Tercer Día

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Viernes diez de febrero...

Jim y yo entramos a MyDarling con un nuevo plan. Como el día anterior, hemos quedado en que yo sería el encargado de realizar el pedido; pero (según la recomendación de mi amigo) tengo prohibido resumirlo en lo "de siempre" y se supone que debo cambiarlo por un menú diferente y más elaborado.

Y este día acepto a su proposición sin quejarme. El dibujo del día anterior me dejó motivado. El contacto y la cercanía que había mantenido con Josh fueron tan estimulantes que no pude dejar de pensarlo.

Me hizo imaginar que, si tengo la oportunidad de seguir hablando con él en las mañanas, podría invitarlo a salir sin problema.

—Hola, bienvenidos a bla, bla, bla. ¿Qué les sirvo? —me pregunta Zoe detrás del mostrador.

Enmudezco. ¿Qué ha pasado con Josh? Paso la mirada por el establecimiento, pero no lo veo por ninguna parte. Miro a Jim, quien parece igual de sorprendido que yo. Este pequeño traspié rompe con todo un día de planeación.

—Holaaaaa —repite la chica—. ¿Están aquí?

Jim se adelante a mí y realiza el pedido de lo de siempre. Sin Josh presente no tenemos nada que nos impide seguir la rutina de nuestro desayuno habitual. No espero a que termine, sino que simplemente me dirijo a nuestra mesa en el fondo de la habitación, con el corazón roto. Realmente tenía muchas ganas de encontrarme con esos ojos cafés. En el tiempo que lleva trabajando en la cafetería, jamás ha faltado. ¿Le habrá ocurrido algo?

—Vaya desastre —comenta Jim después de un rato, tomando asiento a mi lado con la bandeja del desayuno—. Y yo que creía que esta misma tarde tendría a Josh como un nuevo cuñado.

—Shhhh... no digas eso aquí, Jim.

—¿En serio?

No le respondo. Tomo tres scones de queso y me los llevo a la boca, todos juntos, masticando sin ganas. No quiero discutir ni hablar. Sin darme cuenta, pierdo la mirada en el mostrador con un solo pensamiento en mente. ¿Dónde estará él? En la pared aún se encuentra el dibujo que realicé la mañana anterior, cuando Josh pasó su mano por mi espalda, evitando que me cayera. Cuando tuve su piel junto a la mía, su aroma, su tacto, su....

—Tengo que ir al baño —anuncia Jim, sacudiendo mis pensamientos románticos como solo él podía hacerlo.

—Eh. Sí, te espero.

Mi amigo se levanta y me quedo solo en la mesa. Intento pensar en otros asuntos, pero aquí me es casi imposible. Todo en este lugar me recuerda a él. La cafetería está diferente, decorada con los adornos de corazones y cupidos por San Valentín. Esos mismos adornos que Josh ha colocado el día anterior y.... ¡Ah!

¡Basta de Josh! ¡Basta, basta, basta!

Tomo la taza y bebo un sorbo de mi capuchino. Demasiado caliente. Zoe no sabe prepararlo como a mí me gusta. Como lo hace él. Niego con la cabeza y doy otro sorbo más pequeño. Mi labio superior se moja con la crema, así que me dispongo a buscar una servilleta de papel en nuestra mesa para quitármelo. No hay ninguna. Pues claro, Jim siempre tiene la cabeza en las nubes y se ha olvidado de pedirlas y Zoe de dárnoslas. ¡Perfecto!

—¿Buscabas esto?

Volteo sorprendido. Detrás de mí, Josh se inclina para quedar a mi altura, con el cabello ligeramente despeinado y extendiéndome un par de servilletas dobladas como si fuera todo un superhéroe. Quiero desaparecer. ¿Por qué debe verme justo en este momento?

—Gracias —digo, aceptando la servilleta y pasándomela sobre la boca.

—No hay de qué. Perdona por no haber preparado tu café esta mañana. Zoe lo hace muy caliente para ustedes, ¿no?

Siete Días Para EnamorarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora