosa más deseable que he visto en mi vida, tengo que controlarme para no brincarte encima y desnudarte para unirnos por horas, siempre que te bañas admiro tu cuerpo, aquellas gotas son afortunadas por poder recorrer este perfecto trasero, me encanta verte con ésta pancita y saber que llevas a nuestro hijo dentro, y, si no hemos tenido sexo es porque te la pasas ahuyentándome.

Con cada palabra de su destinado, las dudas, preocupaciones e inseguridades desaparecieron, dejando paso a una tranquilidad y alivio indescriptibles.

Lo besó, porque quería, lo mordió porque lo necesitaba y luego se lo cogió porque tenía ganas.

Aquella pareja terminó satisfecha al final del día, Magnus dormitaba totalmente sumido en la calidez postcoital pues su mate había demostrado con hechos todo lo que le había dicho.

Alexander lo tenía abrazado, piel con piel, mientras paseaba su mano acariciando la perfecta curva en el vientre del Alfa, los pequeños latidos le devolvían el saludo, aún no se movía, pero ya lo haría, lo tendría en sus brazos y sería inmensamente dichoso con el hijo que Magnus iba a darle.

Una risita se escuchó y abrió los brazos un segundo antes de que su travieso hijo le cayera encima.

- Bapa

Dijo el pequeño mirando a Magnus.

- Papá ahora está tranquilo, arándano, déjalo dormir, tu hermanito le quita fuerzas.

El niño sonrió mostrando sus dientes de leche, la idea de tener un hermanito lo tenía con la pila al 500%.

- Afa

Dijo de nuevo mirando el estómago de su padre

- Buen nombre, podría llamarse Rafa

Concedió el vampiro pues Rafael había muerto en la guerra al igual que Máx, sin duda alguna, el nombre estaba decidido.

- Ben

Afirmó el niño en su intento de decir 'bien', estaba super avanzado pero las palabras se le resistían. Abrió su boquita en un tierno bostezo que encantó a su otro padre.

- Duerme peque, yo los cuido

El niño se quedó perdido en el pecho frío de aquél ser, confortado por el calor corporal del Alfa y cómodo al estár entre ambos padres.

Alexanderlos observó por horas, extasiado en el bello cuadro que eran esos dos, sufamilia era perfecta y muy pronto crecería.











Creador de Razas (MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora