|EVE|
Mi trabajo online me ayudaba muchísimo a distraerme cuando la vida no me sonreía. Por ese motivo, había comenzado a aceptar toda clase de encargos, a pesar de que no eran de mi agrado, con el único fin de distraerme.
Llevaba toda la semana trabajando, estudiando, haciendo tareas de clase y limpiezas en casa. Algún día fui a la iglesia y otros quedé con Ari por el barrio, donde juntas compartimos nuestra tristeza y enfado con la vida. Pero no hice nada digno de mencionar además de eso.
Fue una semana horrible y asfixiante por el escaso tiempo que me dejaban todas las tareas que yo misma me puse. Llenándome la cabeza de trabajo y quehaceres, poco espacio dejaba para los problemas y lamentos.
Con esos planes recargué toda la energía que las pesadillas me absorbieron. Ellas no desaparecieron, no sin ayuda de la medicación que retomé para dormir, pero hubo noches que, del agotamiento que tenía al llegar a casa, no necesité tomar nada. Y en gran parte, eso era mérito propio de mantenerme activa.
Se podría decir que, a pesar de las adversidades, me sentía bien otra vez, con ganas de seguir luchando. Incluso después de una clase de gimnasia, que ya era decir para alguien con TOC.
La clase fue sencilla para mí. Me limité a hacer algunos estiramientos y ciertos ejercicios que no seguí al pie de la letra con el fin de sudar lo más mínimo. Noemí no ponía pega alguna a mi decisión, dado que estaba al tanto de mi trastorno. Tampoco le importaba que me decidiera acicalar en un lugar distinto al de mis compañeras.
Porque, ya que yo evitaba los vestuarios por varios motivos, me cambiaba de ropa en el baño y también me aseaba allí mismo, sola y sin agobios.
Estaba tan cómoda en el cuarto de baño que canturreaba a medida que guardaba la ropa sucia en una bolsa con cierre de cursos, bien aislada y sin riesgos de soltar ningún tipo de olor. La guardé en la mochila que tenía especialmente para las clases de gimnasia, y la llevé a la taquilla después de tirar a la basura todas las toallitas y los recursos que utilicé para higienizar mi cuerpo.
—Presiento que tú siempre vas y vienes Que no tienes nada que perder... —canté en voz medio baja, aprovechando que estaba sola en el pasillo— Rompiendo corazones te entretienes. Y cuando das el tuyo es de papel...
—¿Quién tiene el corazón de papel?
Di un respingo y cerré la taquilla para enfrentar a la persona que se encontraba al otro lado de la puerta metálica. Estuvo escondido durante los segundos que tardé en depositar mis pertenencias en el lugar, escuchando cómo cantaba y reaccionando con diversión.
—Kaleb... —Sonreí por instinto y reparé en su aspecto, estaba sofocado y tenía cercos de sudor marcados en la tela de la camiseta de un tal personaje llamado Kaonashi, o eso se leía en la prenda—. ¿No te has duchado?
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𝐔𝐧 𝐁𝐞𝐬𝐨 𝐈𝐧𝐞𝐱𝐩𝐞𝐫𝐭𝐨
RomansElla vive obsesionada con él. Él vive obsesionado con todas menos con ella. Ella haría cualquier cosa por él. Él no haría nada en absoluto por ella, solo recordarle lo fuera de su alcance que está. Ella será su salvación en un momento de turbulencia...