* Capitulo No. 6 *

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Los siguientes minutos fueron borrosos para ambos, y a la vez tan nítidos que era difícil de explicar. Habían pasado de estar parados en el parque a estar sentados en el restaurante que Saint había sugerido, hablando tranquilamente sobre sus gustos y sus familias, olvidando por un instante que se había reunido por trabajo, y no para una cita; pero era tan fácil para ambos dejarse llevar en la presencia del otro, que no fue extraño para Zee verse de repente con conocimientos como que Nat no era hermana biológica de Saint, sino que lo había criado desde que era un bebé, que a Saint siempre le había gustado pintar y que le había costado aprender a leer, pues sufría de dislexia.

Zee había hablado de su padre y de la mala relación que tenian, y que gracias a él su hermano mantenia una distancia entre ellos, le contó sobre Luke, su único amigo de la infancia y quien lo había acompañado en todas sus travesuras, tanto infantiles como adultas, sobre su deseo de ser fotógrafo para capturar con el lente de su cámara el mundo que lo rodeaba, la belleza que pocos veían, inmortalizarla de tal forma que nadie pudiera olvidarlo jamás, aun si lo olvidaban a él. Saint lo escuchó atentamente, explicando que algo similar hacía él con sus pinturas, aunque la belleza que él capturaba rozaba más el límite carnal, rompiendo con su explicitud todos los tabúes que abundaban en el mundo.

-Espera, ¿me estás diciendo que él, eres tú? -preguntó Zee cuando Saint le confesó su pseudónimo.

-Sí -admitió Saint con una sonrisa, escondiéndola detrás de la taza de café con leche que sostenía entre sus manos.

-Tengo uno de tus cuadros en la sala de mi casa -confesó Zee, inclinándose hacia el frente con cierto misterio, haciendo que Saint imitara su acción -. Y otro en mi habitación-admitió Zee en un susurró, devorando la belleza que era Saint cuando se sonrojaba hasta las orejas.

-Bueno, pensé que hablaríamos de unas fotos -comentó el castaño, queriendo salir de la vergüenza que lo cubría, junto con aquella extraña felicidad embriagadora de saber que su trabajo era reconocido por ese elegante hombre que lo miraba como si quisiera desvestirlo y a la vez hacerle un altar, una mezcla extraña que Saint desconocía hasta ese momento.

-¿Revisaste el documento que te dio Luke? -preguntó Zee, viendo como Saint desviaba la mirada y se sonrojaba aún más, pero asentía quedamente -. ¿Estás de acuerdo con ese tipo de fotos? -inquirió, sabiendo que igualmente firmarían un contrato explícito que los libraría a los dos de inseguridades.

-Sí, lo pensé claramente y decidí que sí -afirmó Saint en voz baja, murmurando a través de sus labios pegados a la taza de café.

-Entonces solo debemos acordar un horario y preparar el escenario -aseguró Zee, dándole otro sorbo a su café y observando atentamente las reacciones de Saint.

-Mi estudio puede servir, esta apartado de mi casa, es un apartamento que mi hermana me compró cuando demostré verdadero talento en el arte, fue su forma de apoyarme. Tiene buena iluminación, y si llevas tu equipo hacia allí será más fácil, que mover mis pinturas, se vería más genuino -explicó Saint, recordando que Zee quería capturarlo mientras pintaba, con sus cuadros, en su ambiente.

-Eso me parece perfecto ¿Cuándo podríamos empezar? -preguntó el pelinegro con una media sonrisa que erizó la piel de Saint.

-Si quieres podríamos empezar mañana después de que acomodes el equipo que utilizas -propuso Saint, viendo como la mirada de aquellos lindos ojos negros se intensificaba.

-Suena perfecto -aseguró Zee, dejando el dinero sobre la mesa mientras ambos se incorporaban y caminaban hacia la salida, llegando a la bifurcación donde tomaban direcciones diferentes hacia sus autos -. Nos vemos mañana, Saint -dijo Zee con voz ronca, mirando al joven con cierta añoranza que nunca había sentido hasta ese instante.

-Nos vemos mañana, Mi Lord -se despidió Saint, sonrojándose al notar como las pupilas de los ojos de Zee se dilataron con sus palabras y yéndose apresuradamente hacia su auto, recordándose que no debía de mirar hacia atrás, por más que sintiera la mirada penetrante de Zee sobre él.

La tarde fue una tortura Zee pasó ejercitándose, necesitaba gastar toda la energía que recorría todo su cuerpo después de encontrarse con el pintor; pero cuando entró a su apartamento y miro aquella pintura que tenía en su sala de dos hombres desnudos, el chico de cabello claro estaba sentado encima del otro, con la espalda arqueada, mientras que el de cabello negro afianzaba su agarre en sus nalgas hasta que sus uñas dejaron rastros rosados, Zee gruñó.

Esa noche durmió en la habitación de invitados, siéndole imposible calmarse en su propia habitación, donde esos dos mismos modelos se encontraban en una posición más explícita, en el momento justo en que el chico de cabello claro se corría sobre su vientre, aferrándose a los cabellos negros del otro chico que llegaba a rozar su torso, pese a que este estaba incorporado sobre sus rodillas, penetrándolo.

Aun con todos los intentos, la imagen de Saint en esa posición mientras él lo consumía con cada embestida fue superior a sus propios instintos, y se vio a sí mismo tocándose entre pensamientos vulgares, aun cuando llevaba años sin recurrir a la masturbación.
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AMOR DE ANTAÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora