Una Nueva Misión

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Desde hace varias semanas, y tras seguir en pie el pacto que realizó con el chico tigre, Akutagawa odia el color de la sangre. Nunca se le había pasado por la cabeza que ser fiel a su palabra le traería tanta satisfacción, pensó si era más por el simple hecho de poder llegar a su duelo con Jinko ansiando una inmensa sed de sangre capaz de ganar por fin la pelea y que Dazai lo reconociera.

"Dazai-San te reconoció hace mucho" Recordó las palabras de Jinko antes de su pelea contra el lider de Guild.

—¡Maldita sea Jinko! — Gritó golpeado la pared de las instalaciones de la port mafia con fuerza hasta romperlas.

Como es que un simple humano como Jinko pudiera caerle tan antipático. Es más, siempre había lideado con idiotas como él, sin embargo, soltó una risa amarga al pensar de nuevo en el pacto de los seis meses.

¿No lo vería hasta entonces? ¿Qué pasaría si lo encuentro en cualquier callejón? ¿Debo ignorarlo?. Akutagawa cerró los ojos con fuerza y volvió a maldecir por no establecer reglar específicas.

Pero desde hace varias semanas, Akutagawa también se divierte un poco golpeando a aquellos que desafiaban a la port mafia. El pelinegro se sorprendió de la gran fuerza de voluntad que puede llegar a tener, ni Chuuya, ni Mori, ni los demás líderes de la mafia le decían nada acerca de su nuevo método de trabajo.

Poco a poco Akutagawa tenía más éxito en sus misiones, sin embargo, el nivel de esfuerzo en los trabajo que tenía iban disminuyendo, hasta llegar solo a perseguir a ladrones comunes.

—¿Estás consciente que, por ese estúpido pacto, perderás estatus y solo serás el recadero de la organización? — Preguntó molesta Gin mientras limpiaba delicadamente su cuchillo.

—Sí

—Pero tú deseas el reconocimiento de Dazai-san

—Sí

— Hermano, Dazai-san ya te reconoció hace mucho...

—¡¿Entonces por qué no me lo ha dicho?! —Gritó alterado el pelinegro asustando un poco a Gin.

Akutagawa vio como su hermana retrocedió con algo de miedo, él estaba consciente de todo, que pronto sería solo un recadero de la mafia, que probablemente Dazai nunca le diga lo que quiere escuchar, que sus pulmones cada vez estaban más cerca de colapsar, todo dentro del pelinegro se caía a pedazos.

—Lo siento mucho Gin—Habló más calmado y tomo la mano de su hermana.

Ambos se miraron y la menor llevó su mano en la mejilla del pálido.

—Piensa bien lo que quieres hacer hermano, yo respetaré tu decisión.

La joven se puso de pie y salió de aquel cuarto a una misión, no sin antes darle el plato de comida a su hermano.

—¡Come!... Estás muy delgado así no ganarás contra el chico tigre.

Ella estaba consciente de que su hermano había perdido el apetito y se cansaba mucho últimamente.

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Calmaré tus pesadillas (Shin Soukoku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora