El joven apático, que no le importaría traicionar a su más fiel compañero con tal de sobrevivir, es corrompido por una chica.
Yoritoki Nozomi, quien es todo lo contrario a él, lo hace despertar nuevos sentimientos sin siquiera percartarse puesto qu...
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𝗡𝗼𝘇𝗼𝗺𝗶.
Etsumi me relató brevemente como ella y Karube, al finalizar el juego de la cosa, encontraron una radio en el cuerpo de uno de los jugadores. En el cual, una voz desconocida mencionó que la respuesta se encontraba en la playa, solo eso.
—Si vamos a ese lugar, la playa, tal vez descubramos algo —dijo ella—. ¡Puede que ahí estén todos!
—No sé si lo más prudente sea confiar en esa voz...
—¿Qué otras opciones tenemos? ¿Jugar eternamente hasta morir?
Suspiré, pensando mejor en su plan de ir al lugar mencionado. Tenía razón, no teníamos opciones, ni respuestas. Este mundo era tan confuso para nosotras, al menos necesitábamos una pista. O algún día moriríamos dentro de nuestros propios pensamientos.
—Incluso las playas más cercanas, nos llevarán días llegar a ellas... —dije, accediendo a su idea de cierta manera—. Entonces, tenemos que jugar hoy con Nonaka; así podremos partir mañana mismo.
Todo ánimo que mostraba Etsumi en su rostro se desvaneció. Negó con la cabeza.
—Podemos jugar cuando nuestras visas se acaben, en cinco días. No pienso arriesgar mi vida hoy.
—Pero Nonaka...
—Es una cobarde.
La miré con sospecha ante sus palabras.
—¿Tú..? ¿Tú le pediste que jugara ayer, verdad?
Etsumi se hundió en un breve silencio y luego asintió, dándome una respuesta. Aparté mi plato con indignación.
—¿¡Pero por qué!? —reclamé casi de inmediato—. ¿Estás consiente que pudo haber muerto? Sola...
—Eso es mejor que morir las tres, ¿no?
Apenas sus palabras insensibles llegaron a mis oídos me levanté de la silla de un golpe. Ni siquiera la expresión en mi rostro era suficiente para expresar lo molesta que me encontraba.
—¿¡Qué te ocurre, Etsumi!?
Ella no se digno a responder, empezó a jugar con los palillos en sus manos. Analicé la pequeña sonrisa descarada que se formó en su rostro, dándome cuenta de algo; Etsumi era capaz de sacrificarnos para su bienestar. Mi seguridad y la de Nonaka estaban en juego a su lado. Ahí me di cuenta que no debí interponer en su decisión de irse con Arisu y Karube.
Llegué a una conclusión, que me desgarraba el alma, pero parecía ser la única manera de mantenernos a salvo. Tragué en seco y hablé de nuevo:
—¿Sabes qué? Yo iré sola con Nonaka. Te puedes quedar en paz aquí. —Sentí un nudo formarse en mi garganta antes de declarar lo siguiente:— Pero no pienso volver, tendrás que arreglártelas sola.
