Quizá, un par de horas pasaron para cuándo Seokjin despertó, dándose cuenta de que había caído dormido frente a aquella chimenea, tendido en el tapete rojo que adornaba el frío piso de la habitación.
El fuego seguía muy vivo y su saco ya estaba oreado, así que se lo puso al cuerpo en un solo movimiento y trató de erguirse en su lugar, recuperando la noción de los hechos. Entonces, volvió a inspeccionar el salón, esperando ver algo más que paredes, armaduras y candelabros.
Y su curiosidad aumentó cuando pudo ver una luz blanca que venía de algún lugar de la segunda planta y, que se dibujaba, preciosa, sobre unas escaleras talladas en piedra que antes no notó existir. Parecía la luz de la luna, y se quería asegurar de ello porque era importante saber si las nubes se habían ido ya.
Por eso se levantó, yendo con lentitud hasta las escaleras que comenzó a subir con precaución y meticulosidad; no quería fastidiar a nadie. Más quedó impresionado con la belleza arquitectónica que encontró, al ver los cientos de salones que se avecinaban por ese mismo pasillo, desde el cual se podía ver un poco el exterior, pero no de forma que pudiera llegar a una conclusión sobre su duda inicial, por ende, siguió subiendo y subiendo... y subiendo, hasta que las escaleras terminaron y pensó haber llegado al último piso de cualquiera que fuera la torre o lugar.
Sin embargo, no importaba que había hecho el ejercicio de su vida, estaba agradecido de por fin encontrar una ventana decente. Así que, sin dudar mucho, ingresó al lugar, yendo directo para ver al exterior, sin importarle que el sitio estuviera más oscuro que cualquier otra zona en el castillo. Solo se asomó, confirmando que la luna lucía hermosa esa noche y que no había nada más que un firmamento abierto pintando el cielo.
Fue la razón por la que se sintió aliviado y decidió volver a la primera planta, para pasar la noche junto a la chimenea: si no llovía, estaba seguro de que Taehyung no se preocuparía tanto como él.
No obstante, al observar bien la habitación, su mirada fue directo a un balcón que estaba del otro lado del sitio y tenía las puertas abiertas, dando explicación al leve viento que inundaba el castillo y al suave movimiento que había en las cortinas viejas con las que estaba adornado. Pero no fue eso lo que llamó su atención, sino que la luz de la luna iluminaba con alegría una hermosa rosa roja brillante, que estaba cubierta por un cristal precioso, sobre una mesita muy fina y circular.
El asombro que hubo en su cuerpo fue bárbaro y se acercó a pasos tajantes hasta tal belleza, pensando en lo que le había pedido Taehyung de su viaje y en lo mucho que le gustaría que la rosa fuera parecida a esa: tan igual a él, tan perfecta.
Tenía un par de pétalos caídos, pero nada que no se pudiera ocultar con su demás magnificencia. Debía averiguar cómo funcionaba; si inventaba algo así para su hermano, este estaría más que contento de tener algo que nunca se secara, como el amor que ambos se guardaban.
Debido a ello, su mano fue directo al artefacto y, con mucho cuidado, trató de quitar el cristal que lo cubría, mientras observaba cada detalle de la bonita rosa flotante.
Sin embargo, su cuerpo fue tomado del suelo en un arrebato que no vio venir y que le sofocó por montones, cayendo al piso sin remedio y recibiendo una garra que le apretó el cuello en un solo rose de crueldad.
Gritó, pero su voz se perdió en la de un rugido que no supo de dónde venía y le había carcomido los sentidos.
—¡¿Mi refugio no te bastó?!, ¡¿Ahora pretendes llevarte lo más sagrado que tengo?! —una voz terrorífica e imponente inundó sus oídos, transformando todo el precioso sentimiento que lo había albergado antes, en pánico y desesperación.
—¡No! —soltó, atolondrado, tratando de abrir los ojos para intentar entender lo que sucedía, pero el resollo de aquel fuerte aliento, no se lo permitió; así que solo los apretó con fuerza y giró su rostro, esperando un ataque perturbador—. No soy un ladrón, soy un inventor, un hombre digno y honrado —trató de explicar en un hilo de voz.
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Beauty And The Beast || Kooktae
Fanfiction¿Quién podría, algún día, amar a una bestia? Quizá, Kim Taehyung, no era la doncella que la hechicera predijo que vendría, pero amaba a la bestia con toda su alma. Jeon Jungkook se había convertido en la luz de su vida. ¿Sería, su sentir, suficiente...