Los dedos de Seokjin se clavaban, cada vez más, al contorno de la puerta, mientras hacía todo el esfuerzo del mundo para poder salir de la habitación. Estaba anocheciendo nuevamente y su corazón palpitaba angustiado al pensar en su querido Taehyung.
No podía creer lo que ese chiquillo había hecho... ni que, quizá, ya lo había perdido.
De todas maneras, debía luchar, debía hacer de todo para poder salir del cuarto y buscar al pequeño tonto que tenía como hermano.
Es que no podía ser verdad, no debía serlo.
Sin embargo, a pesar de la situación, lo que más le dolía eran las últimas palabras que había escuchado decir a su menor: Taehyung había crecido culpándose de la muerte de su madre, ¿Cómo es que nunca se dio cuenta?, ¿Por qué no se lo dijo?, ¿Por qué no actuó como un simple niño y le buscó llorando: expresando sus pensamientos?... No le cabía en la cabeza cómo es que se había obligado a ser fuerte para no darle más preocupaciones cuando eran niños. No podía creer que pudo haber ayudado al castaño, hacerlo cambiar de opinión sobre eso, y darle una estabilidad emocional meramente digna.
Su pobre Taehyungie, su pobre niño.
Lo lamentaba, en serio que sí.
Ojalá hubiera sabido, ojalá hubiera podido remediarlo.
Cuando menos acordó, el cerrojo de la puerta tronó, arrancando una parte del marco pero abriéndose de inmediato. Fue en ese momento que Seokjin se percató de que estaba hundido en lágrimas otra vez.
No obstante, no tenía tiempo para eso, debía actuar lo más pronto posible, así que solo salió corriendo de la casa, en busca de Mang para poder ir directo al castillo; pero, para su mala suerte, no había nadie más alrededor de la cabaña y, con los dedos astillados, no tuvo alternativa más que correr directo al pueblo, en busca de transporte.
Sin embargo, mientras más corría y se acercaba, más miedos le llenaban el cuerpo: si la primera vez que se enfrentó a la bestia, quedó condenado a perder la vida y no tuvo oportunidad de decir nada, él solo, otra vez, seguro provocaba que aquel monstruo terminara con ambos de un pequeño golpe. Tal vez, en vez de buscar transporte, debía buscar ayuda.
El primero en quien pensó fue su antiguo amigo, Kim Namjoon; pero, después de tanto tiempo y al recordar lo que vivieron, no podía simplemente ir a decirle que lo ayudara a pelear con una bestia. Por eso, cómo segunda opción, Park Bogum se pintó en su cerebro: siendo amigo de Taehyung y el héroe del pueblo, de seguro lo apoyaría.
Más, al entrar en la taberna donde supuso que el joven debía estar, sus anhelos descendieron poco a poco.
—¡Bogum! —exclamó, llegando hasta la mesa donde lo divisó jugar a los naipes con otros tipos—. ¡Ayúdame! —le pidió, yendo directo y haciéndolo soltar, por la sorpresa, el mazo de cartas que antes tenía en la mano.
—¿Seokjin?
—¡Por favor, necesito tu ayuda!... ¡Lo tiene... lo asesinará! —trató de explicar, sin notar que se había vuelto el centro de atención.
—¿A quién? —preguntó Bogum, sin entender realmente.
—¡A Taehyung! —dijo, desesperándose ante aquella pregunta tan tonta, ¿Por cuál otra persona Seokjin se preocuparía?—, ¡Ay que salir, no perdamos más tiempo!
—Tranquilo, Seokjin —le pidió, poniéndose de pie, mientras lo tomaba por los hombros—, ¿Quién tiene a Taehyung?
—¡Una bestia!, ¡Una bestia!, ¡Una terrible y monstruosa bestia! —y dicho eso, todos se echaron a reír, mofándose de aquella explicación que incluso a Bogum divirtió.
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Beauty And The Beast || Kooktae
Fanfiction¿Quién podría, algún día, amar a una bestia? Quizá, Kim Taehyung, no era la doncella que la hechicera predijo que vendría, pero amaba a la bestia con toda su alma. Jeon Jungkook se había convertido en la luz de su vida. ¿Sería, su sentir, suficiente...