Cuarto Día

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Sábado once de febrero...

Apenas he dormido. El día anterior, un interno en la oficina se presentó con lo que llamó "un leve resfriado" y terminó contagiando a la mitad de los internos en el departamento de Marketing, incluyendo a Jim. Nunca fui de los que se enferman con facilidad y mis síntomas no resultaron en más que un ligero dolor de cabeza que se me pasó a las pocas horas. Sin embargo, hoy no puedo faltar al trabajo. Con el recorte de personal por el resfriado comunitario la oficina me necesita más que nunca. Será un día duro y atareado.

Tengo mucho trabajo por hacer, pero pocas ganas de ello. El cielo se ha oscurecido con nubes negras que agüeran una tormenta perfecta para quedarse en casa, comer palomitas y mirar películas de terror acurrucado en la cama.

Lo único me motiva para superar la mañana, es el lugar al que me dirijo al bajar del metro: la cafetería MyDarling.

Para mi sorpresa, la noche anterior intercambié una serie de mensajes con Josh, quien había decidido proponerme un nuevo dibujo en la pizarra a mi elección. Pensé y pensé, dando vueltas en la cama antes de dormir, y finalmente terminé por escoger el animal que más me gusta en el mundo.

—¿Un qué? —me pregunta Josh, confuso.

Le sonrío y me apoyo sobre el mostrador.

—Un golden retriever. Vamos, estoy seguro de que has oído hablar de él. Es una raza de perro caracterizada por ser amable y confiable. Son muy bonitos y juguetones.

—Sí, sé lo que es, Cam. Pero ¿eso que tiene que ver con el café? Aquí no servimos perros ni nada de ellos... que yo sepa.

—Me dijiste que podía hacer el dibujo que yo quisiera y ya lo elegí. Es mi animal favorito.

Al oírlo, Josh termina eliminando cualquier rastro de confusión en su rostro y me sonríe, cediéndome el lugar para subir al banquillo y acercarme a la pizarra.

Zoe está del otro lado de la cafetería, sentada en la mesa de Jim y mía, limando sus uñas tranquilamente. La cafetería está casi vacía, por lo que no tienen mucho trabajo el día de hoy. Sin embargo, creo que las razones de la actitud distante de Zoe se deben a otro asunto. Cuando llegué hace unos minutos, ella se había mostrado muy enfadada y de mal humor, sin corresponderme siquiera el saludo. Josh me había pasado la mano por la espalda y me pidió que no me preocupara por ello. Al parecer los problemas con su exnovio la siguen fastidiando y no le importa maldecirlo delante de toda la clientela.

Basándome en mi deducción de colocar a cada persona como un animal, ella claramente sería un león, fuerte e intimidante. Su aura siempre me deja temblando.

Niego con la cabeza e intento concentrarme en el nuevo dibujo, más confiado que las dos veces anteriores. Busco una imagen en internet y poco a poco me dejo llevar. Josh observa cada tanto, interrumpiéndose para atender el pedido de algún cliente que entra a la cafetería para resguardarse de la leve llovizna. Cuando termino, bajo del banquillo con un salto y admiro la obra junto a Josh.

—¿Y? ¿Qué te parece?

—Sigo sin comprender que tiene que ver con el café, pero te ha quedado tan perfecto que no puedo quejarme.

—Sigues quejándote, Josh.

—Sigo molesto porque Zoe es tu barista preferida —dice el rubio, fingiendo enfadarse y cruzarse de brazos—. Pero, me comprometí a mejorar, así que aquí está tu nuevo café preparado con extra-cuidado. Descuida, Zoe no le ha echado ningún veneno.

Josh me extiende el capuchino de todas las mañanas, esta vez preparado por el barista rubio. Le doy un sorbo y saboreo el azúcar en mi boca. Nadie lo hace mejor que él.

Siete Días Para EnamorarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora