Séptimo Día

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Martes catorce de febrero, día de San Valentín....

¡No me lo puedo creer!

Tan solo unos segundos de desconexión bastaron. Mi cabeza era un embrollo de pensamientos causados por Josh, sus confesiones y yo. Sin embargo, apenas solté la poca cordura que me mantenía alejado de él, mi cuerpo se movió por sí solo, abalanzándose sobre su boca. Y lo besé. Con un fugaz destello, el embrollo en mi cabeza desaparece, el ruido de la fiesta se hace inaudible, el frío de mi cuerpo es aliviado por el fulgor caliente que va desde mi boca hasta el resto de mi cuerpo.

Apenas mis labios tocan los suyos y mis brazos sostienen el cuello de la camisa de Josh, siento como todo su cuerpo se tensiona, abrumado por la sorpresa de mi movimiento. Mi primer pensamiento es que me había equivocado en besarlo, pero eso dura poco. El rubio rápidamente me envuelve por la cintura, acercándome aún más a él, y me corresponde el beso.

El primer momento es dulce y suave. Luego, Josh sube una de sus manos a mi mejilla y me acerca aún más. Abre su boca y con su lengua me obliga a abrir la mía. Paso mis manos detrás de su cuello y hundo mis dedos en su cabello. Sentir su aroma tan cerca a mí me enloquece. Mi primer beso con Josh...

Tan solo unos segundos después, cuando siento que ya no puedo respirar, alejo lentamente mi cabeza hacia atrás, pero todo mi cuerpo se queda en su lugar. Josh apoya su frente contra la mía y me mira, con su típica sonrisa juguetona. Esta vez, yo tampoco logro evitar sonreírle.

De pronto, mis sentidos vuelven a agudizarse y oigo el sonido de los fuegos artificiales en el cielo. Levanto la mirada y contemplo el espectáculo. Entonces, ya es catorce de febrero. Se han terminado los días de mi plan que, claramente, ha dado los resultados esperados. Miro a Josh, esperando que también estuviera mirando hacia arriba, pero él no me ha sacado la mirada de encima ni un segundo.

—¿Qué? —pregunto, azorado.

—Nada —responde, sin dejar de sonreír—. Es solo que esperé tanto por esto.

—¿No te decepcione?

—¿Decepcionarme? ¿Es en serio? Es el mejor beso que me han dado en la vida.

Me muerdo el labio inferior e intento desviar la atención.

—¿No quieres mirar los fuegos artificiales?

—Tengo un espectáculo mejor justo frente a mí.

Vuelvo a besarlo, pero esta vez el beso es más corto y dulce. Me separo, pero Josh mantiene los ojos cerrados y comienza a besarme la mejilla y el cuello. Suspiro, intentando mantener la compostura. Lo abrazo aún más fuerte.

—Sabes —comento—, ahora que me doy cuenta, has arruinado mi plan.

Josh deja de besarme y me mira, confuso.

—¿Qué plan?

—Se supone que yo estaba tratando de conquistarte. No al revés. Estos días eran una prueba de confianza para mí. Creí que había superado mis barreras y lograba enamorarte a mi manera. Pero ahora resulta que todo fue obra tuya.

—Cameron, ¿acaso no oíste todo lo que he hecho solo por pasar un minuto al día junto a ti? Tu plan de conquista funcionó a la perfección conmigo, ¿no?

Sonreí de nuevo. Entonces me di cuenta de que, en realidad, en el tiempo que nos conocíamos, no habíamos hablado mucho. Había tantas cosas que quería saber de él. Tantas que podías hacer. Que quería preguntar. Y teníamos tanto tiempo para eso.

Este día era solo el comienzo. Lo supe.

—¿Te parece si entramos? Me estoy congelando.

—Está bien —me responde con una sonrisa—. Además, estoy seguro de que Jim debe estar contándole a Zoe lo que pasó. Y ese par no podrá quedarse quieto mucho tiempo.

Sonrío. Esta vez, debía agradecerle a mi amigo, a menudo impulsándome a avanzar.

—Josh, por casualidad, ¿mañana tienes trabajo?

—Sí. Pero no te preocupes por eso sí. Vale la pena quedarnos aquí. Y Zoe nunca abandona una fiesta hasta que los organizadores tengan que echarla.

—Entonceeeees —alargo, indeciso.

—¿Entonces qué, lindo?

—¿Vas a esperarme con mi café?

Él frunce el ceño y ladea la cabeza.

—Creí que tendrías el día libre.

—Lo tengo. Pero podría pasar a verte. ¿Está bien? —pregunto.

Ahora, Josh sonríe y me toma de la mano para volver a la fiesta.

—Es perfecto.

Siete Días Para EnamorarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora