X

123 18 1
                                    


Creían que sería su fin, esperaban cerrar los ojos para siempre en un instante y rogaban que no fuese doloroso, pero no ocurrió nada.

Miraron al ser de oscuridad frente a ellos, petrificado, con una expresión de dolor en sus facciones, las lagrimas de sangre volvieron a correr dejando rastro a su paso.

Aquella mano descendió poco a poco hasta colgar a lado del cuerpo, el terror en la tierra vuelto persona comenzó a dar vuelta a la izquierda, nadie entendía nada.

De pronto suspendida en el aire una chispa empezó a chisporrotear, parecía alguna grieta abriendose paso a través del espacio desde un lugar desconocido. Todos esperaron algún suceso increíble

Y lo tuvieron

Aquella forma extraña se tornó más y más grande hasta que se formó un portal.

Se contuvo el aliento, Alexander rogaba a cualquier poder para que fuera lo que esperaba, daría todo, sería una buena persona, jamás volvería a matar sin razones, si tan solo fuesen ellos.

Una silueta atravesó el portal, un hombre de ojos verdes con armadura exquisita, rota en algunas partes y con el cabello lleno de polvo.

Nuestro monstruo cayó de rodillas al suelo sollozando con fuerza.

Un bebé estaba en los brazos de aquél Alfa de piel Canela, él pequeño agitó las manos y el golpe de magia aniquiló a varios Ángeles que habían sacado sus espadas para atacar a Lightwood.

El Alfa sintió todo el dolor de su pareja destinada, fue abrumador y congestionante, corrió a su encuentro, se arrodilló a la altura de esa versión demoníaca de Alexander.

El monstruo recibió en brazos a su hijo, a su primogénito, lo apretó firmemente sin hacerle daño mientras aquél lobo lo abrazaba a él.

- Estamos aquí, estamos bien, estamos juntos

Esas palabras solo desencadenaron más lagrimas de alivio en el ángel caído. Se mantuvieron así durante varios minutos, que fue el tiempo en que el Alfa dió un vistazo a su alrededor y se sorprendió, todo aquel desastre, tantos cadáveres de Ángeles, una sola persona podía hacer eso, y por el aspecto de Alexander sabía que creerlos perdidos lo orilló a matar.

La tierra dejó de temblar, aquella lava retrocedió, volviendo a las entrañas del subsuelo, la cordillera improvisada se volvió a sumir desapareciendo la barrera, los rayos desistieron en su intento vengativo, el aire fue bajando de intensidad hasta quedar en una fina brisa y por último las nubes abrieron camino a un bello atardecer anaranjado.

Los Ángeles no sabían qué hacer de nuevo, cuando intentaron retirarse fueron diesmados y ahora dudaban aunque tampoco querían quedarse.

- Largo

Dijo el Alfa aún abrazando a su mate, ellos, viendo la situación decidieron que lo mejor era obedecer, se fueron lo más rápido que sus alas permitieron volar, ya verían la forma de proceder después aunque algo era seguro, no volverían a pisar la tierra en muchos miles de años.

- Dime que esto no es un sueño, Magnus, por favor, si es así, no quiero despertar jamás

Aquel inquebrantable ser de ojos verdes se soltó en llanto al saber todo lo que había sufrido Alexander pensándolos muertos, incluso ahora aún parecía ser imposible.

- Alexander, mirame - el nombrado lo hizo de a poquito y cuando ambas miradas se encontraron lo supo, ningún sueño, por muy bueno que fuera, podría transmitir esa chispa que Magnus Bane tenía en los ojos - Es real

Unió sus labios en un toque ligero que pasó a ser reclamo y terminó con una mordida que extrajo sangre del demonio.

Aquel placer y aquel dolor hicieron saber al inmortal que en verdad su mate lo estaba besando y tenía a la pequeña criaturita que parió en brazos.

- Te amo, los amo, los amo tanto

Siguieron así hasta que el estado de animo se controló, fue cuando el ojiazul notó que faltaba un integrante en las personas que dejó dentro del castillo.

"¿Máx?"

No se atrevió a hablarlo en voz alta, aunque creía saber la respuesta lo preguntó mirando a los ojos a su destinado.

Los orbes esmeralda se tiñeron de tristeza y cariño.

"Él nos salvó"

No dijeron nada más por el momento pues pudieron sentir muchas presencias acudiendo al lugar, simplemente se mantivieron en brazos del otro, si Alexander podía abrazar a su familia por siempre, sería muy poco tiempo.

Los lobos y los vampiros tardaron en llegar dandole un poco más de espacio a la familia, subieron la colina que daba al inmenso prado y cuando llegaron no pudieron avanzar más.

Habían visto la tragedia a muchas millas de distancia, nunca pararon de correr hasta que todo se tranquilizó y pudieron sentir esa Unión con su lider de nuevo, y, aunque lo más sorprendente del apocalipsis ya había desaparecido, quedaron las huellas de todo lo sucedido, los cuerpos, lava vuelta roca, árboles tirados y lo más lamentable, las ruinas de lo que por muchos años fue su hogar.

Tantola mansión como el castillo se perdieron con todo lo que alguna vez fueimportante para ellos, pero tenían esperanza y quién sabe, con ese primogénito,el Alfa y algunos otros brujos, tal vez pudieran devolver a la normalidad lascosas.




Creador de Razas (MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora