6 - Ron Cola

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Ya han pasado unos meses desde que todo pasó, de momento nada fuera de lugar, no más teléfonos de chicos de bares, ni pedidos no deseados a mi nombre.

Mi contrato terminó en el bar en el que trabajaba todas las mañanas, pero sigo en Starbucks, ahora también de mañana, yo estoy muy contenta porque me gusta mi trabajo y mis compañeros son geniales. Todas las mañanas a las once venían muchos chicos y chicas de la universidad para desayunar así que prácticamente conocía a media universidad. Hoy es 26 de junio, mañana es mi cumpleaños y cumplo 24 años, hoy iba a celebrarlo con mis amigas, ya que tenía la tarde libre.

Salí de trabajar y me fui a casa a cambiarme para irme con mis amigas a tomar algo y luego por la noche antes de irnos a la discoteca vendría otra vez para ponerme algo más de fiesta, me puse unos pantalones vaqueros cortos y una camiseta azul y unas deportivas para ir cómoda, vamos a ir a merendar a un sitio que hacían batidos helados bastante grandes y te ponía a chocolate o cosas por encima, ¡Que ganas tengo!

Llegué al lugar de los batidos enormes, allí me esperaban Marta, Laura y mi compañera y amiga Cristina, nos sentamos en una mesa de dentro, ya que hacía calor fuera.

—Hola chicas, ¿qué queréis tomar? —nos dijo la camarera muy amable.

—Hola dos de chocolate, uno de fresa y el otro de vainilla con leche sin lactosa porfavor.

—Perfecto, ¿algún topping?

—Yo unas barritas de chocolate, y trozos de oreo. —dije yo.

—Para mi bolitas de chocolate blanco y negro y virutas de colores. —dijo Marta.

—Yo unas nubes y trozos de fresa. —dijo Cristina.

—Yo unos lacasitos y dos barquillos. —dijo por último Laura.

—Perfecto chicas, ahora os lo traigo.

Se fue la camarera y nosotras empezamos a charlar de nuestras cosas, les conté lo que me pasó con lo del café y los donuts y ni ellas se lo creían. Llegaron los batidos y nos  regalaron un vaso muy bonito de plástico reutilizable con su tapadera y su pajita a juego.

Llegó la noche, después de un largo paseo fuimos todas a cambiarnos para irnos a la discoteca, yo me puse lo mejor que tenía y cogí mi bolso de fiesta y nos fuimos, ibamos a cenar antes de ir el en bar que yo trabajaba antes.

Llegamos al bar y estaba bastante lleno, ya que había partido Madrid-Barcelona, por lo que nos sentamos dentro, ya que todos estaban fuera viendo el partido.

—Hola chicas, hola Aitana, decidme la bebida y os dejo por aquí la carta, en un ratito me paso.

—Hola Miguel, 4 Cola-colas porfi. —le dije a mi antiguo compañero.

Leímos la carta y decidimos pedir para picar.

—¿Lo tenéis chicas?

—Si, unas patatas mixtas, un poco de jamón serrano y queso, de los dos tipos, nos pones 2 sándwiches mixtos y unas bolitas de pollo con barbacoa.

—Perfecto Aitana, en un ratito lo traigo.

Había demasiado ruido en el bar, quedaban cinco minutos para que terminara el fútbol. El partido terminó y por fin se calmó todo, Miguel ya nos traía la comida, nos pusimos a comer, pagamos y nos fuimos. ¡Estaba todo buenísimo!

Nos fuimos a la discoteca, había mucha gente, estaba sonando en ese momento un tema de Bad Bunny, fuimos a la barra a pedir nuestro ron cola, y nos pusimos a bailar.

Nos fuimos a la discoteca, había mucha gente, estaba sonando en ese momento un tema de Bad Bunny, fuimos a la barra a pedir nuestro ron cola, y nos pusimos a bailar

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Un chico no paraba de mirarnos, se lo dije a las chicas.
Perdí de vista al chaval, nos fuimos para otra parte, cuando íbamos andando me choque con alguien y todo el vaso se me derramó encima, era el chico de antes.

—Lo-lo siento. —dije nerviosa.

—No pasa nada, uy hola guapa, ¿quieres bailar conmigo?

—Lo siento, vengo con mis amigas, gracias. —dije con ganas de salir corriendo.

—Venga anda, a ellas no les importara.

—No, gracias. —dije mientras me alejaba de él.

Les dije a mis amigas que iba un momento al baño, para ver si me limpiaba un poco este desastre. Entre al baño cogí papel y lo mojé con agua para intentar quitar lo pegajoso de mi ropa, cuando alguien abre la puerta.

—Hombre, otra vez tu preciosa. —dice el chico de antes que parecía borracho.

—No puedes entrar aquí, es el baño de chicas.—le dije asustada.

El chico se lanzó a mi y me besó, yo rápidamente lo aparté y salí corriendo en busca de mis amigas.

—¡Chicas, vámonos, ahora os cuento en mi casa!

La Carta - Aitana OcañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora