EVE
La vuelta a la rutina fue más llevadera de lo que llegué a pensar. Esa mañana no me costó tanto lo de madrugar, no deambulaba como un zombi por los pasillos, ni maldecía al sistema escolar por impartir las clases en horario de mañana. Se podría decir que me encontraba hasta animada y con ganas de comenzar con la primera clase de muchas.
A diferencia de mi habitual retraso para llegar al centro, ese día llegué a tiempo. Incluso me sobraron algunos minutos que invertí en los pasillos; tenía que recuperar de la taquilla los libros de las materias programadas para ese día.
Divagando por los pasillos concurridos, llegué hasta la mía, separando mi camino del de Val, que se marchó a charlar con un amigo que Tony y ella tenían en común y que yo desconocía.
—¡Buenos días, enana! —saludó Kaleb desde el lado opuesto al que me encontraba. Lo hizo con la mano en alto y al mismo tiempo caminando con algo de prisa. Le tocaba clase, dos plantas más abajo, y llegaba tarde.
—Buenos días —levanté la mano.
Se perdió entre la gente como si se hubiese metido en una nube espesa de humo infinita.
Intenté encontrar a Ari cerca de donde se marchó, sin embargo, no la vi junto a él como de costumbre. Tal vez ella ya estaba en su aula, o seguía enferma, como el día anterior, y había optado por quedarse en casa.
Más tarde volvería a enviarle un mensaje a ver si había suerte y me respondía esta vez.
Sujeté el candado entre mis dedos, percibiendo que la pintura metalizada estaba algo rayada, como si alguien se hubiese entretenido raspando sobre ella. Me ahorré un suspiro y pensé en positivo: Nadie había logrado forzar mi taquilla por muchos rayones que se encontrasen en la parte que la protegía.
Metí la diminuta llave en el interior de la ranura. Encajaba a la perfección, como siempre. Giré la llave y reservé el candado en la palma de la mano. Con la otra tiré de la puerta, creando un molesto chirrido por lo antiguas que eran y lo oxidadas que se encontraban. Al abrirla, algo salió disparado de esta, cayendo directamente a la punta de una de mis Vans.
Emití un gritito, asustada, deseosa de que nadie más lo hubiese escuchado por vergüenza. Aunque estaba en mi derecho de asustarme si algo saltaba de mi taquilla, ¿verdad?
Avergonzada y sonrojada, me agaché a recoger aquello del suelo, pensando que tal vez solo se trataba de uno de mis dibujos; tendía a esconderlos entre las hojas de los libros de texto para que nadie los viese y a veces se me olvidaba resguardarlos en un mejor lugar.
Lo analicé, y solo bastaron dos segundos para descubrir que ese sobre blanco no era algo de mi propiedad. No recordaba haber utilizado ninguno en mucho tiempo y menos de ese tamaño tan minúsculo. Pocas cosas podían entrar en un sobre de tal capacidad.
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𝐔𝐧 𝐁𝐞𝐬𝐨 𝐈𝐧𝐞𝐱𝐩𝐞𝐫𝐭𝐨
RomantikElla vive obsesionada con él. Él vive obsesionado con todas menos con ella. Ella haría cualquier cosa por él. Él no haría nada en absoluto por ella, solo recordarle lo fuera de su alcance que está. Ella será su salvación en un momento de turbulencia...