Capítulo 3: La rosa

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Narrador

El caos se generó en unos segundos cuando una camarógrafa y un periodista empezaron a animar el duelo, de los que no parecían estar en buenos términos. De alguna forma los futbolistas terminaron aconsejandonos puesto que para ser un buen futbolista se necesita tener un buen equipo y que en este mismo mientras se prevalezcan sus virtudes tendrán mucho éxito.

—¿Podría darme sugerencias para realizar un tiro libre? —preguntó Edogawa ansioso.

Contrario a su positivismo, Kogoro lo sujetó con fuerza de la cabeza zarandeándolo. —Eres muy arrogante para ser un niño.

—No hay problema. —detuvo a Kogoro de sus arrebatos de agresividad. —Tenemos tiempo de sobra, ¿por qué no les mostramos?

De esa forma le mostraron cómo hacerlo.

Estadio Touto

Osaka vs Spirits

—¡GENIAL! ¡Esa fue la que me enseño! —exclamó eufórico Conan, a su lado Haibara trataba de ocultar una risa divertida después de todo no era habitual que su novio se comportará tan infantilmente. 

—Oye, Conan-kun. —se quejó Ayumi abiertamente.

—¿A cual equipo estás mirando? —le siguió Mitsuhiko.

—¡No puedes animar al equipo de Osaka si estás en este lado del estadio! —gruñó Genta.

—Eh, está bien... —solté desanimando dejándose caer en su asiento.

—¡Toma! —afirmó con energía tocando su gorra. —Usa esta y... —dijo la niña pasándole su gorra de los Spirits en su cabeza. —Y comienza a animar a los Spirits.

—¿Eh, pero y tú...? —pregunto curioso y extrañado Conan.

—No te preocupes, yo tengo una. —le respondió con una brillante sonrisa, sacando un gorro de Big Osaka.

Edogawa sonrió desganado. —Debí suponerlo. —comentó divertido. —Si no eres honesta, me voy a poner celoso.

—Oh. —soltó animada. —¿Y eso por qué? —murmuró sosteniendo sus brazos en el soporte, batiendo sus pestañas lentamente.

—Un dia de estos me vas a matar, sabes. —sentenció Kudo.

—El día que eso suceda, será en un lugar pacifico donde nadie nos persiga. —esa afirmación cautivo al muchacho frente a él. —Además solo me encantan los colores.

—A mi también. —el suave murmullo descolocó a Haibara. —El rojo te queda muy bien. —afirmó deslizando un mechón tras su oreja viendo fijamente unos hermosos y delicados artes de topitos en forma de rosa.

Las mejillas de la niña se incendiaron con rapidez viendo fijamente a su novio, al recordar exactamente el momento en que obtuvo esos aretes.

Flashback

Dos semanas atrás

—Cierra los ojos. —prácticamente gritó el detective miniatura entrando de golpe al laboratorio de su novia.

—Podrías no gritar. —comentó ella masajeando el puente de su nariz, mientras se dejaba caer en su silla.

—Entonces cierra los ojos, tengo algo que te hará sentir mejor. —sentenció Edogawa con orgullo.

—Será mejor que me impresiones o sino tendrás que ir de compras conmigo de nuevo. —dijo con malicia Shiho cerrando los ojos tal como le pidió.

El muchacho se estremeció recordando ese día, puesto que hicieron una pequeña apuesta de que Haibara no sería capaz de ir a más de catorce tiendas, comprando algo en cada una y perdió desastrosamente cuando lo arrastró a casi cuarenta tiendas en las que compró algo, ese día terminó completamente exhausto, nunca esperó que ella era más obsesionada por las compras que su madre.

—Se que te gustará, ya verás. —la valentía y prepotencia que tenía se vieron afectados por la declaración anterior, un ligero nerviosismo se escuchaba en su voz.

Miyano solo pudo sonreír al notar eso. De repente sintió el calor de su cuerpo cerca de ella.

—Cuando fuimos de compras te noté interesada en una joya en particular; sin embargo, cuando fui otra vez me encontré con esto y pensé que sería mucho más apropiado darte. —Ai frunció el ceño desconcertada por lo que escuchaba, no entendía de lo que hablaba.

—¿Joya? —le pregunto consternada, ignorando por completo los movimientos y las quejas que escuchaba, al parecer estaba batallando con el regalo.

—El collar de zafiro en el centro comercial. —explicó feliz, había logrado acomodar el regalo.

—A-Ah, eso. —susurró nerviosa.

Shinichi la miró extrañado ante sus mofletes rojos cual tomate, desvío su mirada al regalo y al abrirlo notó como estas se habían salido del lugar, casi maldice si su novia no se viera tan tierna frente a él. —¿Qué andas pensando? —cuestiono mientras devolvía el regalo a su sitio.

—No te vayas a reír, ¿si? —dijo con suavidad, se notaba avergonzada y eso para Kudo era demasiado encantador.

—Claro que no, ¿por qué crees que me burlaría de ti? —preguntó conflictuado. —Recuerda que para mi tu eres lo único que me mantiene vivo en este instante. —le susurre besando sus labios.

—Me gustaron porque el color era muy similar al de tus ojos. —explicó tímidamente.

Edogawa se paralizó, sus mejillas se tornaron carmesí rápidamente. —Entonces... ¿debí comprar el collar? —preguntó inconforme.

Ante esas palabras ella abrió los ojos viendo los ojos azules de su amado mirando una caja con inseguridad, ella rápidamente movió la caja para ver lo que había dentro, unos hermosos y sencillos topitos en forma de rosas.

—No, son muy hermosas. —exclamó Haibara maravillada. —Me encantan las rosas.

—Lo sé. —afirmó Conan cautivado por la sonrisa que le estaba dando. —Desde este instante lo único rojo a tu alrededor serán las rosas que te daré. —con esas palabras la besó con ternura.

Del otro lado de la puerta Agasa estaba llorando de felicidad, esperando el día en que esos dos le den la noticia que se vayan a casar.

Fin del flashback

Y de esa forma volvemos al comienzo, en el que está en juego una cantidad de vidas excesivas ante la amenaza de la bomba y solo tenían como pista, un acertijo.

Un niño azul y una cebra azul

La lluvia viene de arriba

La mano izquierda del muchacho señala al árbol de la izquierda

La pista: Beika

Undécimo delanteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora